Por esta única vez, y sin que el caso siente precedente, la señora Cantalarrana adopta la figura de dueña de una tienda.
La señora Cantalarrana tiene una empleada muy joven, casi niña. Le ha prohibido que se siente, ni aun por un instante: toda la jornada de trabajo -10 horas cada día- la muchachita debe estar de pie.
Un día la señora Cantalarrana murió. También las señoras Cantalarrana mueren. Y en el sueño de la muerte oyó una voz que le decía: "Te condeno a estar toda la eternidad de pie".
Muchos años se cuentan desde esto que he contado. Millones de años más igualmente pasarán. Y la señora Cantalarrana seguirá de pie, y no podrá sentarse nunca ni por un instante. El infierno adopta muchas formas, y tiene variados modos de tortura. Eso lo supo Dante, y ahora lo sabe también la señora Cantalarrana.