Según es bien sabido todos tenemos un ángel de la guarda cuya misión es protegernos del peligro. También sabemos que San Cristóbal es el santo patrono de los viajeros, sobre todo de aquellos que manejan vehículos de motor.
Muy poca gente, sin embargo, sabe que tanto el ángel custodio como el santo cuidador están sujetos a un reglamento impuesto por superior autoridad. En virtud de sus prescripciones el ángel de la guarda debe abandonar el vehículo si quien lo maneja excede los límites de velocidad establecidos, o si no obedece las señales de tránsito correspondientes. San Cristóbal, por su parte, está obligado a retirarse si el conductor ha ingerido bebidas alcohólicas que le alteren los sentidos.
El ángel de la guarda y San Cristóbal se preocupan mucho por los conductores desaprensivos o ebrios a quienes dejan librados a su destino, pues muchas veces ese destino es trágico. Pero ni modo. La ley es la ley.
¡Hasta mañana!...
