Bellas ballenas de los siete mares... La de Jonás, porque dígame usted qué otro pez pudo haberse tragado a ese profeta, engorrosísimo como todos los profetas que en este mundo han sido y son... La del capitán Ahab, por nombre Moby Dick, que llevaba en sus lomos toda la blancura y toda la perversidad del mundo... Aquella otra mítica ballena: Jack, audaz marino, se metió en ella, y estirando su cola por adentro la volvió de revés como si fuera un calcetín... Ballenas del disco que me mandó hace años el National Geographic, que cantan en los abismos submarinos canciones de amor y de tristeza, seguramente los cantos de las sirenas que oyeron los marinos de Ulises y que Ulises no escuchó... Ballenas perseguidas hasta el último rincón del mar número siete por carniceros que navegan en barcos con cañones de bombas explosivas que estallan dentro del cuerpo atormentado del gran pez y lo inflan después para que flote como grotesco globo sanguiniento...
Se acaban las bellas ballenas. Nos acabamos nosotros.
¡Hasta mañana!..