Llega el viajero a Oslo y oye contar la historia del rey Knut, cuyos dominios abarcaron las tierras y los mares que son hoy de Inglaterra, Noruega y Dinamarca.
Nació Knut -o Canute- el año 995, y fue el hombre más poderoso de su tiempo. Sus cortesanos lo adulaban. Se dirigían a él llamándole "Señor nuestro", y en su presencia se echaban de rodillas y tocaban el suelo con la frente.
Un día Knut se hizo llevar en su trono a la orilla del mar. Ahí ordenó a las olas que retrocedieran. Las olas, claro, no obedecieron el mandato. El rey se volvió entonces hacia los cortesanos y les dijo: "Aprendan que no hay más Señor que aquel a quien obedecen la tierra, el mar y el cielo".
Si todos los que tienen poder y mando hicieran lo mismo que hizo Knut habría menos hombres soberbios. Eso sería bueno. Y habría menos aduladores. Eso sería mejor.
¡Hasta mañana!..