Un marino vio a una sirena y se enamoró de ella, pero después se dio cuenta de que tenía la mitad de pez y la dejó.
Un pez vio luego a la sirena y se enamoró de ella, pero después se dio cuenta de que tenía la mitad de mujer y la dejó.
La sirena, entonces, clamó al Señor, pidiéndole le enviara un compañero que tuviese la mitad de hombre y la mitad de pez.
El Señor, distraído por ocupaciones más urgentes, atendió con precipitación la solicitud de la sirena.
Y la sirena recibió un compañero que de la cintura para arriba era pez, y de la cintura para abajo era hombre. Nada se podía hacer con tal pareja.
Por eso, decepcionada y llena de amargura, la sirena se pasa el tiempo cantando para que los marinos estrellen sus barcos en las rocas y mueran ahogados.
¡Hasta mañana?...