Llegó sin aviso y me dijo de buenas a primeras:
-Diga usted que ya no pelo gatos.
Me quedé atónito, sin saber qué responder. Acerté sólo a preguntarle:
-¿Quién es usted?
Me contestó:
-La gente dice que soy un pelagatos. Pero en esta época ya nadie pela gatos, de modo que debe usted pedir a sus lectores que ya no me llamen "pelagatos". Nadie es ya un pelagatos.
-Lo siento -respondí-. No gusto de imponer mis opiniones a quienes me leen. Lo más que puedo ofrecerle es escribir que conocí un pelagatos que ya no pela gatos.
Entonces aquel extraño hombre fijó en mí una dura mirada y me dijo:
-Es usted un pelagatos.
Y así diciendo se marchó.
¡Hasta mañana!..