Poco antes de su muerte escogió Chesterton el epitafio de su tumba: "Termino nobis donet in patria". "Que al final Dios nos lleve a nuestra patria". La patria para el católico es el Cielo, vale decir la eterna unión con Dios.
Hilaire Belloc, amigo del escritor, no podía escuchar esas palabras, pertenecientes al himno "O salutaris hostia", sin conmoverse casi hasta las lágrimas. Decía que la vida del hombre se da en la nostalgia de esa perdida patria a la que anhelamos retornar.
Evoco un bello canto de mi infancia: "Oh María, madre mía, oh consuelo del mortal, amparadme y guiadme a la patria celestial"... La patria celestial... Todos nos encontraremos en ella alguna vez, porque de ella venimos todos y porque todos somos hijos de un amoroso Padre.
¡Hasta mañana!..