Releo a los escritores del 98. Los leí en mi primera juventud, antes de esta segunda que ahora vivo, más plena y más letificada aún.
Releo a los escritores del 98 -Unamuno, Baroja, Valle, Ortega y Azorín- y subrayo palabras que ellos usan y que jamás he usado yo: soterraño, testudo, retemplar, moharracho, cosque, serano, añoradizo, orzado, leyendaria, teso, brezar, socallo, escaramujo, rocambre, molla, trasantier... Cuán ricos de palabras esos hombres, y cuán ricos de ideas. Los mira mi indigencia y los admira.
Más de cien años cumplió ya aquella generación llamada del 98. Rancios se antojarán ahora sus escritos, y con sabor a tierra. Pero tuvieron esos escritores una virtud suprema: amaron a su patria con entrañado amor y nos la revelaron en toda su verdad cuando hablaron, en el opulento español del Siglo de Oro, de aquella España empobrecida.
Paso y repaso esas antiguas páginas y al volverlas siento en el rostro un aire de nobleza e hidalguía, prestigios de la España eterna a la que no pueden quitar gloria ni un siglo ni cien.
¡Hasta mañana!..