El hijo pequeño de un amigo mío le contó:
-Papá: en el colegio hay una niña con un nombre muy raro.
-¿Cómo se llama? -preguntó mi amigo:
Su hijito le contestó:
-María.
Y es que ahora las niñas ya no se llaman "Lupita" sino "Yajaira" o "Elisema". Tampoco los niños se llaman "Pedro" o "Juan", sino "Patrick" o "Neil".
Cosas de moda son los nombres. Su riesgo está en que el nombrado no es nunca el nombrador. Quiero decir que nadie escoge el nombre que lo acompaña de por vida. A mí me gustaría haber llevado el de mi padre: Mariano. Pero en vísperas de darme a luz mi madre vio en el cine "La dama de las camelias", y del cine salí llamándome ya Armando. No me disgusta el nombre, aunque gerundio, pero debería quizás haber alguna ley que nos permitiera escoger nuestro nombre al llegar a la mayor edad. Así no habría tanta pobre gente que lleva su nombre como se lleva una pesada cruz que debe cargarse hasta el final.
¡Hasta mañana!..
