J U E V E S
Tú no lo vas a creer, pero, de pronto mi computadora se volvió loca, con lo cual, no sólo escribía con el tipo acostumbrado lo que yo imprimía sino que cuando le daba la gana lo cambiaba por otro. Un lío, pues, también, por su propia voluntad, hacía sus renglones más chicos o más grandes y otras lindezas por el estilo. Total que, no sabiendo de las computadoras más que lo que hago a diario, es decir, escribir en ella estos renglones, me vi precisado a ponerla en manos de un especialista que, ya ven ustedes, la metió en cintura. Para ello tuvo que llevársela ayer miércoles bien entrada la tarde, y traerla ahora jueves; pero, volvamos al
L U N E S
Como te decía la semana pasada, estos días han sido de un revisar fotos que no veas. Pero, valió la pena porque, por ejemplo, entre ellas encontró Elvira una en la que aparecen Octavio González Reyes, Donaldo Ramos Clamont (f), y el que esto garrapatea, promotores iniciales de la idea del PATRONATO PROMOTOR DE LA CULTURA Y MEJORAMIENTO DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS Y ASISTENCIALES DE TORREÓN, ASOCIACION CIVIL, nombre larguísimo que de inmediato, por conveniencia publicitaria, fundimos en el logotipo ?PAPRO?, con el que pronto cumplirá 22 años haciendo el bien a los necesitados, pues su fecha de nacimiento fue el 3 de febrero de 1983.
Sus actuales principales dirigentes y responsables son los licenciados Donaldo Ramos Torres y Antonio Burillo Schavón. El cambio más importante que se ha realizado en el ?PAPRO? es que en su primera época ayudaba a las instituciones asistenciales, y hoy atiende directa y personalmente a los propios necesitados, autorizándoles citas con médicos especialistas, proporcionándoles medicinas, sillas de ruedas, etcétera, y hasta becas.
Octavio González Reyes y yo, supervivientes de los primeros días, felicitamos a los creyentes del servicio social que siguen dando vida al ?PAPRO?.
M A R T E S
Los tiempos cambian, nos empezaron a decir desde hace mucho. No porque antes no cambiaran, siempre lo han hecho, unas veces más, otras menos, pero siempre. No obstante, lo que cambia con el tiempo es lo superficial. Lo fundamental sigue firme. La mentira sigue siendo la mentira , y la verdad, la verdad. Pero, como una mentira lleva a otra, el que cuenta una contará cientos. Cosa curiosa, lo que se dice de la mentira, no se dice de la verdad; es decir, que no siempre una verdad lleve a otra. Así que es más difícil llevar una vida verdadera que una vida de mentirijillas, que puede volverse de grandes mentiras, porque, además, como alguien observó, muchas mentiras no necesitan de palabras, se dicen en silencio.
Lo peor del caso es que la mentira suena bien, secreto que le descubrieron un día los políticos, y se aprovecharon de ello desde entonces.
La verdad, sabiendo que prevalecerá se volvió confiada, y como es tan dura pocos quieren escucharla. Por eso León Daudi decía que lo malo que tenía la verdad es no ser, siquiera de vez en cuando, mentira.
Por otra parte, a medias no existe nada, y qué bueno. O la mentira es mentira y la verdad, verdad, aunque en algunas ocasiones nada parece más mentira que la verdad. La mentira se dice hasta no queriendo, en tanto que la verdad tiene que ser siempre, consciente de sí misma.
M I É R C O L E S
Baluarte del protestantismo fue Gustavo Adolfo, rey de Suecia allá por los años de 1594 ? 1632, y su intervención en la guerra de los Treinta Años fue un compromiso entre el deber religioso y la ambición territorial. Hombre de hierro, valiente y piadoso, fue educado para ser campeón del luteranismo.
Su padre lo dejó cuando el país estaba en guerra contra Dinamarca, Rusia y Polonia. Gustavo terminó las dos primeras y continuó la guerra contra los polacos hasta que le derrotaron en Prusia. Entonces intervino en la guerra de los Treinta Años por motivos contrapuestos. Gustavo estaba completamente del lado de los protestantes, alegrándose cuando éstos eran perseguidos por el emperador Fernando II. Él se creía libertador por la voluntad de Dios. También el emperador podía, con el tiempo, ocupar los puertos del mar Báltico y amenazar Escandinavia. Vigilado por Europa y despreciado por Fernando, quien escribió: ?este rey de la nieve va a derretirse cuando venga hacia el sur?, Gustavo salió de Suecia en 1630, convencido de que moriría luchando. Una ventaja inicial le facilitó la alternativa de invadir Austria o perseguir a Tilly, que mandaba las fuerzas de la Liga Católica, hacia occidente. Con poco acierto, a lo que ahora parece, decidió hacer lo último e invernó en Maguncia; allí rodeado de príncipes y ministros extranjeros, sería considerado el árbitro del norte de Europa. Hubo más victorias, resultado de la nueva táctica móvil de Gustavo: Ulm, Augsburgo y Munich cayeron. Richelieu nos dice que ?después de Munich, Europa entera tembló?. Y después de atacar al ?condottiere? Wallenstein súbitamente en Lutzen, Gustavo, que debido a antiguas heridas no llevaba armadura, fue materialmente destrozado en la niebla.
El espectáculo de las guerras religiosas es rara vez satisfactorio a los ojos modernos; los protagonistas se nos antojan cristianos musculosos que han dejado que sus emociones ofuscasen su razón. Gustavo, que a sus creencias religiosas unía la inteligencia de un estadista y un sentido común notable ?renunció a su primer amor para casarse con otra mujer por el bien de Suecia-, queda muy por encima de todo esto, y merece respeto.
J U E V E S
Volviendo a lo de la verdad, uno que siempre la anduvo buscando o, al menos no se cansaba de decir que la buscaba a diario fue Friederich Nietzche. Y si le preguntaban si la había encontrado, decía: ?Sí; pero el hombre tiene necesidad no de una verdad, sino de muchas verdades. Las usa continuamente, las deteriora y necesita otras verdades nuevas?.
V I E R N E S
Resulta que algunas de las niñas y las jovencitas desaparecidas no lo estaban tanto, y se habían ido de sus casas por su propia voluntad por la sencilla razón de que ya no aguantaban a sus mayores tanto como lo hacían las generaciones anteriores.
Dice y repite una publicidad muy vista y oída que ?hablando se entiende la gente?. El problema es que para hablar se necesita razonar y eso no le es tan fácil a los padres nacionales, cuyos principios son los mismos de los suyos, es decir, que en una conversación entre padres e hijos, los chicharrones tronadores de los progenitores siempre están presentes, y así no se puede, no digo llegar a alguna parte, ni siquiera comenzar ninguna plática.
Ante una situación como ésta es fácil entender que las chicas, que si bien concurren a la escuela también ven diariamente por varias horas la televisión, donde esto de escaparse es cosa de todos los días, opten por hacerlo. El problema no es, pues, ni la huida ni la localización. El problema es que ese tipo de padres entiendan que el tiempo de sus chicharrones tronadores se acabó; que ahora ya no se manda a los hijos, se les entiende, y se hace todo lo posible para que ellos, a su vez, les entiendan o las escapadas seguirán en aumento con los daños consecuentes para sus hijas.
S Á B A D O
Alfonso Daudet sostenía la doctrina de la no existencia de sinónimos.
Decía que nunca dos palabras sustituyen exactamente la una a la otra, con significado igual. Le preguntaban la diferencia entre vanidad y orgullo. Y decía:
Totalmente distintos. La vanidad es un vestido; el orgullo es un estado del alma.
Jules Renard explica en su diario que Víctor Hugo murió sin haber leído un solo libro de Daudet. Y eran amigos. Pero después de conocerse, Hugo le dijo: Espero que me mandéis alguno de vuestros libros. Daudet le dijo que no, porque temía que no lo leería. Y a que también temía no encontrar una dedicatoria que les dejara contentos a los dos. Y cuando Hugo le decía que seguía esperando el libro, Daudet le contestaba que seguía con sus temores.
Y D O M I N G O
El drama de este país es que no hemos acabado de vencer a la serpiente. JOSÉ CLEMENTE OROZCO
