L U N E S
Hay gente que, a partir de cierta edad, empieza a levantarse vieja. No me explico por qué. El cumplir años, que es la razón que aducen, no debiera serlo. Los años lo que hacen a la perfección es enseñar a prolongar la juventud, no a cansarnos de ella, que es lo que les pasa a los que descubren el miedo de cumplir años.
Cada día nuevo trae consigo una nueva alegría. La luz del día se ha renovado durante la noche para despertarnos por la mañana con un nuevo brillo, quizá con el recuerdo más bello de nuestro pasado que explica la sonrisa de nuestros labios. ¿Y tú, de qué te ríes? De nada ni con nadie; sólo sonrío por la posibilidad de hacer de este nuevo día el mejor de mi vida. ¡Poca cosa! Poca cosa, pero oportunidad que no se puede obtener sino atrapándola y usándola sin desperdicio.
Esta soledad que se ha hecho a mi alrededor no me la he hecho yo, me la ha proporcionado la misma muerte que la semana anterior se llevó a papas y a monarcas, y que por años se ha ido llevando a mis amigos, dejándome los justos para llenar mis semanas. A los vivos escucho, con ellos como, y con ellos hablo, pero no del pasado, que es un morir a medias, sino del futuro, que es el que, a todos, nos mantiene vivos.
M A R T E S
México es una maravilla. Desde que dejó de ser nuevo (Nueva España) hasta que, recobrada su antigüedad, llega al presente con toda su vejez a cuestas, no ha dejado de perder; siempre ha estado, de la manera que haya sido, perdiendo algo. Hoy, según la noticia, a toda plana, porque vale que se sepa, ha perdido 19 mil empleos. ¡Y luego nos dicen flojos!
Los trabajadores no son los encargados de crear empleos. Ellos son lo que son, y con eso tienen bastante. Otros son los creadores de empleos, o al menos los que deberían de crearlos y no dan una. A lo mejor por no parar, haciéndose presentes en todas partes, olvidándose de su talacha, la que deben hacer a diario para que las cosas en México se mantengan, más o menos, bien. Que bastante tenemos con el tiempo que nos hace perder el zorro López Obrador que sigue haciéndose una publicidad que pagan otros y le valdrá para lo que ustedes saben.
La cuestión es que, al parecer, los que pudieran abrir fuentes de trabajo no las pueden abrir porque el solo intento les hace perder una cantidad de tiempo increíble, que no están dispuestos a desperdiciar.
Cuando que en esto la política debiera ser facilitar los trámites necesarios:
Usted abra su fábrica o lo que sea, ¡pero ya!, y después nos arreglamos.
Pero, no. En México desde hace mucho tiempo la cosa es al revés: Primero nos arreglamos, o no, y después abre lo que quería o no, si no nos arreglamos. Y con esa actitud, como se decía al principio seguimos perdiendo lo que haya que perder.
M I É R C O L E S
Muchos actos crueles se imputan a Cambises, rey de los persas y de los medos y todos pueden tenerse por ciertos en quien hizo matar a su hermano Esmerdis y a su hermana, para disfrutar completa la herencia de su padre Ciro el Grande. Pero hay uno que se repite constantemente, y es éste:
En cierta ocasión preguntó a Presaspes, su favorito: ?¿Qué se dice de mí??.
El favorito olvidando que para serlo de un tirano hay que abstenerse de decir la verdad cuando ésta no le favorece, le dijo que todos admiraban sus grandes cualidades, y que sólo le censuraban lo mucho que bebía.
Rió el tirano y siguió bebiendo y después de apurar muchas copas en compañía de Presaspes, mandó traer al hijo de éste. Colocó al muchacho en el extremo de la estancia, le puso la mano izquierda en la cabeza y anunció que le tiraría con su arco al corazón. Lo hizo y el pobre chamaco cayó atravesado el pecho por la flecha. Seguidamente Cambises mandó abrir el todavía palpitante pecho de la inocente víctima y mostrando al padre la saeta clavada en medio del corazón, le preguntó: ?¿Me ha temblado el pulso??
A lo que el miserable favorito Presaspes, contestó: ?El mismo Apolo no lo hubiera hecho mejor?.
J U E V E S
Las calles de la ciudad se iban desllenando de los montículos de grava que durante semanas las ocuparon para poder pavimentarla y principiar así a terminar con aquellos remolinos que por esas épocas se levantaban asustando a los extraños. ¿Desde cuándo, nosotros mismos, no vemos uno? Bueno, pues todavía hay gente que nos visitara entonces, le tocara uno y no lo olvida.
El marqués de Berna nos visitó por entonces y tuvo suerte, se la pasó sin ver uno, en tanto que nosotros descubríamos que un marqués era igual que cualquier gente, y más si vestía como un hombre común y corriente.
Resulta que con los títulos se nace, se logran en la vida, y hasta se compran si se quiere o si se puede, pero ninguno de ellos viste. Hay quien con ellos sigue siendo un infeliz, y hay quien sin ellos alcanza notoriedad, como en aquellos años lo hacían Antonio Moreno o Ricardo Cortez en Hollywood que comenzaba a hacer la fama de algunos nombres latinos.
De Hollywood nos llegaría a nosotros pocos después un nombre:
Ramón Novarro Samaniego, que nos sigue llenando de orgullo, por haber hecho el mejor ?Ben Hur? que se haya hecho para la pantalla grande. De la Casa Arocena lo vimos salir una tarde en que en ella lo agasajaron con una comida, años antes de que desde uno de los balcones de la misma lanzaran a la calle un platillo de otra que armó un escándalo. Así es la vida.
V I E R N E S
Convenido por los Reyes Católicos con el emperador Maximiliano de Austria el que su hija Margarita casara con el príncipe de Austria, vino ésta a España para unirse a su esposo (marzo 1497). A causa de la guerra con Francia, tuvo que hacer el viaje por mar; furiosa tempestad desatóse. Juguete el barco de la conducta del furor de las olas, su tripulación creía ya llegada su última hora. Era la princesa animosa, no en balde nieta de Carlos el Temerario, brillaba por su vivacidad y discreción, gustaba de las letras y hacía versos. De tal manera conservó en medio de aquellos peligros su serenidad y buen humor, que dirigiéndose a uno de sus acompañantes, le encargó, sonriendo maliciosamente, que si moría ahogada y su cadáver, aparecía, hiciese que sobre su sepulcro se grabase el epitafio por ella misma compuesto en medio de aquellos trances y cuya gracia estriba en ajustarse exactamente a la realidad, pues Margarita había estado casada con Carlos VIII de Francia, que antes de consumar el matrimonio se la devolvió a su padre. Decía así: ?Aquí yace Margot, señorita muy bella; / tuvo dos maridos y murió doncella?.
La princesa arribó felizmente a España, y su enlace con el príncipe don Juan se confirmó en Burgos el 3 de abril de 1497, pero cuatro meses después quedóse viuda.
S Á B A D O
Si Heráclito dijo o no que nadie se baña dos veces en el mismo río sería porque desde donde estaba pudo mirar en futuro nuestro Nazas, en el que ya no corre agua que valga la pena.
Uno de los viejos placeres de los laguneros fue, durante muchos años, ir año por año a ver crecer el Nazas, mientras comían naranjas o comían cañas, según la época. La cuestión es que la imposibilidad de bañarse dos veces en él no sólo es ahora cosa cierta porque el agua de un río nunca es la misma sino, también, porque el nuestro ya ni agua lleva.
Y D O M I N G O
El pueblo mexicano no tiene por qué aprender la democracia. Los que tienen que aprender la democracia son quienes nos gobiernan. Los gobernadores. Los altos burócratas. Los funcionarios del gobierno.
Tienen que aprender a oír. Nunca oyen. OCTAVIO PAZ