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MIRAJES

Emilio Herrera

L U N E S

A mi computadora le dio por descomponerse desde este lunes que hoy cuando intento escribirlo es más jueves por la noche que otra cosa, pues la descompostura, parece, ha sido de esas tan serias que al que le tocó arreglarla maldijo al día que decidió dedicarse a tales afanes.

Menos mal que Job y yo cuando nos encontramos, cosa que sucede de vez en cuando y casi siempre de madrugada, acabamos descubriendo cierta afinidad que nos acerca y que el primero en notar fue Norberto Valdés (q.p.d.): la de vaquetones, así lo decía él, es decir la de calmados y cuerudos. Así que, eso me hizo soportar como si nada la enfermedad de este aparato que para mí sigue siendo una máquina de escribir con una pantalla que, esa sí, me apantalla, pues puedo corregir en ella fácilmente, y sin dejar rastro, lo que cuando escribía esta columna en mi vieja “Olivetti” borrar los errores de dedo constituía la mitad de la tarea.

Claro que hay que buscar dentro de nosotros mismos el sentido del humor con que hayamos sido dotados por el buen Dios, porque si no sí que estas pequeñas tragedias, ¡y para qué las queremos mayores! acabarían con nosotros. Es en las pequeñas cosas en las que hay que sacar a dar una vuelta a nuestro mucho o poco humorismo, ya que con las grandes cosas lo único que podemos hacer es admirarlas.

M A R T E S

No sé si todos mis lectores sepan que una vez existió una mujer cuya fama fue muy conocida por mis mayores. Se llamó Lola Montes y era bailarina. Paseó por escenarios de todo el mundo unos supuestos bailes españoles aunque no sabía bailar, según dicen ni era española. Había nacido es Escocia, su padre se llamaba William Gilbert y su madre Margaret Plivier. Pero era una mujer muy atractiva, seductora en extremo y de muy bella figura. Fue, durante algunos años, la favorita del rey de Baviera Luis I.

En Berlín, donde actuaba, Lola Montes asistía a las grandes maniobras organizadas por Federico Guillermo IV en honor del zar. Asustado por las salvas de artillería, el caballo de Lola se encabritó y se lanzó contra el estrado real. Un gendarme detuvo el caballo y lo golpeó. Lola enfurecida, cruzó de un latigazo el rostro del gendarme, y huyó al galope. Al día siguiente, la policía se presentó en su casa a hacerle pagar una multa por lo ocurrido. Ella rompió el papel y arrojó a los agentes los trozos a la cara.

Este hecho se comentaba después en París. Y se cuenta que Alejandro Dumas decía: Esa Lola merece que en adelante, la llamen la mujer del Latigazo. Se ha conducido como un auténtico mosquetero. Y Téophile Gautier añadió: ¡Es la sangre española!

Una sangre española, si todo es verdad, muy bien imitada.

Un siglo después, otra mujer, Marilyn Monroe, en el curso de una gira triunfal llegó a una estación donde la esperaba una multitud. Ella, asustada, preguntó a uno de los que la acompañaban: ¿Qué debo hacer? Al otro sólo se le ocurrió aconsejarle: Baja de espaldas y habla conmigo, que bajaré detrás.

M I É R C O L E S

La famosa trágica francesa Rachel estaba dando representaciones en San Petersburgo. Rusia estaba entonces terminando victoriosamente la guerra de Crimea. Y un general, vanagloriándose de los éxitos militares del ejército ruso, vino a decir que ningún ejército europeo sería, si llegara la hora, capaz de detenerlos. Dijo a la actriz:

Iremos hasta París y os aplaudiremos allí, y brindaremos con vuestro buen champaña.

Rachel , muy patriota , le contestó:

Muy gentil de vuestra parte; pero me parece oportuno advertiros que Francia no es tan rica como para dar de beber champaña a todos sus prisioneros.

La bella actriz murió joven, a los treinta y siete años. Tuvo varios amoríos tempestuosos. No llegó a casarse, pero sí a tener dos hijos naturales. Poco tiempo antes de morir escribió su última carta a una amiga.

Era el 22 de diciembre y la fechó a 1 de enero. Dijo que le ponía una fecha avanzada para obligarse a vivir algunos días más. Murió el día cuatro de enero, Cuando habían pasado tres días de la fecha de su carta.

J U E V E S

El leonismo de nuestra ciudad viene cumpliendo sus primeros sesenta y cinco años de edad. Nació el 24 de febrero de 1940. “65 años dedicados al servicio de los menos afortunados le han dado grandes satisfacciones”.

Los socios fundadores de este club fueron los señores Santiago Villarreal, Dr. Enrique G. Ostos, Luis Cavazos, José Garza González, Antonio P. González, Dr. Luis López Aranda, Dr. Francisco Madrid, Ramón Montaña, L.G. Hogg, Elías Murra Marcos, Carlos I. Marcos, Alberto Rodríguez, Carlos Sparrow, Jesús del Valle, Emilio Marcos, Lic. Lorenzo Dávila M., Luis Ávila, Manuel Cavazos; el primer presidente del club fue el C. L. Santiago Villarreal Garza.

La Casa del Anciano fue construida en 1954 por el Club de Leones de Torreón, A. C. En terrenos donados por el Gobierno Federal en lo que ahora es la calle Dieciséis y solicitada por medio de una “retorcedura” hecha por el C. L. Carlos Lira al Licenciado en ese tiempo presidente de la república, Miguel Alemán Valdés en una comida que se le ofreció en el Salón de los Candiles del Apolo Palacio; la Casa del Anciano lleva ahora el nombre Del C. L. que fuera alma mater de esa empresa, el Dr. Samuel Silva y está constituida por un patronato que lo maneja; los Leones siguen colaborando con ellos económicamente y se les da servicio médico constantemente, teniendo esa comisión por más de cuarenta años el Dr. Juan Carlos Casas Gaona (Q.P.D., y posteriormente también el C. L. Dr. Vicente Carrillo Maciel, y el C. L. Dr. Jesús Manuel Sandoval Martínez.”

V I E R N E S

Ahora sí que la acabamos de moler: Ya no nos salvamos, según esta noticia de hoy, ni de nuestros propios diputados. Por algo se dice que, de que la perra es brava hasta los de casa muerde. Y de mordida a mordida las que se dan al erario no tienen desperdicio. Pero, ¿quién no las da ya por estos días a todos los erarios, gubernamentales o federales?

En los viejos tiempos mahometanos dicen que las esposas del profeta por su calidad de madres de sus hijos tenían derecho de meter mano en las arcas del gobierno y sacarlas llenas de monedas. Al parecer, entre nosotros y más en los últimos tiempos ese derecho ha crecido, se ha vuelto familiar, y todos, hasta los hijos políticos del mandamás en turno se lo adjudican.

Ellos serán, seguramente, los pobres de que se nos hablaba durante las campañas que llevaron a sus papis al lugar que hoy ocupan, y a cuya sombra ellos, primero cumplen sus caprichos Las Vegas incluidas, y luego se hacen ricos con el sólo objeto de no acabar pobres, para que nadie les prometa nada ni les use como pretexto.

Por supuesto, no todos los legisladores son corruptos; pero, de todas maneras, ¿qué hacen los que no lo son que no se unen, no sólo para señalar a los que sí lo son sino, incluso, para renegar de ellos, para negarse a sentarse a su lado, para excusarse a convivir con ellos?

No se pueden quejar de ganar poco. A alguno de los últimos reyes franceses, un amigo le recomendaba que no les pagara a sus diputados, y el aconsejado le reveló que les pagaba para que no lo robaran. No tuvo felices resultados. Los legisladores, supongo que en todas partes, han encontrado diversas maneras de “ahorrar” su propio dinero, y ya se ve que muchos de los nuestros no son la excepción.

S Á B A D O

Desde que yo tengo recuerdos de esta naturaleza todos los políticos que salían al interior a hacer campañas políticas en pos de la presidencia, desde el primero al último venían a redimir a los pobres, pero, al parecer, los pobres son tercos y no quieren dejar su pobreza, o los que han alcanzado la presidencia resultaron poco convincentes. La cuestión es que nuestros pobres no se acaban y, antes bien, poco, pero siguen creciendo.

Todo es, pues, cuestión de suerte: o naces rico, o naces pobre. Y todo se reduce a esto. Y en cuanto a los pobres, ya se sabe, tienen su orgullo y si les salen con aquello que los van a sacar de pobres y sólo les llevan de comer o cosa por el estilo, lo más seguro es que ni caso les hagan a sus protectores.

En México lo que se necesita es que el Presidente de la República, nuestros señores diputados, los empresarios busquen, entre todos, la manera de crear trabajos. Eso es todo lo necesitan nuestros pobres para empezar a ser menos. Si los dueños del dinero se dieran cuenta de que creando empleos se harían más ricos ya estarían creando más trabajos.

Pero, ni siquiera eso. No son lo suficientemente codiciosos como para querer ser más ricos, sólo cuidan lo que tienen y con eso tienen bastante.

Y D O M I N G O

Todos, sin excepción, estamos destinados a trabajar. Lo mismo el niño, desde el momento que empieza su preparación para la lucha por la vida, que el anciano que está en vísperas de rendir la jornada, y todavía presta a la colectividad el servicio de su consejo como producto de su experiencia. SALVADOR ALVARADO

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