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MIRAJES

Emilio Herrera

L U N E S

Las cosas pequeñas, dijo alguna vez Henri Barbusse, si se ponen muy juntas, son más grandes que las grandes.

Esto es una verdad como un templo; sin embargo, pocos son los que están dispuestos a poner su pequeñez junto a la de los otros, y cuando alguien les convence, obligándolos, todavía discutirán su lugar, arriba o adelante, se oponen a ir atrás, sin entender que la cuestión es ir.

¡Será que, en el fondo, todos los mexicanos somos enemigos unos de otros, enemistad que disfrazamos todo lo posible de lo que sea? Es una lástima.

Si los mexicanos aprendiéramos sólo eso: a ponernos juntos uno con otro, ¿se imaginan ustedes lo que seríamos capaces de hacer? Las próximas elecciones acaso serán la oportunidad que se nos ofrece para hacer cambiar nuestro porvenir.

¡Qué lástima que todavía no veamos a los hombres, o las mujeres, capaces de llevar a nuestro país a cumplir su misión en este mundo, porque a estas alturas ya deberían de haber aparecido, y nada!

Sí, claro, suenan nombres, pero los hombres y las mujeres a que pertenecen, ¿qué han hecho para merecer que se les lleve a dónde quieren ir? No se puede dar todas nuestras esperanzas a alguien por el sólo hecho de que no se tiene a nadie más. Y la prueba ya la hemos experimentado.

Cuidado, pues.

M A R T E S

Cuentan que Popea, la mujer disoluta que fue esposa de Nerón, murió en el año 65 de nuestra era, No se sabe, exactamente, la edad que tenía al morir, pero sí que se casó primero con un tal Crispuno y después con un noble romano llamado Otón, cortesano del emperador. Nerón había oído hablar de la belleza de Popea y le dijo a Otón que no conocía a su esposa, que la llevara a palacio y se la presentara.

Nerón prendado de Popea , mandó al marido de gobernador a una lejana provincia y con el nombramiento le dio una orden: que dejase a su mujer en Roma. Otón obedeció y Nerón mandó a su emisario detrás del viajero con orden de matarlo en la primera oportunidad, que no tardó en presentarse. Y Popea tuvo residencia oficial en Roma, como favorita del emperador.

Tenía fama Popea de ser la mujer más bella de su época. Y la mitad del tiempo la dedicaba a embellecerse, y la otra mitad a ejercer de la mujer más bella del imperio. Dicen que para conservar intacta su belleza se bañaba todos los días en leche de burra. En uno de los anexos del recinto imperial se habilitó un establo para cuatrocientas burras, y los esclavos ordeñaban todos los días a tantas como eran necesarias para llenar el baño de la emperatriz.

Se decía que después del baño diario, sus esclavas le secaban el

cuerpo con plumas de cisne y se lo frotaban con suaves pieles de armiño.

M I E R C O L E S

Como en las últimas semanas el que más, el que menos, todos hemos visto, gracias a la televisión, el obelisco que decora la Plaza de San Pedro en Roma, y que antes estaba dentro de la Basílica vaticana, vale la pena contar que:

El 10 de septiembre de 1586 ciento cuarenta caballos y ochocientos hombres bajo las órdenes del arquitecto Fontana se disponían a elevar el obelisco sobre su pedestal. Sixto V para evitar cualquier distracción o confusión que pusiese en mayor peligro la ya arriesgada maniobra había ordenado que se guardase profundo silencio bajo pena de muerte. Llegó un momento de terrible ansiedad, de duda y desesperación, cuando las caballerías y las máquinas que tiraban de las cuerdas agotaron sus fuerzas, y las cuerdas mismas, sometidas a una tensión extraordinaria, amenazaban con ceder, con romperse. Parecía imposible que el suntuoso y pesado obelisco llegase a la altura y se pusiese vertical; ya se esperaba el terrible estruendo de la pesada mole al estrellarse contra el suelo, y algunos espectadores, los más avanzados, procuraban retirarse silenciosamente.

En lo crítico de aquellos instantes y en medio del silencio de miles de personas

angustiadas, resonó una fuerte voz: “¡Mojad las cuerdas!”.

Fontana, como iluminado por una revelación, obedeció; y las cuerdas con la propiedad de disminuir notablemente de longitud, y ganar, por lo tanto, en resistencia, cuando se humedecen, secundaron un nuevo esfuerzo

de hombres y bestias y elevaron el enorme monolito sobre el pedestal.

Entusiastas y delirantes aclamaciones rompieron entonces el silencio. El que había dado aquel grito fue levantado en hombros y llevado a la presencia del Papa, a quien pidió perdón, disponiéndose a sufrir la pena de muerte. Sixto V le recibió con los brazos abiertos y le dijo: Pide lo que quieras el Papa te lo concederá de antemano. Y así fue.

J U E V E S

Lo bueno de la vejez es que exige, para aminorar su inexorable marcha, un uso moderado del alcohol. Si no se cumple con esta condición la vejez se vuelve triste. Pero, lo malo es que un porcentaje bastante grande de adultos, ya no digamos de jóvenes, insiste en hacer de todo acercamiento al alcohol un disparate, el de consumirlo hasta embriagarse. Y no. No se trata de eso. Pero, de ello viven bien los que lo venden.

En realidad hay grupos, o al menos los había en mis mejores tiempos, que se reúnen para hablar del vino más que para catarlo. El nacionalismo de algunos europeos, por ejemplo, tiene orígenes en su afición al vino, nadie puede perdonar a nadie que tenga vinos superiores, y nadie puede aceptar tenerlos inferiores; pero, se juntan más que para beber para discutir sobre el alcohol embotellado.

Talleyrand dijo una vez: “El coñac se mira, se huele, se calienta en la palma de la mano . . . y después de habla de él. ¿Beberlo? Una copa o dos son más que suficientes.

Ir a dónde sea tras el alcohol embotellado para tomarlo hasta acabárselo es, y seguirá siendo, la mayor estupidez del mundo.

V I E R N E S

Los viejos nombres se olvidan. ¿Desde cuando, por ejemplo, no

escuchamos el de Nostradamus? Fue aquel astrólogo y adivino francés que

se hizo muy famoso cuando algunas de sus predicciones escritas en verso

en su libro “Siglos” resultaron ser verdad. En una de ellas había escrito : “El león joven vencerá al viejo en una lucha terrible y en extraño duelo.” Cuando Enrique II murió accidentalmente en un torneo en 1559, parecía que la profecía se había referido a él y, con este motivo aumentó el número de los admiradores de tradamus. Otra de sus predicciones decía así: “El gran baladrero, desvergonzado y audaz, será elegido jefe del ejército; sus intentos serán descarados, el puente se romperá en dos, la ciudad se morirá de miedo.

Nuevamente, después del acontecimiento, la profecía se interpretó

como refiriéndose a Cromwel: el puente roto era el Parlamento. Nostradamus empezó su vida como médico. Estudió en Montpellier y se estableció en Salón, cerca de Aix en Provence, donde se supone inventó aquel específico tan buscado durante el siglo XVI: un remedio para combatir la peste. La astrología y la magia eran más lucrativas que la medicina. y Nostradamus, muy sagazmente halló el medio, la credulidad de los hombres y, a la vez, conseguir, para él, riquezas y honores. Catalina de Medicis y más tarde Carlos IX se contaban entre sus más devotos clientes; y Catalina le mandó a Blois para que leyera el horóscopo de los jóvenes príncipes. Era de origen judío, siendo posible que su fama esté relacionada con la gran reputación de la cábala, el sistema oculto judío de interpretar las Escrituras.

S A B A DO

Volvemos a lo mismo de siempre: ¨¡Cómo pasa el tiempo! Ayer apenas era el recién llegado; el tercero de los Emilios y, si sus padres andaban alegres como dicen que en ocasiones muy especiales se ponen las castañuelas, ni pienses cómo andarían de anchos los abuelos, pregonando el tan esperado advenimiento, sobre todo por haber sido, como fue, varón, por donde quiera que iban y a todo el que saludaban le soltaban aquello de: ¡Pues, fíjate, que Emilio y Lili . . . ; ¡que sí; que les llegó un varón¡ . . .

Y ahora resulta que aquel recién llegado se ha transformado, allá en Monterrey, en el recién ido. Que sí; que se ha casado; que acaba de casarse, y en esas andamos, así que con tal acontecimiento familiar, estos renglones no dan para más. ¡Chao! Nos veremos la próxima semana.

Y D O M I N G O

El amor lleva en sí su propia plenitud.

AMADO NERVO.

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