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MIRAJES

EMILIO HERRERA

L U N E S

Alguien lo dijo una vez, y lo dijo bien: que contra lo único que no se puede hacer nada es contra el pasado, el pasado propio, que contra los otros pasados cada quien hace lo que puede, sobre todo los políticos. Si como dicen algunos, la muerte no manda, el pasado sí, según dicen muchos.

Y mírelo como lo mires, allí está siempre, dañándote o siendo el aval de tu futuro.

Allí tienes hoy a Creel que tan bien que iba, y en unas cuantas horas se ha fabricado un pasado con eso de los centros de apuestas que lo va a andar persiguiendo durante las próximas elecciones.

¿Contra quién lucha igualmente hoy Michael Jackson si no es contra un pasado lleno de rostros infantiles? Y al ?hermano incómodo? ¿qué lo persigue si no es su propio pasado?

Para aquéllos que tratan de conquistar lo que sea, lo que vale no es lo que se le suponga puede alcanzar por sus valores, sino lo anterior a ello, lo que ya sea un firme pasado, ello le hará más fácil o difícil la victoria que pretenda. El hombre no está hecho de futuro y ni siquiera de presente, está hecho única y exclusivamente de pasado. Eso es lo que vale: lo que fue capaz de hacer. Y no estamos hablando de dinero, aunque éste también vale.

El presente, como dijo Carlyle es la viviente suma total del pasado.

M A R T E S

A través de los años Adla Dipp Varela se ha pasado su vida de canción en canción. De canciones llenó la vida de sus amigos. De sus amigos de aquí, y de sus amigos de Mexicali y Tecate. De canciones llenó la vida de Alfredo Jaik Villarreal, con quien casó precisamente en aquella última ciudad en 1946, hasta donde el conocido lagunero tuvo que ir por ella, aunque ella había nacido aquí, en La Dalia.

Entre nosotros ha vivido la mayor parte de su vida, el resto, después del sensible deceso de Alfredo, en aquellas ciudades bajacalifornianas. Ahora, está aquí nuevamente.

Durante la década de los cincuenta cuando menos una noche a la semana sus amigos les visitábamos para disfrutar de las últimas canciones de Lara y de Curiel que todos sabíamos y hasta más o menos vivíamos como recién casados que éramos entonces, y las de otros compositores que hebdomadariamente nos descubría Licha, como era más conocida Adla en los tiempos en que en un Volkswagen cabíamos once de nosotros: los Maya, los Motola, los Fernández, los Daher, los Herrera y Rafael del Río. Este último sólo fue una vez, porque dijo no tener voz y se negó a cantar, aunque para mostrar su buena voluntad se paró de manos a la mitad del ruedo.

Pues bien, de aquellas noches, y de otras por el estilo que ha pasado con los suyos, Adla/Licha comenzó a hacer memoria de las canciones que las llenaron y con ellas ha colmado las páginas de ?A través de los años?, el libro que hoy nos entrega, y que empezando, con el ?Aburrido me Voy? de Pardavé acaba con todos los tangos menos uno. Toda una vida intensamente vivida entre canciones, que sigue viviendo cada día con la misma vehemencia, gracias a su buena memoria. ¡Que Dios te la conserve, comadre!

M I É R C O L E S

de los últimos días lo único que nos dan es la seguridad de que todos los que nos han manejado desde la capital, particularmente del setenta para acá no hay por dónde tomarlos, y si no a ellos en lo personal a sus familias, pues a todas ellas por lo único que les ha dado es por enriquecerse, y si éste o aquel familiar ha tenido que dar con sus huesos en la cárcel, echa sus cuentas, incluso las de su edad, y acepta, pensando que dentro de diez años es posible, como se dice, que todos estemos calvos, pero que los cien o doscientos millones de pesos que les esperan cuando dejen la cárcel bien lo valen, ya que ese dinero les servirá para que nadie vea su calvicie, y cuando llegue el momento, sus herederos les sigan llevando flores al fosal.

Y así no se puede llevar a México a la grandeza. Para ello hay que trabajar en lo que a cada quien le corresponda, lo mismo barriendo que legislando. Lo individual está sujeto a lo colectivo. Alguien dijo alguna vez esto que es cierto: ?El poder deja de ser impotencia solamente cuando, dando su oportunidad a algunos talentos, permite elegir unos seres dignos de confianza, encomendarles una misión, y hacerles plenamente responsables de su ejecución.? Entre nosotros lo malo es que, si bien en su oportunidad encontramos y elegimos a los talentos, éstos, al final, por lo que sea, se sienten defraudados y, en sus últimos momentos, acaban defraudando, no a quien los puso sino a México.

J U E V E S

No sé si es porque entonces no nos fijábamos, o porque no se fijaban en ello los que hoy nos lo hacen ver, pero, a lo mejor es cierto lo que France señala acerca de que en este mundo cada uno de nosotros representamos el papel que nos ha señalado el poeta autor de esta comedia que llamamos vida y que, por lo tanto, es cosa buena que el traidor traicione, que el falso mienta, que el incestuoso peque con sus hijas, que el asesino mate.

Todos tenemos a algún conocido al que durante años hemos visto dirigirse sin duda de ninguna especie hacia algo que pudiera ser la meta de una vida, en este caso la suya, pero que, en un momento dado gira y empieza a caminar al parecer hacia ninguna parte entregando a esta labor todo su talento y brío.

¿Será, pues, que efectivamente, todos vengamos a este mundo a hacer algo que no pasa de ser un papel, y que, por lo tanto, eso de que alguien llegue a ser el arquitecto de su propio destino no pasa de ser una paparruchada, la más paparrucha de las paparruchas?

La cuestión es que, en más de una ocasión todos hemos despertado inseguros acerca de lo que hacemos, y ni siquiera nostálgicos de lo que antes hacíamos y que nuestros amigos consideraban exitoso sino de aquello que les parecía pérdida de tiempo.

V I E R N E S

Algo que se va perdiendo cada vez más son los sueños. Ya no se sueña, como antes.

El hombre se ha acostumbrado a comprarlo todo, y a venderlo aunque sea a plazos, en abonos. El hombre ya no espera, quiere y a ello se acomoda.

Como ya no sueñan, han perdido el gusto por la fiesta ? esto me lo recordó la sola vista de Licha/Adla, que hacía una fiesta de todo. Y no es el costo lo que impide la alegría ni el endurecimiento de nuestros tejidos, es que hoy todo se quiere obtener comprándolo sino como que se le resta importancia, como que no la tiene.

El hombre, y la mujer actuales, quieren, en todo, ver claro. Y ésta es una aspiración peligrosa, por eso se inventó la media luz que es la que impera en muchos espectáculos y aun en muchas casas de nuestros amigos que quieren a los suyos y no quieren decepcionarlos cuando por ellos son visitados.

Cuando Elvira y yo acompañados de Donaldo y Laurita visitamos ?Maxims? en París, nos dimos cuenta de que su luz era como salmonada sin más motivo, según nos dijeron quienes lo sabían, que cuando los visitara la Duquesa de Windsor los asistentes la vieran veinte años más joven.

Hoy, claro, con tantos concursos de belleza por todas partes, y con tantas jóvenes hermosas lo mismo arriba que abajo, y no se diga a los lados, en este terreno no hace falta soñar, lo admito, la realidad ha superado a los sueños. ¡Qué le vamos a hacer!

S Á B A D O

Platón, dicen, era sobrio, moderado, trabajador, paciente, afable y muy comprensivo para los defectos de los demás. Decía:

?El verdadero filósofo enseña la virtud más con el ejemplo que con las palabras. Los hombres no necesitan preceptos. Cualquiera, sin precepto ninguno, puede llegar a tener muy buen sentido. Lo único que necesitan los hombres son ejemplos. La vida virtuosa suele ser incómoda al principio, y nada ayuda tanto a vivirla como ver a otros que la viven con alegría?.

Platón invitó a comer a un ciudadano ateniense llamado Timoteo. Y le sirvió una comida frugal. Al día siguiente Timoteo le visitó.

He venido a darte las gracias por la comida de ayer, le dijo, y como Platón, sorprendido, le recordara que ya se las había dado, le aclaró: No del todo. Hasta hoy no he sabido que tu comida ha hecho que me encuentre bien al día siguiente.

Cicerón fue uno de los grandes admiradores de Platón. Decía: Prefiero equivocarme con Platón, que tener razón con otros filósofos contra Platón. Y cuando uno le preguntó si creía que Platón se había equivocado alguna vez, le dijo: Lo creeré el día que tú me lo demuestres.

Y D O M I N G O

Dadme buena política y os daré mejores finanzas. MARIANO ARISTA

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