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MIRAJES

EMILIO HERRERA

L U N E S

Adán y Eva fueron, indudablemente, una pareja feliz. Sin vecinos, no tenían con quién compararse: ni envidiaban ni eran envidiados. Y cuando supieron para qué habían sido hechos de inmediato se pusieron a ejercerlo cuando y donde les daba la gana. Esto fue lo que desagradó al Señor quien, de vez en cuando se sorprendía de lo que por su cuenta eran capaces de hacer sus criaturas. Y así, los adanes y las evas que en este mundo había hace diez años, por ejemplo, habían llegado ya a seis mil millones, todos los cuales seguían haciendo, píldora o no píldora, lo mismo que sus primeros padres, y poco nos equivocaremos si decimos que la población mundial aumenta en doscientos cincuenta mil sus habitantes diariamente.

Pero, no es como en el cine. En el cine todos viven como les corresponde sin que nadie les pregunte contra quién giran; en la vida real el Señor no se preocupa de ello. Al hombre le dio vida, como siguen haciendo muchos hombres, al parecer por su ejemplo, abandonando de inmediato a su pareja, diciéndole con cierta ironía: ?¡Qué Dios te ayude!?. Y ésa es la diferencia, porque, al menos en ese campo el Señor no tiene memoria, más bien tiene desmemoria. Y sin embargo, los que saben dicen que si los que tienen (los que verdaderamente tienen, no los que presumen de tener), aceptaran una contribución del uno por ciento anual de su riqueza a la educación primaria de todos los niños del mundo, que es como un seguro de buena vida, sería cosa hecha, pero aquellos señores, al menos hasta ahora, han tenido otras cosas en qué pensar, que no son, precisamente, la educación de los niños de este mundo.

M A R T E S

Las elecciones próximas han hecho que, al menos, quienes van a votar recuerden a doña Democracia. Vamos a ver lo que algunos han dicho de ella en el transcurso del tiempo.

SHAW: La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección debida a una mayoría incompetente.

ORTEGA: Cuidado con la democracia. Como norma política parece cosa buena. Pero la democracia del pensamiento y del gesto, la democracia del corazón y la costumbre es el más peligroso morbo que pueda padecer una sociedad.

BÉCQUER: La democracia acaso deba entenderse así: los vicios de unos pocos puestos al alcance de todos.

ARISTÓTELES: La democracia tuvo su origen en la creencia de que, siendo los hombres iguales en cierto aspecto, lo son en todo.

LATZARUS: El arte de la política, en las democracias, consiste en hacer creer al pueblo que es él quien gobierna.

LOWELL: La democracia otorga a cada uno de los hombres el derecho de ser el opresor de sí mismo.

EMERSON: La democracia se basa en la convicción de que existen posibilidades extraordinarias en el pueblo medio.

M I É R C O L E S

Ahora que se anda detrás de gente capaz de gobernar se me vienen a la memoria aquellos hombres de los que empezaron a hablarnos cuando cursábamos cuarto año de primaria, Pericles, por ejemplo. Como vivió del 499 al 429 a. de C. protegió al escultor Fidias, al que tuvo que encarcelar para librarle de sus enemigos, con tan mala suerte que fue asesinado en la cárcel.

Pericles fue un gran orador y sus argumentos muy convincentes.

Siempre que hablaba salía triunfante. De él decía Tucídedes que ?estando derribado y hundido, decía estar en pie de guerra, convence y todo mundo le cree y le sigue. A lo que añadía: ?Hombres así son los que el pueblo necesita, si no para estar bien gobernado, al menos para vivir confiado.

En sus ?Vidas Paralelas? Plutarco cuenta que después de una guerra ganada, presentó sus cuentas al pueblo y rogó que le dijeran sinceramente, si las aprobaban o no. Una de las partidas era la siguiente: ?Cien talentos gastados en lo que se tuvo por conveniente?. Y el pueblo reunido aprobó todas las cuentas, pero al llegar a esta partida, la aprobó con aplausos, para demostrar así la confianza que tenían en su gobernante.

Ya en su lecho de muerte, rodeado de sus amigos, todos comentaban mucho de lo bueno que había hecho por su patria. Uno hablaba de la magnificencia de los edificios, otro de la economía, otro del florecimiento de todas las bellas artes. Pericles, aunque moribundo, les escuchaba. Pidió que le ayudaran a incorporarse y les dijo: No olvidéis: Bajo mi autoridad nadie en Atenas ha tenido que llevar luto por mi culpa.

J U E V E S

Hace algunos días escuché, dicho por labios de una joven y hermosa señora, nada menos que el verbo atreverse. Pocos son ahora los que se atreven. Y, sin embargo, la historia con todas sus historias, nacionales, locales y hasta familiares, que por eso es universal, está hecha de atrevimientos. Si el hombre no se hubiera atrevido a todo lo que se ha atrevido acaso ya no existiera sobre la tierra, o su historia sería totalmente distinta. La lucha contra el mamut es, seguramente, uno de tantos de sus primeros atrevimientos. O el comerse la manzana, si tú quieres.

Por supuesto, a través de los siglos, desde el principio del mundo, sólo son capaces de atrevimientos quienes son o se sienten más fuertes que los que les rodean, trátese lo mismo de genios militares, políticos o santos.

Alejandro realizó toda una epopeya que trascendió los siglos con sus atrevimientos que cambiaron el mundo en que había nacido, legando a la humanidad otro enteramente distinto al morir joven, como los dioses.

César se atrevió a pasar el Rubicón, límite que le tenía determinado el Senado romano, haciendo huir a Pompeyo a quien después derrotó en Farsalia. Más tarde derrota al Rey del Ponto y dice al mundo su famosa frase: ?Vine, vi, vencí?.

Hablando de nuestra ciudad y aun de la comarca en general, para todos ha sido una fortuna que hayan venido a quedarse aquí gentes atrevidas de todas partes del mundo, o casi. ¿qué hubiesen hecho los pusilánimes con las tremendas avenidas del Nazas, qué con las secas?

V I E R N E S

Los políticos que no tienen buena memoria no llegan muy lejos, pues la memoria no sólo les es útil para saludar sino, también, para recordar acontecimientos políticos y a quienes anduvieron en ellos y cómo les fue ; pero, sobre todo, para no olvidar atenciones a superiores que son como escalón en su carrera. Una memoria política verdaderamente prodigiosa dicen que fue la de Disraeli, jefe del partido inglés conservador en tiempos de la reina Victoria. Se cuenta que en cierta ocasión discutiendo con Gladstone en el Parlamento, Disraeli citó una frase que era parte de un discurso que el otro había dicho allí mismo hacía tiempo. Al oír la cita Gladstone negó haber dicho en su vida aquello.

Disraeli guardó silencio esperando que su contrario explicase su interrupción. Los diputados que llenaban las bancas del Parlamento hicieron lo mismo. Si una mosca hubiese volado en esos momentos por allí, su vuelo se habría oído. El tiempo transcurría en medio de la expectación general. Uno, dos, tres minutos pasaron y entonces, Disraeli viendo que Gladstone nada más agregaba, comenzó a hablar de nuevo y dirigiéndose a todos los presentes fue repitiendo palabra por palabra el discurso de Gladstone al que había aludido, enfatizando la frase que diera lugar al incidente.

Por lo general, hasta aquéllos que se quejan de ser muy desmemoriados suelen tener para ciertas cosas memoria de elefante, que dicen que es muy buena.

S Á B A D O

Las campañas políticas nos dejan ver con más claridad la inclusión de la corrupción en nuestra vida cotidiana. Cuando hace poco más o menos treinta años López Portillo se dio cuenta de ella lo único que nos pidió a sus compatriotas es que, ?no nos volviéramos un país de cínicos?.

La corrupción entre nosotros empieza desde la escuela, donde se compran y venden exámenes entre los condiscípulos, o la simpatía de las profesoras o profesores con los obsequios adecuados.

Y nada que avergüence al mordedor, que no sólo sabe que su superior muerde más grande sino que le pide una participación de lo que él se atreve a morder.

¿Quién empezó? ¿Alguien se atrevió a morder, le fue bien y siguió, o fue un superior el que ordenó ?muerde? y dame una comisión o, al revés, toma una comisión y dame el resto?

Cada seis años ? antes cada cuatro ? se nos promete lo mismo, que se acabará con la corrupción, y siempre pasa lo contrario, es decir, que cada vez la corrupción es mayor.

Y D O M I N G O

Los diputados, llaga del país. ANTONIETA RIVAS MERCADO

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