Torreón Calidad del aire Peregrinaciones Tránsito y Vialidad

MIRAJES

EMILIO HERRERA

L U N E S

Platicando hace algún tiempo de todo un poco con Gilberto Cavazos Garza me recordó que allá por los siglos VI y V antes de J. C. Grecia llegó a tener siete sabios, que puede que no sean muchos, pero, que ya los quisiéramos para bien nuestro, aunque a lo mejor resultaba para mal de ellos:

En Mileto vivió Tales, que aconsejaba buscar un trabajo y no pensar en nada más que en hacerlo bien, cuando lo tuvieran; Solón en Atenas, quien al que se le acercaba le decía que buscara dentro de sí mismo, en su cabeza; que en ella lo encontraría todo; Periandro gustaba de Corinto a cuyos habitantes les recomendaba que si se equivocaban reconocieran su error y cambiaran de conducta; que todo el mundo puede equivocarse, pero sólo los necios persisten en el error; Cleobulo era de Lindio, donde a sus cuates les decía que no importaba no acudir a celebrar el éxito de un amigo, pero que no dejaran de acudir a su lado en el infortunio; de Lacedemonia era Chilón donde a sus paisanos se las cantaba claras diciéndoles que: Nadie tiene verdaderos amigos ni verdaderos enemigos; cualquier hombre, en cualquier momento de la vida, puede ser tu amigo o tu enemigo, según como te conduzcas con él; Brías era de Priena donde recomendaba a sus simpatizantes empezar con lentitud el trabajo que fuera y continuarlo sin apresuramientos, pero, también, sin interrupciones; y en cuanto a Pitaco era de Mytilene, y a los que le pedían consejo sobre mandar, les decía que tenían primero que aprender a ser mandados y a obedecer.

M A R T E S

A la memoria de don Arturo Rodríguez Meléndez, tan cumplido y especial amigo. Desde hoy, uno de ?Los Nuestros?para siempre.

L E N T A M U E R T E

¡A cuántos que quise he sobrevivido!

ya casi ni lo sé; pero, yo he muerto,

(¡Eso sí que lo sé!), porque es muy cierto

que algo de mí se ha ido

con cada amigo desaparecido.

Me voy quedando solo, esto lo advierto;

tan solo como en el panteón el yerto

amigo tan querido.

La muerte no sucede como vemos;

Morimos poco a poco;

con cada amigo que se va, nos vamos,

y en fila me coloco.

Cultivar amistad cuesta una vida;

si se recobra allá, ¡qué bienvenida!

M I É R C O L E S

Desiderio Erasmo, humanista holandés, era hijo ilegítimo, aunque él lo negó, y le mandaron a un monasterio; pero en él, por lo que pudo comprobar, el estudio, por el cual él sentía pasión, no era visto con buenos ojos. Se las compuso para salir del claustro, y durante muchos años hubo de pasar una vida propia de los eruditos pobres: ?Todo lo que pido es tener ocasión de vivir enteramente para Dios ? escribió - , tiempo para arrepentirme de mis pecados y de mi alocada juventud, estudiar las escrituras y leer o escribir alguna cosa valiosa?.

Bien poco se lee hoy de las obras de Erasmo, como no sean sus cartas incisivas, irónicas. Refiriéndose a un condiscípulo con quien no simpatizaba, escribió: ?Imaginaos un par de ojos hoscos, bajo unas peludas cejas, una frente de piedra, una mejilla que no sabía lo que era enrojecer, una nariz llena de pelos hirsutos e hinchada por un pólipo, mandíbulas colgantes, labios lívidos, una voz parecida a un ladrido de un perro, cara de criminal, con el sello de la deformidad que hace que nos alejemos, como tratamos de evitar los cuernos de una vaca astuta cuando queremos atar heno a ellos. ¡Y pensar que he tenido que enseñar los clásicos a una criatura así!

En Inglaterra (1465/ 1536) encontró muchos amigos y una costumbre deliciosa: ?Cuando uno ? contaba - va de visita a alguna parte todas las muchachas lo besan. Lo besan al llegar y al despedirse. Y cuando uno ha probado cuán suaves son, quisiera uno pasarse la vida en ello. ¡Y de eso hace quinientos años!

J U E V E S

Este año no ha sido muy bueno para nosotros. Nosotros somos aquéllos que nos hemos venido viendo casi desde que nuestros mayores nos soltaron de la mano, o desde que nos conocimos en la primaria, o desde que hicimos una fuerte amistad compartiendo un trabajo o una vocación.

Llegamos a formar un grupo numeroso que mantuvimos por muchos años, tanto que nuestra memoria necesitaba ayuda para no olvidar a nadie, y nos inscribimos mutuas agendas.

Por años, a donde concurriéramos, allí estábamos todos, las manos levantadas, los rostros sonrientes, cuando aparecíamos, unos u otros. De vez en cuando, alguno desaparecía. Cada década se llevaba a varios. En los aeropuertos, donde antes completaban largas filas de regreso empezaron a ralear los conocidos. En los restaurantes donde no hace mucho todavía todos los lugares estaban ocupados por ellos, muchos todavía no han encontrado substitutos.

No estoy seguro de que sea bueno no tener noticias, de alguna manera, de parte de aquéllos que se nos adelantaron. O será que ésa es, precisamente la confirmación de que aquí se acaba todo, y la inmortalidad es eso: la nada, Por qué, vamos a ver: Premio, ¿de qué? Y castigo, menos.

Por larga que parezca esta vida, siempre será efímera, hay que aprovechar cada día, y planear todo mañana, para, si llega, tener algo que hacer con él.

V I E R N E S

¿Recuerdan a Casanova? Uno de los libros más leídos han sido sus ?Memorias?. Según ellas, sabía hacer bien dos cosas: rendir a las mujeres y vivir como un personaje sin un peso en el bolsillo. Estaba en Varsovia y fue recibido por el rey Estanislao Augusto, muy culto y conocedor de los clásicos. El rey le hablaba de Horacio y le preguntó si recordaba algunos buenos versos de este poeta latino. Casanova le dijo que sí y le recitó, no se sabe si en latín, en italiano o en polaco, unos versos de Horacio que, traducidos al español podrían ser así: ?Aquéllos que delante del rey no hablan de pobreza ni piden nada, / reciben más del rey que aquéllos otros que sólo se lamentan y piden?. El rey comprendió la indirecta y manda dar a Casanova doscientos escudos.

En París tenía Casanova un criado llamado Giovanni Costa, que desapareció llevándose dinero y objetos de valor de su amo. Casanova, enemigo de los tratos con la policía, no lo denunció. Años más tarde, en Roma, vio a su antiguo criado, muy bien vestido, sentado en un café, en compañía de una dama muy hermosa. Casanova se acercó a saludarle y le dijo:

Creo que nos conocimos en París.

Si, maestro, y me alabo de haber salido un discípulo aprovechado.

Y Casanova, dirigiéndose a la hermosa dama, dijo:

Como veis, nos ha bastado esto para entendernos. Ahora sólo falta, que vos decidáis entre el Caballero Casanova y su antiguo criado.

Y parece que Casanova después le pidió excusas a su antiguo criado por haberle soplado una conquista. Y al dárselas le dijo: Aún os falta mucho por aprender.

S Á B A D O

?Amaos los unos a los otros?, nos dejaron de encargo. ¡Cualquier cosa!

Que amar es bueno, ni quien lo dude. Pero, que es difícil, tampoco. Ya Rilke lo dejó escrito en alguna de sus páginas. ?El amor de un ser humano hacia otro es lo más difícil que se le haya encomendado al ser humano?.

En todo lo que se refiere al amor yerran los jóvenes muy a menudo y muy gravemente. Ellos en cuya misma naturaleza está el no tener paciencia, se arrojan y se entregan el uno en brazos del otro, cuando los sobrecoge el amor prodigándose y desparramándose tal como son, aun sin desbrozar, con todo su desorden y su confusión. ¿Y qué sucede luego? ¡Qué puede hacer la vida con ese montón de afanes truncados, que ellos llaman su convivir, su unión, y que, de ser posible, desearían llenar de felicidad y, aún más, su porvenir! Ahí se pierde cada cual a sí mismo por amor al otro, y pierde igualmente al otro y a muchos más que han de llegar.

Y D O M I N G O

Hay un elemento típico de la moral social: la envidia hacía los que están en posición que les permita cometer pecados de los cuales nosotros tenemos que abstenernos para no perder el respeto de nuestros amigos. BERTRAND RUSSELL

Leer más de Torreón

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Torreón

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 171745

elsiglo.mx