Ahora sí, más hechos y menos palabras; se acabó el tiempo de las promesas y las sonrisas, de estrechar manos, asumir compromisos y formar Gabinete... llegó la hora de la eficacia administrativa, la honestidad y transparencia en el manejo de los recursos públicos y la ardua tarea de ratificar en los hechos (en forma cotidiana) que el voto de confianza depositado en las urnas es justo y merecido.
Trabajo y más trabajo, ya que eso y nada más, significa el ser gobernador de una entidad federativa. Humberto Moreira asume las riendas de la Administración pública estatal el día de hoy y los empresarios laguneros lo reciben con un reto: la Comarca requiere el ejercicio de un Gobierno cercano a la gente, equitativo para todas las regiones y con rápida capacidad de respuesta; los nuevos funcionarios -el Gabinete- deben demostrar que sus nombramientos no son por amiguismo o acomodos políticos. Nada extraordinario, sólo lo que debe ser.
Los líderes de los organismos cúpula de la Iniciativa Privada lagunera, sentencian que lo único que esperan de Moreira y su equipo de trabajo es trabajo bien hecho, con capacidad, honestidad y dinamismo, en el que se privilegie la agenda ciudadana, por encima de otros intereses. Quedaría agregar que también los ciudadanos esperan el cumplimiento -en tiempo y forma- de todos y cada uno de los compromisos asumidos en el Manifiesto Lagunero, documento firmado por el propio Moreira, primero como candidato y ratificado después como gobernante electo.
Valdría la pena dejar constancia de un hecho irrefutable: la sociedad lagunera ha incrementado en los últimos años su capacidad de respuesta; es mucho más crítica y vigilante y entiende que un funcionario -y por supuesto, el gobernador- es un servidor público obligado por la Ley a garantizar una Administración eficiente y honesta, dinámica y con visión de futuro que facilite a todos los ciudadanos el acceder a mayores niveles de bienestar y progreso. Eso es precisamente lo que se demanda, nada más, y ciertamente, nada menos.
