Tras unas horas de debatirse entre la vida y la muerte, finalmente el pasado sabado por la noche falleció la persona que fue baleada en las instalaciones deportivas del CCH, luego de que fue hospitalizada tras recibir un disparo en la línea media del tórax, informó la Procuraduría General de Justicia del Estado.
El mismo sábado por la tarde, Rogelio Calderón Espinoza, de 40 años, tuvo una ligera discusión con el velador de la mencionada institución, quien al calor de las palabras le acertó un balazo que a la postre sería de consecuencias fatales.
Adalberto Soto Barrientos, de 41 años, es el encargado del acceso de personas a las canchas deportivas que se ubican en el interior de la escuela, por lo cual cobra cinco pesos.
Cabe recordar que el hoy occiso pagó su cuota de entrada, y permaneció por unos minutos dentro de las instalaciones; posteriormente, salió un momento por unas cosas que había olvidado en su carro. Cuando regresó, Soto Barrientos le cobró nuevamente la tarifa; sin embargo, Rogelio se negó a pagar de nuevo, argumentando que ya lo había hecho.
A partir de ese momento se generó una discusión, provocando que ambos se exaltaran y fueran perdiendo poco a poco los estribos.
El deportista se decidió a entrar, ignorando la advertencia del velador, pero éste sacó de entre sus ropas una pistola calibre .25 y disparó contra Calderón Espinoza un solo tiro que posteriormente sería mortal.
La persona fallecida tenía su domicilio en la calle Ciclón del fraccionamiento Las Nubes, mientras que el agresor vive en la calle San Andrés del fraccionamiento San José.
Las personas que acompañaban al hoy occiso rápidamente dieron aviso a la Cruz Roja para que lo atendieran, y de igual manera reportaron la agresión a las corporaciones policiacas, mismas que pusieron al responsable a disposición de las autoridades correspondientes.
Drogadicción en las canchas
Son las 11:30 horas de un martes como cualquier otro. La Unidad Deportiva del CCH permanece abierta para quienes buscan espacios para el deporte, pero también para los que tratan de encontrar lugares dónde ocultarse para consumir drogas.
Diferentes son las zonas de la Unidad donde hay jóvenes y adolescentes, algunos vándalos y otros de tipo ?cholo?. A todos les llama un poco la atención el frontón. Pero lo que más les gusta es fumar marihuana o consumir alcohol y cerveza como si fuese una cantina deportiva.
La persona que cuida la puerta de acceso se limita a cobrar, a garantizar que nadie se le pase sin pagar, aunque él no expide ningún comprobante o boleto para comprobar al deportista que no quiere quedarse con el dinero, sino que es su trabajo.
Por tanto, como su obsesión es el cobro, se le pasa de largo si se brincan jóvenes por las bardas traseras, o si entran como cualquier otra persona y se dirigen siempre a quemar hierba. No le interesa ni hay quién vigile y lo evite.
Mientras, los muchachos se dan vuelo y se hacen dueños de las canchas de frontón y frontenis, escondites ideales para sentar sus reales por horas cada día.