La segunda planta de este centro de abastos se encuentra convertida en una zona de tolerancia
Los fétidos olores de flores echadas a perder y de la descomposición de los desperdicios de frutas, verduras y comida inundan los puestos más cercanos y una buena parte de la calle Patoni.
Es la una de la tarde y hace un poco de calor en el depósito de basura del mercado ?Francisco Gómez Palacio?. Ahí se observa el contenedor lleno de basura, pero hay más amontonada en el suelo.
?Los malos no sólo me perjudican a mí, sino a todo el mercado, porque ahuyenta a la clientela?, expresa el cerrajero Juan Manuel Román Orona.
Recuerda que desde finales del año pasado el servicio de limpia acude sólo una vez al día, en la mañana, por la basura, y este viaje es insuficiente para llevarse todos los desechos. ?Cuando menos debe hacer dos viajes, uno en la mañana y otro en la tarde, pero ocurre que hay días en que no hace ninguno, y ahí se quedan los montones de basura y los malos olores?.
En la planta alta del mercado todo es bullicio, se escucha la algarabía desde los puestos de abajo, los murmullos de las pláticas y la música del conjunto musical. En estas hileras de locales abundan los anuncios de cerveza y bebidas embriagantes.
En este recorrido se observa a un policía en una entrada, en los pasillos están colocadas las mesas de fierro y unas 70 personas sentadas, entre hombres y mujeres, ingieren bebidas alcohólicas.
Algún locatario que se dice respetuoso de sus compañeros hace referencia a que en la parte de los altos del mercado funciona una especie de zona de tolerancia, que afecta la imagen de este lugar.
Abajo alrededor los pasillos en donde operan unos 500 puestos están semivacíos y sus encargados se quejan de que no hay ventas. El corazón de esta manzana ubicada entre 20 de Noviembre, Pasteur, 5 de Febrero y Patoni es sombrío, y lo único que le da color son las múltiples variedades de flores, uno de los principales giros del interior.
Catalina Rosales de Camargo es una de las vendedoras que ofrece a los ?marchantes? sus flores. Señala que en ningún otro lugar se encuentra flor natural ni plantas medicinas más baratas. Tiene 50 años de locataria y es una de las más antiguas, y se emociona por un proyecto de remodelación que pudiera hacer más atractivo este sitio.
Pero reconoce que los locatarios no son dueños de sus puestos, porque son propiedad municipal, y sus ocupantes pagan un derecho, por lo que esa gran inversión correría a cargo de las autoridades.
Un inconveniente más es que no hay unión de los compañeros, que pudieran promover actividades y obras para revivir este mercado, y señala que también requieren promoción, mucha promoción para atraer a los visitantes, y se queja de que uno de los grandes problemas es que los duranguenses no visitan su mercado.
Respecto de lo angosto de los pasillos reconoce que todos los puestos están ?salidos?, y eso reduce los espacios.
José Ángel Flores Landeros conoce el mercado desde principios de 1960 porque es desciendente de un locatario. Desde 1985 atiende un local de dulces, frituras y productos, cubetas y artículos de plástico, por una de las entradas de la calle Pasteur.
Aunque él abre su local muy temprano, señala que las ventas comienzan después del mediodía, y reconoce que muchos de sus clientes son compañeros. ?La lógica, dice, es que si ellos tienen ventas, yo también tengo ventas?.
Expresa su aprobación a un proyecto de remodelación del mercado que permitiría hacerlo más atractivo, y volver a los tiempos en que esto parecía un ?hormiguero?, pero también expresa que primero debería haber más unión.
En la entrada principal de la calle Pasteur, que consta de una fachada de cantera, hay locales de artesanías con el alacrán de Durango. Uno de éstos es atendido por Argelia Solano Arellano. Sobre las ventas dice que no hay. En este pasillo la entrada se estrecha y apenas hay espacio para dos personas.
Aclara que no es la dueña del local, y que así como ella hay muchos empleados, tiene años trabajando, y reconoce que saca más con la venta de nopales que ocupan un pequeño espacio del local.
El auxiliar de la Administración del mercado Francisco Gómez Palacio, Ricardo Marrufo Calderón, aclara que los frentes y los alrededores de este lugar son propiedad privada, y que el mercado en sí está al centro.
Señala que existen alrededor de 500 locatarios, en su mayoría localizados en la planta baja, y reconoce que sería bueno que se pudiera realizar un proyecto de rescate de este lugar.
En un plano del mercado colgado en oficina se leen los nombres de los propietarios de este bello edificio: Fernando Martínez Tapia, Federico Romo Gutiérrez, Pedro Mata, Yalila Zarur, Manuel Huerta Cisneros, entre otros.
Reconoce que la remodelación del lugar costaría millones de pesos, pero está seguro que los dueños estarían dispuestos a participar.
500 locatarios hay en el mercado Francisco Gómez Palacio