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Muere precursora de comunismo en Chile

Fue una de las principales opositoras a la dictadura de Augusto Pinochet, Gladys Marín fue la primera que presentó, el 12 de enero de 1998, una querella contra el ex dictador.

Santiago de Chile, (EFE).- La dirigente comunista Gladys Marín, "La Pasionaria chilena" o "la Roja de Todos", como muchos la llamaban, murió hoy de cáncer cerebral sin ver al ex dictador Augusto Pinochet condenado por los juicios que ella inició.

Los restos de la dirigente, que falleció a las 04:00 GMT de este domingo en su domicilio, rodeada de familiares y allegados más íntimos, son velados en la sede del antiguo Parlamento chileno, en el centro de la capital chilena.

Mientras el Gobierno del presidente Ricardo Lagos decretó un duelo oficial de 48 horas por su fallecimiento, miles de personas han hecho largas filas para rendir un último homenaje a una mujer cuya figura traspasó las barreras ideológicas y fue respetada por amigos y adversarios políticos.

Considerada uno de los mayores símbolos de la resistencia contra la dictadura de Augusto Pinochet, Gladys Marín fue la primera que presentó, el 12 de enero de 1998, una querella contra el ex dictador, por delitos de genocidio, secuestro, asociación ilícita e inhumación ilegal durante la dictadura (1973-1990).

Según cifras oficiales, en ese período 3.197 personas fueron víctimas de la violencia política a manos de agentes del Estado, entre muertos y desaparecidos.

Marín, de 63 años, murió a consecuencia de una asimetría cerebral maligna, descubierta en septiembre de 2003 y por la que fue operada dos veces, en Suecia y Cuba.

De oficio profesora de educación básica, la dirigente fue miembro de la Juventud Católica antes de ingresar a las Juventudes Comunistas, en 1958, habiéndose destacado, además, como dirigente gremial del profesorado.

"La Roja de todos", como la llamó la prensa, en un símil con el apodo popular que recibe la selección chilena de fútbol, siempre luchó por los pobres y fue una gran defensora de los derechos humanos, primero desde la clandestinidad y después en la calles y los tribunales de este país.

El golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que derrocó al presidente Salvador Allende, sorprendió a Marín en su tercer período como diputada y ocho meses después debió salir al exilio con rumbo a Holanda.

Sin embargo, por su espíritu de lucha contra la represión militar regresó en 1978 a su país, con identidad falsa y pasaporte español, para luchar contra la dictadura durante más de diez años.

La dirigente nunca dejó de perseguir judicialmente a Pinochet y en julio de 2003 su partido presentó otra querella contra el general, por su eventual responsabilidad en el llamado "Caso de la calle Conferencia".

En dicha operación, en mayo de 1976, los organismos represivos de la dictadura secuestraron e hicieron desaparecer a una decena de dirigentes comunistas, entre ellos a su esposo, Jorge Muñoz.

En agosto de 2004, acusó a Pinochet de ordenar la remoción de restos de detenidos desaparecidos.

Marín despertó señales de simpatía y afecto en todos los sectores políticos, pese a que ideológicamente era considerada una marxista ortodoxa, refractaria a los cambios y reacia a adaptarse a las nuevas condiciones políticas existentes en Chile.

"Nunca dejamos de ser amigos, pese a las cosas que nos dijimos por la prensa", afirmó hoy, tras acudir al velatorio, el ministro del Interior, José Miguel Insulza, con quien la dirigente mantuvo encendidas polémicas.

Los homenajes a "su consecuencia y honestidad" fueron los más repetidos entre personalidades públicas y dirigentes que la recordaron hoy, tras su muerte.

En marzo de 2003, el Presidente cubano, Fidel Castro, condecoró a Gladys Marín, con la Orden "José Martí", la más importante que concede el Consejo de Estado de la isla, en reconocimiento a sus "relevantes méritos y solidaridad".

La vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Mireya García, afirmó que "el legado que nos dejó lo vamos a hacer nuestro y vamos a seguir buscando a su marido, con el que sabemos se va a reencontrar en el más allá".

Hace un año, cuando ya el cáncer minaba su salud, Marín afirmó que los comunistas no dejarán de buscar a los detenidos desaparecidos que dejó la dictadura Pinochet.

"No vamos a descansar hasta que Pinochet reciba el castigo merecido", afirmó Marín el 28 de marzo de 2003 cuando recibió del ex presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, la medalla "Augusto César Sandino".

El ex dictador perdió su inmunidad como ex gobernante por los crímenes de la "Operación Cóndor" y también por el asesinato del general Carlos Prats, aunque este último aún debe ser revisado por la Corte Suprema.

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