Gómez Palacio

Muerte, espejo de vida

Héctor Hernández Morales Y Daniel Estrada Ortiz

El charro cabalga en su brioso corcel a través de la imaginación de un pueblo celoso de sus tradiciones y su historia

NOMBRE DE DIOS, DGO.- La muerte es el destino inexorable de toda vida humana y es natural que genere miedo y angustia su realidad, sobre todo cuando se observa de cerca el peligro de morir o cuando afecta a los seres queridos.

No obstante, el miedo por los muertos parece ser sólo cosa de mayores, mas no de niños. Las nuevas generaciones cambiaron de mentalidad, se ríen y hasta disfrutan de las tenebrosas pláticas de los viejos convertidas al paso de los siglos en leyendas como parte de la lectura popular.

Persiste la creencia en las personas mayores de muertos que se aparecen, como el charro cabalgando en su brioso corcel por el Camino Real, el espanto del Mercado Progreso, la Llorona y Uraján de Luna, de quien aún se conserva su cráneo en el templo de Jesús de Nazareth.

?Día de Muertos?, 2 de noviembre, fecha propicia para desempolvar parte de los coloquiales comentarios y traer a la memoria algunos episodios que para la gente tienen algo de verdad y leyenda.

Voz popular

Para Margarita Estrada Hernández, de más de 60 años de edad, algunos muertos regresan porque dejaron algo pendiente, tal es el caso del fantasma del Mercado Progreso, que hasta altas horas del día aparece abriendo puertas, por las noches hay quienes han escuchado lamentos y ruidos de cadenas.

Este lugar en tiempos de la Colonia era utilizado como mesón de los españoles y después mansión de gente rica, se presume que existe un tesoro y por eso el penar del fantasma. Al preguntar a los niños sobre el particular se ríen y dicen no creer en esas cosas, pero los adultos se retiran con el Jesús en la boca, otros hacen de ese sitio un punto de reunión tomando de banco dos lápidas antiquísimas.

Comentó doña Margarita ?un señor se encontraba cenando como a las nueve de la noche en la fonda que atiende desde hace 26 años en el Mercado, cuando de repente aparecieron dos manos huesudas que tocaron los hombros del cliente?.

La reacción fue sorpresiva y espantó a quienes fueron testigos de la inusual experiencia, sin embargo Margarita comenta poco la historia, ya que la mayoría de la gente no cree en este tipo de sucesos, que ella asegura haber presenciado en varias ocasiones.

Ella asegura que después de las diez de la noche se escuchan ruidos extraños en las paredes adjuntas al Mercado, incluso hace pocos días se prendían y apagaban las luces pasadas las nueve de la noche sin que ninguna persona se encontrara ahí.

Extrañas manifestaciones

Jacobo Agustín Peinado Ochoa, encargado del inmueble, platicó que algunas personas, entre ellas el antiguo velador de la cárcel municipal, en la noche han visto pasear en varias ocasiones por la calle Francisco Zarco, antes Camino Real, a un charro cabalgando.

La razón por la que se presentan seguido estas manifestaciones extrañas es porque debe haber dinero enterrado en este lugar, agregó que doña Ninfa, una anciana de Nombre de Dios, le comentó que en una ocasión cuando era niña, en un cuarto del predio se le apareció una señora vestida de blanco que le entregó una moneda de oro. Situación que le causó una fuerte golpiza por parte de su padre, pues él creyó que la infante le estaba robando el dinero que tenía ahorrado.

?Ahora se ha dejado de hablar de espantos, pero eso no significa que éstos hayan desaparecido, persisten las leyendas que algo tienen de verdad?, expresó Peinado Ochoa.

Panteón Municipal

Peinado Ochoa platicó la experiencia de las mujeres que escucharon ruidos en el Panteón como si estuvieran excavando a las tres de la tarde, lo que les llamó la atención. Al acercarse para ver a través de unas rejas, observaron que la tierra de una de las antiguas tumbas de 1836 era removida hacia arriba, por lo que no se quedaron a saber más, ?le avisaron a talones?.

Uraján de Luna

El cráneo que se encuentra custodiado en una vitrina en el templo de Jesús de Nazareth pertenece Uraján de Luna, héroe indomable que murió al ir a pelear a la capital de la Nueva España por el derecho del agua.

Juan de Luna, como se tiene registrado en los archivos históricos, vivió a finales del siglo XVIII en una choza humilde, como todo indio, en las orillas del pueblo de San Francisco, donde los habían confinado los conquistadores por mandato de don Luis de Velasco, gobernante de la región.

El Virrey repartió solares para labrarlos y para construir casas, pero escaseaba el agua, ya que los españoles la acaparaban en su totalidad. Después de cinco años Uraján de Luna logró consolidar sus gestiones.

Pero un día cuando Uraján aplicaba el riego a sus cultivos sintió que le faltaba el agua y fue a revisar sus acequias encontrando que alguien se la estaba robando; al corregir el crucero donde le robaban el agua, el ladrón llegó por la espalda y le propinó fuerte golpe con azadón en el cráneo que le cortó la existencia.

Hoy la gente comenta que lo han visto con machete en mano por la calle que lleva su nombre, cierto o no lo dicho ha prevalecido a través de más de tres siglos, en que el mejor testimonio es su propia calavera en exhibición en el tempo de Jesús de Nazareth.

Cultos prehispánicos y religiosos

En el México contemporáneo hay un sentimiento especial ante el fenómeno natural de la muerte y el dolor que produce. La muerte es como un espejo que refleja la forma en que se ha vivido y el arrepentimiento. Cuando la muerte llega, se ilumina la vida. Si la muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo la vida.

Haciendo una confrontación de los cultos prehispánicos y la religión cristiana, se sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección son los estados del proceso que enseña la religión Cristiana.

De acuerdo con el concepto prehispánico, el sacrificio de la muerte -el acto de morir- es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el espíritu se entrega a Dios, como deuda contraída por haber dado la vida.

Pero el cristianismo modifica el sacrificio de la muerte. La muerte y la salvación se vuelven personales, para los cristianos el individuo es el que cuenta.

Las creencias vuelven a unirse en cuanto que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte.

Vestigios perdidos

Con motivo del ?Día de Muertos?, la gente se alista para visitar a sus seres queridos en los panteones como el de Nombre de Dios, que por la fundación de este pueblo en 1563 debería tener las lápidas más antiguas de la entidad, más no es así, no pasan del siglo XIX, los vestigios se han perdido al paso de los siglos.

Solamente queda el templo de San Francisco, primera misión de los franciscanos, puerta de la evangelización del Norte de América y al decir de la gente, cuando han realizado excavaciones a los alrededores de este sitio histórico han encontrado osamentas, se cree que son del siglo XVI.

En aquel entonces los templos eran panteones de las familias connotadas, como la parroquia de San Pedro, la Hermita, Jesús de Nazareth, que datan de hace más de cuatro siglos.

El Panteón Municipal fue restaurado en 1985, durante el trienio de Adelaido Maldonado Flores, pero hay lápidas de 1836 y de mayor número de 1900 a la fecha.

Esta semana, el Panteón lucía limpio de sus pasillos, donde se encuentra una gran cruz al centro del descanso; los trabajadores del Ayuntamiento a cargo de Ramiro Soto Luna retiran el escombro y basura, mientras las llamas consumen el pasto seco.

Soto Luna expresó: ?todo debe estar pulcro para la visita de cientos de personas que año con año traen flores a sus fieles difuntos?.

Don Ignacio Escobedo, un anciano que limpiaba la tumba de sus seres queridos comenta: ?el desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos?. Es decir, ?la muerte puede ser una venganza a la vida, porque nos libera de aquellas vanidades con las que vivimos y nos convierte, al final, a todos por igual en lo que somos, un montón de huesos, solamente polvo?.

?El desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos; es decir, la muerte puede ser una venganza a la vida, porque nos libera de aquellas vanidades con las que vivimos y nos convierte, al final, a todos por igual en lo que somos, un montón de huesos, solamente polvo?.

Voz popular

Leer más de Gómez Palacio

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 177971

elsiglo.mx