Chula de bonita después de restaurar mi baja estima comprando trapos y tirando baba en San Antonio Texas a donde mi alma naca me arrastra de tiempo en tiempo, salí de la casa temprano con el propósito de realizar sólo dos “mandaditos” -así dice mi mamá cuando no quiere decir a dónde va.
Un par de trámites insignificantes pero impostergables que no me tomarían más de quince minutos cada uno. Después a casita para ponerme al corriente con mis quehaceres atrasados por el viaje. El tránsito lento y agresivo estaba previsto, por lo que repté con buen ánimo hasta la avenida Reforma donde unas patrullas cerraban el paso y “háganle como quieran”.
Fue así como cientos de automovilistas con los motores encendidos contaminamos una buena hora dando vueltas sin lograr salir de aquel megatotal camote. Tratando de exorcizar un ataque de nervios, encendí “Radio Perrona” donde en permanente campaña presidencial repiten ad nauseam las maravillas que ha obrado entre nosotros el pejegobierno.
Así estaban las cosas cuando un hombre agitando los brazos frente al parabrisas me ofreció un espacio para estacionarme en la calle mediante la razonable cuota de treinta pesitos. Ya para entonces había perdido la autoestima recién restaurada y lo único que deseaba era arrojarme por la ventanilla para respirar mi dosis de monóxido en libertad; por lo que aproveché la oferta del land lord y quebrándome, quebrándome todo; abandoné el auto y caminé algunos kilómetros hasta el lugar donde debía realizar el primero de mis “mandados”.
Envalentonada después de realizar en unos cuantos minutos la primera tarea, me sentí mejor dispuesta para emprender la segunda. De vuelta en mi nave y peleando el terreno palmo a palmo entre ambulantes que ofrecían entre los autos, juguetes, discos, cuchillos, paraguas, gorditas de nata -que compré y comí compulsivamente campechaneadas con la lectura del periódico- logré avanzar algunos metros.
Agotadas gorditas y periódico, volví a encender Radio Perrona, donde por un noticiero me enteré que no tenía la menor posibilidad de ir a ninguna parte ya que un pequeño grupo de colonos en protesta por la tala inmoderada de árboles en la zona, había bloqueado la avenida Reforma.
En ese momento se me tronaron todos los chips, empecé a mentar madres a todo lo que daba, y ahí sí para que vean, odié al Peje y a sus antecesores que por lo que hemos podido comprobar, sólo utilizan el Gobierno de esta capital como trampolín para saltar de ahí a la silla presidencial. Y eso que todavía nos falta lo más tupido, por lo que tal vez para realizar mi segundo mandadito tendré que esperar hasta después de 2006.
adelace@avantel.net