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Mujer en el altar/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno facultad de conceder la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este

dictamen debe ser considerado como

definitivo por todos los fieles de la Iglesia”.

Juan Pablo II (1984)

Juan Pablo II rechazó la posible ordenación de mujeres en una carta pastoral de 1984 titulada Ordinatio sacerdotalis. Con ello mantuvo una tradición que se remonta cuando menos a principios de la edad media. Pero es una tradición que discrimina injustamente a más de la mitad de los católicos -a las mujeres- y que debilita a la Iglesia Católica.

La jerarquía se ha opuesto tradicionalmente a la ordenación de mujeres con el argumento de que Jesús solamente escogió a hombres como sus apóstoles. Esto indicaría que él mismo no las consideraba dignas o adecuadas para el sacerdocio. La Iglesia sólo estaría siguiendo este ejemplo al negar hoy la ordenación de mujeres.

Pero Jesús no hizo más que actuar bajo las reglas de la época en que vivió, una época en que las mujeres eran sistemáticamente discriminadas. Si hubiera vivido en la actualidad, no hay duda de que habría sido más justo con las mujeres. La madre Teresa de Calcuta habría sido más digna para el sacerdocio que muchos párrocos que conocemos y que violan constantemente sus votos.

Jesús, de hecho, mostraba ante las mujeres una apertura inusitada para su época. Así, defendió a una sorprendida en adulterio de una multitud que pretendía apedrearla (Juan 8:5). Eran varias las que lo seguían constantemente en su ministerio y sólo ellas permanecieron con él hasta la muerte en la cruz: María su madre, la hermana de su madre, otra María mujer de Cleofás y María Magdalena, entre otras (Juan 19:25, Mateo 27: 55-56).

El argumento de que Jesús no escogió a ninguna mujer como apóstol, y por lo tanto ninguna puede nunca ser ordenada, no tiene mucha lógica. En efecto, todos los apóstoles de Jesús eran judíos, pero nadie pretende que el sacerdocio católico debe estar reservado a los judíos.

En las comunidades primitivas de cristianos sí había mujeres en el ejercicio del sacerdocio. Libros como Mujeres en el altar de Lavinia Byrne y Cuando las mujeres eran sacerdotes de Karen Jo Torjesen, así como algunos ensayos de Giorgio Otranto de la Universidad de Bari, dan cuenta de este hecho. Un fresco de una antigua basílica romana ofrece, por ejemplo, las imágenes de santa Práxedes, santa Priscila, la Virgen María y una cuarta mujer identificada como la obispa Teodora. Una tumba en la Calabria meridional, a su vez, tiene una inscripción de homenaje a una presbítera llamada Leta. Otras inscripciones del cristianismo del primer milenio hacen referencia a mujeres en el ejercicio del sacerdocio.

El rechazo a la ordenación de la mujer viene de tiempos en que la Iglesia dejó de ser perseguida, con lo que perdió el sentido de solidaridad de los primeros cristianos. Empezó así a ser manejada por una jerarquía compuesta exclusivamente por hombres, los cuales veían a la mujer como un ser sucio que era fuente del pecado original y de la tentación sexual.

Para el padre Richard McBrien, teólogo e historiador de la Universidad de Notre Dame, quizá la institución católica de educación superior más respetada en Estados Unidos, el tema de la ordenación de las mujeres es relativamente menor. En una entrevista en el programa de televisión “Sixty Minutes” de la cadena CBS declaró el tres de abril: “Las mujeres van a ser ordenadas. Hacia eso se mueve la historia. Pronto eso ya no se va a discutir. El celibato también va a desaparecer; porque si no, nos vamos a quedar sin sacerdotes. Esos temas son poco importantes”.

Para el padre McBrien lo realmente importante es que un mundo que cree que la acumulación de poder y riqueza es la norma de la felicidad, se interese en las necesidades de los pobres: “El control de la natalidad, la ordenación de las mujeres y el celibato son pequeñeces en comparación con los retos reales que enfrentará el nuevo Papa”.

Quizá. Pero si esas “pequeñeces” no se resuelven, la Iglesia Católica tendrá enormes problemas para convertirse en una institución que promueva realmente la justicia social y la palabra de Jesús.

¿SACERDOTAS?

Hasta 1992 el Diccionario de la Real Academia España sólo daba un sentido masculino al término “sacerdote”. “Sacerdotisa” se refería a quienes realizan sacrificios a ciertas deidades o cuidan de sus templos. En la actual edición electrónica aparece ya una acepción de género común (masculino o femenino) para “sacerdote”, pero una vez más se refiere sólo a quienes realizan sacrificios. No hay palabra, pues, para las mujeres que ejercen el sacerdocio en las comunidades protestantes o que pudieran hacerlo en la Iglesia Católica. Quizá el término más adecuado sería “sacerdota”.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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