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Nacionalismos/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La congruencia es una virtud de las

mentes pequeñas”.

George Bernard Shaw

Durante décadas los gobiernos de los países ricos han recomendado a las naciones más pobres del mundo la apertura de sus economías. Las inversiones extranjeras y el comercio libre, según la filosofía que algunos han llamado el consenso de Washington, promueve de manera automática la prosperidad de los pueblos. Pero si es así, vale la pena preguntarse por qué los que predican no están dispuestos a aceptar esta filosofía para sí mismos.

Dos casos recientes pueden mencionarse en este sentido. El Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos están haciendo todo lo posible para evitar la compra de Unocal, una empresa petrolera estadounidense, por una firma china de capital mixto pero de control gubernamental llamada CNOOC. Con el fin de evitar las reglas relativamente liberales que regulan en Estados Unidos la adquisición de empresas locales por firmas extranjeras, los legisladores estadounidenses tomaron la decisión esta semana de aprobar una enmienda que le prohíbe al Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos de la propia Cámara de Representantes el terminar de manera oportuna su revisión de esta propuesta adquisición. La enmienda legislativa está hecha a la medida para demorar esta posible compra y darle una ventaja a Chevron, que también está considerando una posible compra de Unocal.

En Francia se suscitó hace unos días un caso similar. Corrió el rumor en los mercados que PepsiCo, la firma estadounidense, estaba interesada en adquirir el control de Danone, la mayor empresa de productos de alimentación de Francia, la cual tiene una amplia variedad de productos que se distribuyen internacionalmente y que van desde los yogurts con el nombre de la firma hasta el agua embotellada Evian. La simple posibilidad de la compra, sin embargo, llevó a algunos de los más importantes dirigentes políticos del país a lanzar el mensaje claro de que el Gobierno no permitiría que una empresa que se considera ejemplo de la actividad económica francesa fuera adquirida por una firma extranjera y peor aún, estadounidense.

De hecho, los políticos franceses llegaron al extremo de promover la posibilidad de que Nestlé, también extranjera pero suiza, comprara Danone para poner fin a la amenaza de PepsiCo. Finalmente esta última firma, que tiene una presencia importante en Francia y en el resto de Europa, se vio obligada a emitir un comunicado en el que declaraba que no compraría Danone.

A estos ejemplos pueden añadirse muchos otros de distinto tipo. Así, mientras Estados Unidos preconiza los valores del comercio libre mantiene, con distintas excusas, restricciones al ingreso de los camiones, el atún y el azúcar mexicanos. Tanto la Unión Americana como la Unión Europea pagan cientos de miles de millones de dólares al año en subsidios a la agricultura con lo que distorsionan el comercio internacional y agreden abiertamente a los habitantes de los países pobres que dependen de la exportación de productos del campo.

Puede uno discutir a quién están haciendo daño realmente los políticos de los países ricos cuando aplican estas políticas proteccionistas. Hay razones para pensar que la inyección de capital y la internacionalización de Unocal y Danone tras su adquisición por CNOOC y PepsiCo habrían beneficiado a las empresas adquiridas y a sus países sede. Pero el hecho es que en un mundo en que las mismas reglas deberían aplicarse a todos para generar un campo de juego parejo, los gobiernos de los países más fuertes buscan constantemente modificar estas reglas cuando les conviene o cuando sus políticos así lo piensan.

Cuando Chevron, Electricité de France y otras empresas de países ricos buscan ingresar a los mercados de naciones en vías de desarrollo, como México, piden que se les permita invertir y competir en igualdad de circunstancias con las empresas locales. Y hay muy buenos argumentos económicos para defender su posición.

Pero de qué manera se va a convencer a un mundo escéptico, en el cual el mensaje de los globalifóbicos tiene un atractivo populista evidente, si los mismos gobiernos que preconizan la libertad de comercio e inversión la limitan en sus propios países. Quizá la congruencia sea una virtud de las mentes pequeñas. Pero los políticos de los países ricos nunca convencerán a las naciones pobres de las virtudes de la libertad económica si ellos no están dispuestos a aceptarla para sus países.

EMPRESARIOS Y AMLO

A aquellos que temen que Andrés Manuel López Obrador gobernaría de espaldas a la iniciativa privada cabe señalarles la inauguración ayer del corredor turístico de la avenida Juárez, con la presencia de Carlos Slim, y otras inauguraciones de obras importantes a las que han asistido empresarios de realce. Andrés Manuel no es tonto.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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