Predominan la tristeza, la melancolía y las lágrimas en los menores infractores
Mientras escuchan las mañanitas sus ojos no pueden retener el llanto. Las voces de los niños y adolescentes al compás de la guitarra se escuchan tristes y ellas, en su amor de madres, se duelen profundamente de verlos internados en el Centro de Observación y Orientación para Menores Infractores (COOMI).
En realidad son muy pocas las madres de familia las que han atendido a la invitación de asistir a un festival organizado en su honor con motivo del 10 de mayo pasado. Por eso, algunos de los pequeños infractores están melancólicos.
Pero las mujeres que sí decidieron asistir no pueden sentirse enteramente contentas. Su dolor es grande al ver que sus hijos están encerrados por cometer algún delito.
Isabel Torres Alvarado se encuentra sentada y entre sus manos sujeta una flor de plástico que les ha sido regalada para esta fecha. Establece que, en verdad, se siente muy mal al ver que su vástago no puede ser libre. Cuenta que su hijo fue detenido por participar en una riña callejera pero alega que en realidad él muchacho sólo ?andaba entre la bola?, pero fue a quien agarró la policía.
Originaria de Gómez Palacio, no tiene dinero para viajar y ver a su hijo con la regularidad que quisiera, pero su afán es que muy pronto salga libre. ?Ya quiero que me lo den, ya me voy a hacer cargo de él?, dice.
Quien también anhela con su corazón ver a su hijo en el mundo exterior es Margarita Maiboca. Su hijo de 15 años fue acusado de robo. Hace un mes que ingresó al COOMI y habrán de pasar otros tantos para que pueda reincorporarse a la sociedad.
Llorando dice que atravesaron una época muy difícil. No tenían dinero para suplir sus necesidades y por eso piensa que su hijo optó por hurtar. Ahora los tiempos han mejorado, pero la falta ya está cometida y no queda más que afrontar las consecuencias.
Mariana Trinidad Galindo Talavera, de igual forma, se une a la pena de las otras dos mamás. Ella no se explica la razón por la que su hijo de 14 años insiste en andar por el mal camino. Manifiesta que ella vende semillas en un conocido centro comercial del bulevar Francisco Villa y su esposo es taxista. Asegura que ambos han procurado que el adolescente estudie, pero el resultado ha sido negativo.
Falta a las clases, no les hace caso a sus maestros, se va con sus amigos de vago, expresa la señora con un gesto de inconformidad y luego dice que lo detuvieron por despojar a una señora de su bolsa. Pero a pesar de todo, lo ama y su objetivo es que tenga un mejor futuro.
Las tres duranguenses confían en que la estancia en el COOMI ayude a sus vástagos a rectificar su comportamiento. Coinciden en indicar que sus descendientes han cambiado después del encierro y hasta el momento siente que les han dado a los niños un trato apropiado.
La que no está conforme es Isabel, pero por la conducta despótica que priva en los elementos de policía en Gómez Palacio. Establece que vive en la colonia Independencia, sitio que es afectado por las pandillas, en especial por los que dicen llamarse ?Los Piratas?.
Su descontento es porque los encargados de guardar el orden invaden la propiedad privada y asustan a la gente con sus actos prepotentes. Por eso pide a las autoridades competentes que pongan un fin a tanta arbitrariedad.
Es así como estas tres mujeres de una forma, que tal vez no imaginaron, se encontraron en el COOMI. Cada una con un panorama diferente en su vida pero con el amor innato hacia sus hijos, el cual sobrepasa cualquier prueba.
Solucionan problemática
Admite la directora del Centro de Observación y Orientación de Menores Infractores (COOMI), Gabriela Avelar Villegas, que desde enero del presente año carecieron de maestros para la primaria; sin embargo, la situación se ha normalizado.
?No teníamos este servicio debido a que por parte de la SEP nos comentaban que no estaba muy claro lo que era la clave y la certificación. Ya se solventó el problema para que de aquí en adelante los niños que salgan y se les dé una boleta que sea expedida por parte de la escuela anexa primaria al COOMI los acepten en cualquier otra escuela, por eso se tardó un poquito el trámite?, argumenta.
La servidora pública explica que cuentan con tres maestros de educación primaria, cada uno atiende a dos grados. Los niños van por la mañana a la escuela y en la tarde ingresan al taller de su preferencia. ?Esto es con la finalidad de que tengan una rehabilitación integral tanto en el área educativa como recreativa y deportiva?, establece.
Hasta ayer el COOMI registraba una población de 26 niños y cuatro niñas, mismos que deben estudiar durante su estancia en este lugar.