El País
Madrid, España.- Naomi Watts ha alcanzado el estrellato tras purgar durante años en producciones de medio pelo. Ahora de rubia casi platino, cuenta su trabajo en King Kong, filme de Peter Jackson.
Milagros del cine. Cómo es posible que esta chica tan menudita, delgada hasta el extremo, que a duras penas puede cargar con su caniche enano llamado Bob, pudiese expresar con tanto coraje unos sentimientos como lo hizo en 21 Gramos o pareciese la hembra más carnal del mundo en Mulholland Drive. Guapa es, salta a la vista. Lista, también, la evolución de su carrera, desde los peores culebrones hasta las actuales Ya Somos Dos y The Ring 2, que estrenan este mes, así lo demuestra.
Pero es que además de romper matrimonios junto a Mark Ruffalo y Laura Dern y de enfrentarse a una terrorífica cinta de video (¿se pasarán al DVD en un posible The Ring 3?), ahora es una estrella encantada con su aspecto de rubia platino, versión siglo XXI, o sea un poco descafeinada, sin grasa y sin curvas. Sin, sin, sin...
No obstante, esta época light que nos asuela se topa de bruces con la superproducción que Peter Jackson ha organizado en su propio país, Nueva Zelanda: un monstruo bueno de más de 160 millones de dólares llamado King Kong, el mítico gorila que después de posar en su mano a Fray Wray (1933) y a Jessica Lange (1976) sólo se frena ante los encantos de Naomi Watts.
Su nominación al Oscar por el filme de González Iñárritu (21 Gramos) fue la culminación de un proceso que le ha traído hasta las garras del mono más grande jamás soñado: ?Yo sé lo que es trabajar duro y esforzarse y hacer películas que nadie conoce?. ¿Quieren ejemplos?
Bailando Bajo la Luz del Faro, Tank Girl, Los Chicos del Maíz 4, Funerarias SA... Watts no contó para los grandes directores hasta que David Lynch apostó por ella en Mulholland Drive, haciendo pareja con la hispana Laura Elena Harring. La rubia y la morena. Pero la carrera de ambas ha tenido muy diferentes tendencias.
Nacida en el condado de Sussex, Inglaterra, hace 36 años, pero criada en Australia, de aspecto muy sajón, la nueva Ann Darrow (el legendario personaje femenino de King Kong) del cine aparece ante la prensa, que ha viajado hasta el rodaje del nuevo filme del director de la trilogía de El señor de los anillos, un día más tarde de lo previsto.
No pasa nada. Tocaba escena dura, física, en plena lluvia, entre una multitud de indígenas de la isla del gorila que quería ofrecerla a los dioses, en vestido-camisón, y entre la lluvia, a unos cinco grados de temperatura: ?No había hecho nunca una película como ésta. Es todo nuevo para mí, así que tendré que ir descubriéndolo poco a poco?.
Enseña los moratones de su piel blanca, casi lechosa y se relaja tras una nochecita a la intemperie recibiendo órdenes de Peter Jackson, una de las claves para aceptar este proyecto: ?Peter estaba interesado en mí. Yo estaba en Europa y cené con él en Londres. Hablamos poco del proyecto, fue algo más cordial, más tranquilo. Saber que él estaba en el proyecto y que también contaba con Adrien Brody fue suficiente?.
¿Qué puede tener en su cabeza un hombre capaz de afrontar planes de esta envergadura? Sólo de pensarlo da miedo. ?El trabajo con Peter no es frío, a pesar de que lo controla todo. Es fuerte, pero no es intimidante. Da gusto trabajar con gente así que te ayuda cuando estás perdida, porque él lo tiene todo clarísimo. Está lleno de ideas?.
Como su personaje en esta tercera versión para el cine de la historia de King Kong, ella es una mujer fuerte, con personalidad. Ya dio que hablar en su día por su noviazgo con un actor más de diez años más joven que ella (Heath Ledger, con quien ya no está).
Quizá era la actriz perfecta para enfrentarse al gorila gigante, en palabras de Watts, ?una mujer que tiene que sobreponerse a todas esas bestias de la isla de Skull (donde vive Kong) y a la vez es capaz de sacar de sí misma la entereza para una relación como la que mantiene con King Kong?.
Para preparar su papel en el filme, además de ver las dos anteriores versiones cinematográficas de la historia (?Vimos la original en la gran pantalla todos juntos y había olvidado esos gritos. Quizá yo no tenga que chillar tanto como Fay Wray?), se ha empapado con documentales y libros sobre las grandes mujeres de aquellos tiempos en los que está ambientada la película, los años treinta.
Más complicada es su relación con el monstruo: ?He visto todos los documentales de National Geographic que he podido, pero aun así...?. Y sin embargo, hay una preocupación aún mayor en la mente de Naomi Watts, el márketing, un nuevo elemento cinematográfico inédito para cualquiera de las anteriores rubias de King Kong: ?Es muy extraño saber que voy a ser el muñeco más vendido en las jugueterías en las próximas Navidades?.
