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Naturaleza injusta

Javier Fuentes de la Peña

La naturaleza será muy sabia, pero es también muy injusta. Cada vez que llega un huracán o un terremoto, los más afectados suelen ser los más pobres, aquellos que viven en las márgenes de arroyos o en las casas con cimientos más débiles. ¿Por qué afectar a un sector de la población continuamente afectado por las injusticias de los gobernantes? La naturaleza será muy sabia, pero es también muy injusta.

En nuestros días se habla mucho de la naturaleza. En las escuelas se comienzan a tratar temas de ecología. En algunas universidades se están elaborando importantes investigaciones sobre el cuidado al medio ambiente. En la televisión se nos recuerda que debemos tirar la basura en su lugar. Existe también un partido político cuya filosofía tiene un supuesto sustento ecológico. A pesar de todo, esto no ha servido de nada.

El descuido del hombre hacia el cuidado del medio ambiente ha llegado a tal extremo, que muchas especies animales y vegetales han desaparecido para siempre. Cuando se habla de esto inmediatamente pensamos en los brasileños que poco a poco están acabando con la selva del Amazonas, o en los africanos que han sido incapaces de poner un freno a los cazadores. Sin embargo, pocas veces pensamos en nosotros mismos.

En Coahuila, por ejemplo, especies como el oso negro, el perrito llanero, el borrego cimarrón o el lobo mexicano están amenazadas por la inconciencia humana. ¿Y qué hacemos nosotros al respecto? A lo sumo, pronunciamos un “¡Ay, ojalá que mis nietos puedan ver estos animalitos!”.

Es triste reconocer que la riqueza natural de Coahuila se va consumiendo día con día. Los incendios que hace años carbonizaron grandes extensiones boscosas de nuestro estado, pudieron haberse evitado si a un señor no se le hubiera antojado tirar un cigarro, o los daños pudieron haber sido mucho menores si en ese entonces se hubiera actuado a tiempo, si más personas hubieran ayudado a controlar el fuego o si hubiera existido el equipo necesario. No contentos con haber calcinado a miles de gigantescos pinos, el descuido de los coahuilenses ha provocado también la desaparición de especies animales.

¿Por qué mejor no se extinguen algunas especies que sólo se empeñan en hacernos daño? Por ejemplo, saltaría de gozo si un día pudiera leer en el periódico: “Pierde Coahuila a funcionarios públicos corruptos”. Es alarmante lo que sucede actualmente en México y en nuestro estado. La corrupción se ha apoderado de miles de personas. Los grandes empresarios, por ejemplo, se volvieron corruptos para obtener los favores del Gobierno; los funcionarios públicos descubrieron que sus puestos les permiten apoderarse del dinero del pueblo; los narcotraficantes incluyen en su nómina mensual a individuos que supuestamente están al servicio de la nación; los policías fijan su sueldo en base a los sobornos que puedan hacer.

Otra especie que quisiera ver en extinción son las lideresas. Es impresionante de lo que estas mujeres son capaces de hacer. Sólo ellas se atreven a garantizar a un candidato político el triunfo en las elecciones. Sólo ellas pueden juntar a la gente necesaria para entorpecer las actividades de un gobernante con una serie de reclamos derivados de la necedad o ignorancia. Sólo ellas son capaces de invadir un terreno y asegurar que éste les pertenece.

Quisiera que se extinguieran también los choferes asesinos. Una vez montados en sus unidades del transporte urbano, estos choferes son capaces de cualquier cosa, desde atropellar a un peatón, cruzarse en el paso de un coche o arrancar cuando apenas el pasajero se está subiendo al vehículo.

Deberían extinguirse también los funcionarios negligentes, los aviadores, aunque se correría el peligro que las oficinas de Gobierno quedaran completamente vacías.

Es triste que ya no se pudieran ver en Coahuila a especies como el perrito llanero o el oso negro, pero más triste es que día con día tengamos que lidiar con especies que en lugar de extinguirse, se están multiplicando. La naturaleza será muy sabia, pero es también muy injusta.

Se busca

¿Dónde están? ¿Dónde esas movilizaciones para conseguir firmas de los ciudadanos? ¿Dónde esas calcomanías promoviendo a uno de los candidatos? ¿Dónde?

La precampaña emprendida por los aspirantes priistas a la gubernatura del Estado, provocó una gran agitación ciudadana. Durante semanas fuimos testigos del desmesurado derroche económico por parte de los precandidatos del PRI. Desde hace años Humberto Moreira comenzó a promocionar su imagen de múltiples maneras, así como lo hicieron ahora los demás aspirantes.

La campaña emprendida por los precandidatos del PRI me hizo dudar mucho de su palabra. ¿Cómo voy a creer en alguien que se jacta de estar comprometido con el bien de la comunidad y por otro lado gasta millones de pesos en darse a conocer? Más inteligentes hubieran sido los aspirantes priistas si destinaran ese dinero a obras que dieran a sus nombres una grandeza mucho mayor que la que pueden darles una manta o un anuncio panorámico.

Lo peor de todo, es que todo ese gasto será mínimo en comparación al que habrán de gastarse los partidos en la próxima contienda estatal. Triste sería tener un gobernante que fuera producto de una excelente publicidad y no de una excelente formación y capacidad para desempeñar su cargo.

Moreira es el gran favorito para suceder a Enrique Martínez en su trono, pero como dicen los cronistas del beisbol, esto no se acaba hasta que se acaba.

En Coahuila se busca a un gobernador que sea honesto. No queremos a un mandatario cuyos compromisos políticos y personales le impidan realizar una labor transparente, libre de los vicios que suelen acompañar a todo régimen político en nuestro país. Aunque muchos ya no creemos que la honestidad sea una virtud de los políticos, rezo todas las noches para que los candidatos a la gubernatura tengan una leve noción de lo que significa la decencia y la integridad.

Se busca a un gobernador que sepa que el verdadero desarrollo no sólo significa atraer a nuestra tierra grandes empresas e inversionistas, sino también crear la infraestructura que permita a los ciudadanos llevar una vida digna y sin carencias de servicios tan básicos como el agua o la seguridad pública. Si el próximo gobernador pretende lograr un progreso real en el Estado, deberá preocuparse por llevar a cabo planes que faciliten la superación y desarrollo de cada coahuilense, pues en el progreso individual está garantizado el progreso social.

Se busca a un gobernador cuyo talento para hacer promesas no sea superado por su talento para no cumplirlas. Los coahuilenses estamos cansados de los compromisos populistas que sólo buscan atraer el apoyo de un gran número de cabezas, pero de pocos cerebros. Necesitamos a un gobernante que haga cosas grandes y que no las prometa, pues el más lento en prometer es siempre el más seguro en cumplir.

Se busca a un gobernador que sea un verdadero líder. Muchos de los problemas que actualmente tenemos los mexicanos son por la falta de liderazgo en nuestros gobernantes, especialmente, en el Presidente de la República. En Coahuila necesitamos a alguien que sepa unirnos en la tarea de crear un mejor Estado. Que sepa rodearse de ciudadanos capaces y exija resultados a los funcionarios públicos de la entidad. Nada ganaremos los coahuilenses si elegimos a un gobernador que muestre tibieza a la hora de hacer obras en bien de la comunidad, y que le tiemble la mano a la hora de exigir a la federación un mayor apoyo para cumplir con su plan de trabajo.

Si algún candidato a la gubernatura de Coahuila se cree capaz de ofrecernos todo lo anterior, le ofrezco mi respeto. Si con honestidad alguien reconoce su incompetencia para ocupar un puesto tan importante, muy a tiempo está de retirarse de la contienda, y seguramente así se hará merecedor del agradecimiento y admiración de todos los coahuilenses.

jfuentesdelapena@hotmail.com

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