EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Navidades cristianas

Juan de la Borbolla R.

Pudiera parecer redundante el título de este artículo, sin embargo, la realidad práctica de nuestros días nos manifiesta que las fiestas navideñas son en estos momentos pretexto para todo, menos para considerar lo que en sí mismo encierran:

El milagro indescifrable de Dios, creador, ordenador y providente de todo lo que existe en el universo, que toma forma humana y nace: perfecto Dios y perfecto Hombre de las entrañas purísimas de la Virgen, en una humilde gruta en Belén.

Este misterio es en ocasión a estas fechas el acontecimiento en el que menos se concentran los intereses de tantos y tantos de nosotros, más preocupados y ocupados en vender mucho, en comprar más, en festejar, en descansar; en fin, gozar de la vida, sin considerar que precisamente todo este ambiente especial que se crea mágicamente al final del año, tiene su referencia en esa efeméride que se convirtió en el momento más culminante de la historia de la humanidad: el nacimiento del niño Jesús para redimir a la humanidad.

Las Navidades no se pueden desvincular de Jesucristo, por lo tanto tienen que ser profundamente cristianas o si no más vale ir denominando de otra manera esta justificación que se encuentra el hombre contemporáneo para darle rienda suelta a su afán de consumismo materialista y placer hedonista.

Cuando se pretende desvirtuar el sentido auténtico de estas fiestas, empiezan omitiendo cualquier connotación o derivación que pueda suponer un contenido religioso detrás de la felicitación, el buen deseo o el regalo.

Así se pretende transformar una fiesta de esencial contenido religioso en una de la amistad humana en el mejor de los casos; festejo de deseos altruistas de hipotética paz universal, de solidaridad y amor pleno entre los individuos, pero en medio de un discurso que acaba sonando cuando menos a tópico trillado, que hace de estos días una especie de espejismo idealista pero falto de sustancia.

Y eso en el mejor de los casos; cuando no se convierte esta temporada festiva en pretexto descarado para dar rienda suelta al desenfreno no sólo de los placeres sensuales, sino también de los caprichos materialistas más sofisticados que con la excusa de que estamos en Navidad y tengo un poco más dinero que de costumbre, me siento en derecho de derrocharlo, sin importar ese supuesto sentido humanista solidario del que hablábamos en el párrafo anterior, ni de que esos gastos suntuarios que se realizan con ocasión de la Navidad antropocéntrica son realmente contrastantes con la situación general de la sociedad en la que convivimos, llena de carencias y pobreza, y contrastante sobre todo con la efeméride misma: Cristo: Dios hecho hombre, el Creador de todo lo existente y por lo tanto el Señor de todo el universo, quiere nacer en la pobreza más absoluta por su amor a las criaturas, para que viéndolo recién nacido, indefenso y pobre en un humilde pesebre rústico, tomemos ejemplo de la verdadera riqueza que Él valora: la de aquel que sabe desprenderse de las cosas, por amor a los demás y sobre todo por amor a Dios.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 188234

elsiglo.mx