Los Ángeles (EU), (EFE).- El ayuntamiento de la localidad costera californiana de Newport Beach busca la forma de luchar contra sus nuevos vecinos, un grupo de ruidosos leones marinos que este mes hundió un barco.
Los pintorescos animales que tanto gustan a los turistas se han convertido en la pesadilla del vecindario, pero en este caso los recién llegados tienen la ley de su parte.
En 1972, una ley federal declaró a estos mamíferos acuáticos una especie protegida que no puede ser dañada, ni tan siquiera molestada.
Su presencia es ya algo habitual en el puerto de San Francisco, donde la ciudad aprendió a convivir con ellos y hasta les erigió un monumento, un gran león marino de bronce, gracias al turismo que les aporta su presencia.
Algo más al sur, en Monterey, no están igual de contentos con su presencia, pero han aprendido a acostumbrarse y es normal ver estos animales de 300 a 400 kilos de peso en sus muelles y, lo que es peor, dentro de sus barcos.
Ahora parece que le ha tocado el turno a Newport Beach, localidad mucho más al sur, de contar con su propia comunidad de leones marinos de los 400 mil que surcan la costa oeste estadounidense.
El 5 septiembre, un grupo de 18 leones marinos hundió un barco al subirse todos a la vez a tomar el sol en su cubierta, huyendo del agua que, irónicamente, les molesta.
Además, las autoridades locales han subrayado el problema de higiene que generan estos animales con sus heces, así como el continuo ruido que organizan.
Las soluciones que el ayuntamiento debatió esta semana incluyen la de disfrazar una embarcación de orca, enemigo mortal de los leones marinos, para que haga de "espantapájaros acuático".
O la "deportación" de estos animales a una isla deshabitada en las proximidades de Santa Bárbara, al norte de Los Angeles.
Por el momento la única decisión en la mesa de la comisión portuaria de Newport Beach es la aprobación de una ley que prohíba dar de comer a estos animales o incluso tirar restos de pescado al puerto para intentar que el hambre les lleve a otro lado.
