El Cairo, (EFE).- La niña de once meses que nació con dos cabezas evolucionaba favorablemente seis días después de que le extirparan la de su gemela, que no había desarrollado el resto del cuerpo, dijo a EFE el director del centro donde permanece ingresada.
La operación, primera de este tipo en Oriente Medio, la realizaron especialistas del Hospital Pediátrico de Banha, a cuarenta kilómetros al norte de El Cairo, en el que durante trece horas practicaron una complicada intervención quirúrgica para salvar la vida de la pequeña, de nombre Manar.
"El estado de la niña es estable, ya que pudo mover las manos y abrir los ojos, lo que es una buena señal. El hecho de que siga viva es en si mismo un progreso enorme" aseguró a EFE el director del hospital, Nasif Al-Hifnawi.
El especialista precisó que Manar, que nació el pasado marzo, ahora respira con un ventilador y que son normales su temperatura, tensión sanguínea y ritmo cardiaco.
"Sin embargo, no sabemos cuándo le daremos de alta debido a que aún le tenemos que dar calmantes" añadió.
Para Al-Hifnawi, la mayor dificultad de la operación se basaba en que la pequeña compartía algunas venas y vasos sanguíneos del cráneo con las de su gemela, que sólo tenía la cabeza, el cuello y parte del pecho y cuyo crecimiento no se había desarrollado totalmente durante el periodo de gestación.
Manar padece lo que se conoce como craniopagus parasiticus, un síndrome que puede producirse cuando la madre toma hormonas para favorecer la fertilidad, lo que a veces provoca que el embrión que empieza a dividirse en gemelos idénticos no continua su proceso.
"Me enteré del caso de Manar cuatro días después de dar a la luz, y aunque me parecía muy extraña le agradecí a Dios que por fin tuviera hijos", dijo a EFE Naglaa Mohamed, la madre de la recién nacida, con voz entre la preocupación y la esperanza.
"¿Se puede imaginar que durante once meses nunca pude abrazar a mi niña?. Solo le podía dar comida o jugar con ella" dijo Naglaa, quien reconoció que "la situación era muy difícil".
Sin embargo, tomar la decisión de operarla no fue nada fácil para los progenitores; "cada minuto de las trece horas que paso en el quirófano lo pasé con mucho miedo y mucha tensión" explicó la madre.
Según Al-Hifnaui, pese a las dudas que expresaron los padres, la sola posibilidad de salvar la vida de la pequeña era la intervención quirúrgica, para la que los módicos esperaron a que la paciente cumpliera once meses para que su cuerpo adquiriera la suficiente resistencia.
La operación de Manar le costó al hospital cincuenta mil libras (algo mas de ocho mil dólares) en la obtención de los equipos médicos necesarios.
Los trece cirujanos que practicaron la intervención "se negaron a cobrar sus honorarios", afirmó el director del hospital.
Sobre el tipo de vida de que disfrutará Manar, Al Hifnaui reconoció que no se puede saber todavía si será normal o si la niña sufrirá algún tipo de deficiencia.
"Aunque los médicos dicen que Manar ha mejorado, lo que más me preocupa es su futuro", apostilló la madre.