Por medio de un estudio se descubrió un aumento del metabolito N-Acetilaspartato en la sustancia blanca cerebral de los niños hiperactivos.
Zaragoza (España), (EFE).- Científicos españoles han detectado alteraciones metabólicas en el cerebro de los niños hiperactivos, un hallazgo que permitirá el diagnóstico precoz de esta patología crónica, que padecen el 5 por ciento de los niños al nacer y que puede derivar en fracaso escolar y en graves problemas de conducta.
El estudio, desarrollado en Zaragoza (noreste) por Nicolás Fayed, jefe de Servicio de Neurorradiología de la clínica Quirón, y Pedro Modrego, neurólogo del Hospital Miguel Servet, acaba de ser publicado en la revista americana "Academic Radiology" y se ha llevado a cabo durante cinco años con 41 niños aragoneses, de entre 3 y 9 años, unos con autismo y otros con déficit de atención o desorden de hiperactividad.
A estos niños se les realizó una espectroscopia por resonancia magnética nuclear, es decir una "foto bioquímica del cerebro", en las que se pudo observar un aumento del metabolito N-Acetilaspartato en la sustancia blanca cerebral de los niños hiperactivos, no así en los autistas que no presentaron anomalías significativas, explicó Fayed.
Esta alteración metabólica en el cerebro, en el que no se detectaron anomalías estructurales, según las hipótesis expuestas por este médico podría deberse a un aumento de la energía celular de las neuronas o de la actividad de los axones por un incremento de neurotransmisores (sustancias que intervienen en la transmisión de impulsos nerviosos).
"Es como si un niño hiperactivo en lugar de funcionar a una corriente de 125 voltios funcionará a una de 220", explicó Fayed, quien destacó el "nuevo peldaño" que se abre en la investigación y comprensión de estos desórdenes para que, en el futuro, se pueda tratar de una manera más adecuada a estos pacientes.
La hiperactividad afecta al 5 por ciento de los niños al nacer, es más frecuente en los varones y se suele manifestar entre los 3 y los 4 años, aunque los especialistas opinan que un 20 por ciento de los escolares podrían estar sin diagnosticar.
Estos niños "que no son capaces de quedarse dos minutos sentados en una silla" presentan un déficit de atención sostenido, retrasos en su autonomía, aprendizaje, escritura y cálculo y pueden tener dificultades para hacer amistades, olvidan sus cosas en lugares diferentes y suelen llegar a sufrir fracaso escolar.
Además, a partir de los 9 años pueden presentar problemas de conducta y comportamiento, incluso de agresividad con sus profesores, agregó el médico.
Las causas de esta patología pueden ser genéticas (el 25% de los padres de estos niños suelen ser hiperactivos o presentar déficit de atención), consumo de tabaco o déficit de yodo en el embarazo, alimentación, alergias o ambiente familiar.
La hiperactividad es crónica, informó Fayed, ya que no desaparece ni en la adolescencia ni en la madurez, pero se puede mitigar con una adecuada intervención médica y con tratamientos de conducta, programas de educación especial y medicación.
Fayed recordó que otros estudios realizados en EU han mostrado una alteración en la actividad en el lóbulo prefrontal, en la actividad semántica y fonológica, y una disminución del 3% en el lóbulo frontal y del 10% de la sustancia blanca cerebral de estos pacientes con respecto a niños normales.
La novedad que aporta el estudio al descubrir una alteración metabólica en la sustancia blanca cerebral mediante espectrocopía por resonancia magnética, implica que los niños se podrán diagnosticar de manera precoz, incluso en el momento de nacer, y se puede evitar que la enfermedad avance, agregó.
Con los métodos de diagnóstico tradicionales, la confirmación de hiperactividad y déficit de atención suele realizarse entre los 7 y los 9 años, dijo.
Para Fayed, cuanto antes se diagnostique esta enfermedad, "lo ideal sería antes de los 3 años", más fácil resultará poner los medios para paliar la tensión entre afectados y familiares y para lograr objetivos como el respecto a las normas, hábitos de organización y disciplina, mejora en el rendimiento escolar, control de la impulsividad y agresión y desarrollo de la autoestima.