Por Leopoldo Ramos
El Siglo de Torreón
(Primera de dos partes)
SALTILLO, Coah.- A sus 57 años de edad se siente un hombre completo. Es cabeza de familia, empresario de éxito y a lo largo de las últimas tres décadas ha sorteado por los corrillos de la política: su pasión. Pero si hay algo de lo que Enrique Martínez siente orgullo, es la oportunidad de haber gobernado Coahuila.
En cuestión de días Martínez dejará el poder del Gobierno estatal en manos de otro saltillense, el también priista Humberto Moreira Valdés y justo frente a la meta de su trayecto como gobernador, comparte la retrospectiva en que se encuentra inmerso.
“Estamos llegando al final de la Administración entregando un estado en paz y trabajando, que ha avanzado en la solución de muchos de los problemas, aunque falta mucho por hacer”.
Está sentado a la cabeza de su escritorio en el despacho que tiene dentro del hangar del Gobierno, en el aeropuerto de la ciudad de Saltillo. Este sábado 26 la agenda oficial lo ha llevado desde una reunión en Palacio de Gobierno, hasta la entrega de reconocimientos en la Universidad Tecnológica. Por momentos sus asistentes lo apuran a terminar la entrevista, pues debe atender una comida privada.
n ¿Qué tan complicado le fue gobernar con los
laguneros?
“No. No fue complicado. Yo siempre tuve el deseo de llegar a ser gobernador para unir Coahuila, para que nos dejáramos de regionalismos que luego no son los que hacen a una familia crecer, porque los coahuilenses somos una familia. Dios nos puso en este camino juntos, pero para eso había que demostrar que el gobernador estaba decidido a ser equitativo y a dar el mismo trato a todas las regiones. Ahora estoy terminando mi Gobierno y lo cumplí”.
n ¿Cuál es el logro de su
Administración que
presumiría con mayor
vehemencia?
“Yo no soy quien para presumir, no se me da, pero sí destacaría lo que hemos hecho juntos, el nuevo clima de entendimiento que hay, aún en la pluralidad política, porque a mí me ha tocado estar trabajando con alcaldes de cinco partidos políticos diferentes y no ha habido un solo problema con ningún presidente municipal, porque mi trato ha sido siempre incluyente, justo, equitativo, respetuoso y hemos tenido una relación más allá del respeto, la de la colaboración, de equipo, de amistad”.
Está convencido de que esta actitud “se traduce en paz social y en múltiples obras que están diseminadas por todos lados” y asegura que el trato entregado a los alcaldes de partidos ajenos al PRI, lo recibió en escala de parte del Gobierno Federal, encabezado por el panista Vicente Fox.
“No puedo quejarme. Confieso que cuando tomé posesión como gobernador y que a los pocos meses se dio cuenta el país del triunfo de un presidente que por primera vez iba a ser de un partido distinto al mío, al PRI, no puedo negar que en ese momento vinieron a mi mente una serie de preocupaciones”.
Recuerda haber llegado a pensar si había valido la pena esforzarse por llegar al Gobierno del Estado, una vez que el presidente de la República no sería un priista.
Sin embargo, explica que desde el primer contacto con Fox, se sentaron las bases de trabajo “y logramos armar un muy buen programa de trabajo que se ha reflejado en una serie de beneficios y que ha concluido perfectamente bien, porque no tan sólo fue la relación institucional, sino ahora hay incluso cordialidad y afecto hacia el presidente de la República”.
n ¿Entonces las cosas
le salieron bien en
estos seis años?
“Yo siento que sí. Me siento muy satisfecho de estar terminando en esta forma. Desde luego que no conforme porque siempre habría algo más qué hacer, siempre hay deseos de hacer más, cosas que no se pudieron concretar, pero en términos generales me siento muy satisfecho”.
n ¿Qué se le queda sobre
el escritorio?, ¿cuáles
son esos pendientes
que menciona?
“Son obras que no pudieron salir en esta Administración, aunque se hizo todo lo que se pudo. Por ejemplo la carretera Saltillo-Zacatecas, la de Múzquiz-Ojinaga, nos hubiera gustado realizar el arco vial en La Laguna, que ya está el proyecto Ejecutivo y que nos ayudaría mucho porque se saldrían los tráileres del periférico López Sánchez”.
Sin embargo, Martínez dice que al final de su Administración lo mueven más los resultados y la transformación ocurrida en las diferentes ciudades de Coahuila.
Cita como ejemplo: “la gente que deja de ir a Torreón algún tiempo y que regresa, nota los cambios y esto es por el trabajo coordinado que hemos realizado los tres niveles de Gobierno y la sociedad misma de La Laguna y de Coahuila”.
En la primera parte de la entrevista, señala que buena parte de sus éxitos como gobernante fue la inclusión ciudadana en las decisiones oficiales y al respecto menciona que muchas de las obras de infraestructura no se realizaron por el capricho y los intereses de las autoridades, sino a través del consenso de los generadores de recursos.
“Ahí está el Impuesto Sobre Nóminas que regresa a las regiones y se invierte. Hoy en día los empresarios están conscientes y satisfechos de que las decisiones de las obras fueron tomadas ahí, ya no fueron las obras al capricho del gobernador o del presidente municipal, porque antes eran a veces al capricho y otras veces a los intereses, pero en nuestro caso fue totalmente independiente, porque los comités técnicos del ISN tenían autoridad y facultad para decidir las obras y así lo hicieron”.