Hace doce años que empezó la aventura. La apuesta era dotar a la ciudad natal del constructor de El Siglo de Torreón, don Antonio de Juambelz y Bracho, de un órgano informativo libre que coadyuvara a la sociedad de Durango a su desarrollo. Don Antonio, justo en el año de su partida, fundó El Siglo de Durango.
En 1993, la situación del país era boyante, el milagro salinista de entonces hacía que la economía nacional se expandiera en términos razonables y por lo tanto las empresas y en este caso las empresas editoriales, apostaran al crecimiento que se vivía en todas partes. El ‘crack’ por el error de diciembre de 1994 cimbró a todo el aparato productivo y en 1995, la economía se contrajo en más de un cinco por ciento. Esto llenó de dificultades el quehacer diario de toda la industria y el comercio; miles de personas fueron lanzadas al desempleo, producto de aquella crisis. La situación era compleja y preocupante, sin embargo, el objetivo estaba muy claro: no claudicaríamos en la misión de que Durango tuviese un diario que en sus páginas se plasmaran contenidos de altura, libres de cualquier compromiso que no fuera con nuestros propios lectores.
No es preciso decir que la misión a estos doce años desde que vio la luz el primer ejemplar de El Siglo de Durango haya sido cumplida, lo correcto es señalar: la misión la estamos cumpliendo. Y la estamos cumpliendo porque el compromiso es día con día.
No existe hasta ahora algo que nos impida en El Siglo publicar nuestras páginas con materiales óptimos, para cumplir el objetivo de entregar a los lectores un rotativo de calidad.
El camino no ha sido fácil, en La Perla del Guadiana, la sociedad exige. Es Durango una ciudad en la que la raigambre cultural, merced de sus años y tradiciones acumuladas, eleva el nivel de complejidad para poder ser exitoso en la vida profesional. El Siglo de Durango es exitoso, sin duda. Hoy podemos decir que nuestra pluma es libre y que la libertad de expresión es un valor fundamental e irrenunciable para nosotros, lo ha sido por más de 83 años en El Siglo de Torreón, lo es desde aquel julio de 1993, se ha mantenido intacta y por fortuna la sociedad lo aprecia comprando nuestros ejemplares.
El reto no ha concluido, está frente a nosotros. Como el Ave Fénix, nuestra labor resurge de las cenizas del ejemplar pasado para cumplir con nuestro compromiso de mañana, esa es nuestra vida y estamos orgullosos de ella.
Durango tendrá por las mañanas un matutino en las calles que le ofrezca esa opción que nos esforzamos en brindarle, estamos conformes, pero no satisfechos, siempre El Siglo, verá hacia delante.