Preocupación y desilusión. Es lo primero que me viene a la mente luego del reporte de El Siglo de Torreón acerca del estado actual del Distribuidor Vial Revolución. Las evidencias son más que claras: continúa perdiéndose el peralte en los puentes. Aún peor, no hay claridad sobre el estado actual de la estructura en lo general y ante la falta de información oportuna, las especulaciones se echan al vuelo.
Haciendo un poquito de historia. El DVR se proyectó como la obra cumbre del Gobierno de Enrique Martínez y Martínez en cuanto a sector vial se refiere en la Comarca Lagunera de Coahuila. La obra inició en junio de 2002, para concluirse 17 meses después, en enero de 2004. La inauguración fue el día 30 de enero del año pasado en medio de una gran verbena popular organizada para el festejo de la culminación de los estilizados puentes, en lo que consistía el proyecto, dando un desfogue significativo con un trébol de rúas importantes de la ciudad.
Desgraciadamente, la madrugada del siete de febrero de 2004, una tráiler que transportaba huevo cayó al vacío, resultando el chofer muerto. Desde entonces comenzaron las especulaciones. Un nuevo percance el jueves 13 de mayo del mismo año, provocó que la sociedad exigiera una explicación sobre el estado de la obra.
Vino entonces una marejada de rumores acerca del curso de la obra. Muchos intereses estaban en juego. Mucho dinero, pero algo más, la seguridad de los miles de usuarios del DVR que transitan diariamente por él. Los intereses se movieron rápidamente, la mayoría de los líderes de opinión prefirió el silencio o la extrema cautela que rayaba en cobardía o conveniencia.
Siguió la cargada. El secretario de Urbanismo del Gobierno del Estado, Jorge Viesca, eligió despreciar los señalamientos que en una publicación anterior había realizado El Siglo de Torreón, tildando al medio de tendencioso y golpeador. Esto sucedió en el mes de julio del año pasado. En ese entonces, el poder de los intereses se hizo sentir y se concluyó realizar una Tercería que pagara el Gobierno del Estado, además de reparaciones subsecuentes y ‘parchadas’ que traerían al DVR los peraltes que los vehículos requerían para circular dentro de un parámetro de seguridad. La institución encargada de realizarla: el Colegio de Ingeniería de la UNAM. El plazo fijado fue de seis meses, pero ya han transcurrido siete.
El hoy es claro. El remiendo aplicado que consiste en el relleno con concreto aligerado para tratar de por fin tener el peralte requerido, ha resultado contraproducente. Una vez más uno de los puentes se está inclinando debido -en apariencia- al sobrepeso que hoy resiste la superestructura.
Hoy el dictamen de la Tercería será entregado a la sociedad y entonces se podrán aclarar las responsabilidades de cada quién. Del constructor, de la supervisora y del Gobierno.
Las reacciones empezaron desde ayer. El Municipio fija su postura en boca de su director de Obras Públicas, arguyendo lo que a vista es notorio: el DVR sigue con deformaciones de su proyecto general. El alcalde es precavido y dice que se asesorará lo necesario para fijar la posición formal del Ayuntamiento respecto al problema. Los empresarios recurren a un pacto de caballeros -no sé si éste sería el término correcto- de no opinar al respecto hasta que el dictamen fuera entregado, no obstante que se tiene un retraso en el tiempo de entrega del mismo y la inclinación ya ha ocurrido.
Será trascendental el resultado que se dará a conocer hoy para el planteamiento de las medidas necesarias a tomarse, para que de una vez sean corregidas, pero también para que nuestro gobernador se faje los pantalones y ordene la reparación del daño al patrimonio público. Ojalá que en su sueño de llegar a Los Pinos, Martínez y Martínez no vaya a dejar de lado una respuesta seria y profesional a la que los laguneros tenemos derecho.
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