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No hagas cosas buenas.../El Tigre

Enrique Irazoqui

Gran discusión se ha suscitado en la Comarca con la definición en términos afirmativos acerca de la concretización del proyecto de la presa El Tigre, situada en el municipio de San Juan de Guadalupe, Durango, a dos horas de distancia de la zona conurbada de La Laguna.

Opiniones que chocan frontalmente en cuanto a la conveniencia o no de la construcción de la contenedora, han hecho una verdadera tormenta en un vaso de agua.

Vayamos por partes: la capacidad de contención de El Tigre será de 14 millones de metros cúbicos, es decir, aproximadamente el cinco por ciento de la capacidad de la presa Lázaro Cárdenas o el tres por ciento de la Francisco Zarco o el 1.5 por ciento del ciclo agrícola promedio que se siembra en la cuenca hidrológica del Nazas. Más todavía, de tres días de caudal que llega a la represa de San Fernando, allá al fondo de Raymundo donde el río termina y comienza el canal Sacramento.

Al tema del costo también vale la pena darle un orden para conocer su magnitud. Si bien es cierto que cien millones de pesos es mucho dinero, ciento cuarenta lo es más. Y es precisamente ciento cuarenta millones lo que costó a los contribuyentes el Distribuidor Vial Revolución, que por cierto, en cinco meses ya tiene tres volcaduras sobre su asfalto y cientos de miles de pesos en reparaciones y correcciones, pero en ese caso las voces vivientes de la sociedad parecen no prestarle demasiada atención al asunto.

Una vez contextualizado el tamaño de la obra, resulta por demás interesante desenmarañar las opiniones vertidas en el foro organizado en El Siglo de Torreón, para tratar de crear un diálogo entre personas que tienen algo qué decir al respecto. Por supuesto el encuentro no tuvo a todas las partes involucradas pero bastó para poder tomar una muestra del pulso de los diferentes sectores de la sociedad, aunque repito, no fue posible tenerlos a todos.

Desde el punto de vista ambiental, Francisco Valdez Perezgasga señala que el impacto que generará la obra a la parte baja del Aguanaval, será perjudicial de manera importante, más allá de perder “arbolitos y pajaritos”. Mientras el gerente de Conagua, Miguel Jurado, expone que el margen de retención es mínimo en cuanto al tamaño del afluente general y que beneficiará a mil 400 hectáreas de riego. Fernando Royo, de Coparmex, muestra el enfado entre el sector empresarial por lo poco claro que han manejado las autoridades toda la información al respecto, pero luego su argumento se diluye cuando señala que el agua tiene varios dueños, siendo que la Constitución señala que las aguas de este país son propiedad de la nación. Felipe Medina, presidente de Matamoros, reconoce que las avenidas broncas del río, han dañado a la población de su ciudad por lo que se manifiesta a favor de la construcción de la misma, en tanto que el alcalde de San Juan de Guadalupe piensa que será una alivio para su pueblo la edificación de la obra.

En fin, la realidad desde el punto de ambiental me parece que podría ser sustentada con argumentos más sólidos que arbolitos y pajaritos –que por supuesto son como conjunto una necesidad prioritaria a defender- pero creo que Valdez tiene una lucha contra ‘molinos de viento’ en el tema ecológico, si no, ¿cómo explicar el envenenamiento del lecho seco del Nazas? ¿cómo entender que el muérdago arrasara con cientos de árboles en el lecho del Nazas y nadie hiciera algo para detenerlo?

Por azares del destino, tuve la fortuna de ver el amanecer el miércoles pasado desde el cerro de las Noas, ¡qué nata café se cierne sobre nosotros cada mañana! Y de todo eso se habla poco. Dejemos de lado la sobreexplotación de los mantos freáticos, el tema del valle del Hundido ya pasó de moda, pero a la presa El Tigre le haremos un gran escándalo. O sea, los laguneros luchamos por el tema de actualidad, no por el tema importante y la ecología, es algo mucho más allá de un partido de “juniors” aprovechados.

Es un tema que debe influir mucho más profundo en la existencia cotidiana de los seres humanos, la razón debe llevarnos a la compresión que el respeto a la naturaleza está intrínsecamente vinculado a la defensa de la dignificación de la persona humana, puesto que atentar contra el ecosistema, es negar que la naturaleza proveyó al hombre (y a la mujer, ahora tan moda aclarar), de una inteligencia que nos debe colocar según nuestra especie, en el cenit de la pirámide del mundo natural.

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