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No hagas cosas buenas.../La plaza vendida

Enrique Irazoqui

Valiente, lo menos que podemos decir de la tronante declaración de Carlos Delgado al respecto del rampante narcomenudeo que campea en toda la Comarca. El problema está ahí. Por supuesto que la novedad no es enterarse que cualquier especie de droga circula en las calles, la novedad es que un empresario sea tan contundente en una declaración; siendo claros, lo que dijo Delgado no fue valiente, fue temerario.

Todos los días, los medios de comunicación dan cuenta de las decenas de ejecuciones que suceden principalmente en los estados de Sinaloa, Chihuahua y Tamaulipas principalmente, aunque Nuevo León cada vez hace méritos para destacar en el ramo. Por eso es tan preocupante el pase que ejecutó Delgado.

El asunto está entonces en que existe una realidad que todo mundo conoce y pecamos de ingenuos hipócritas al tratar de señalar con dedo de fuego a todos aquellos desconocidos que consumen lo que los traficantes de estupefacientes proveen. Cuando los demandantes son aquellos que están a nuestro lado o hasta nosotros mismos –cada quién-, el respeto al derecho ajeno es la paz.

La realidad es que hay dos condiciones para que el flagelo del narco exista con ese omnipotente poder, prohibición y demanda. Esa combinación le da cantidades infinitas de dinero para poder hacer lo que sea y en ese mundo no hay límites. Esa realidad nos llega a cada esquina y está en todo el mundo.

Quién puede evitar que un fumador encuentre un pitillo para satisfacer su necesidad o un bebedor un alcoholito para saciar su sed y así es cualquier adicción, no vale la pena darle la vuelta al asunto.

El narcomenudeo está y vivirá para siempre, quizá la molestia es la corrupción de los cuerpos policíacos y su desfachatez en lo que hacen. Lo importante, sin embargo, no es la corrupción y la eterna oferta, sino la demanda. Hoy más que nunca es importante iniciar una cruzada en la concientización y consecuencias que conlleva el consumo de drogas, y de ahí cada quién.

Los juicios de valor sobre si está bien o mal ser adicto o consumidor intermitente se van de lado. Hoy existe una lucha por evitar la discriminación hacia las minorías homosexuales, quizá también deba haber una campaña para el respeto de los adictos.

Que la plaza está vendida al narco, no es el descubrimiento del hilo negro. El agua tibia y su invento sería enfrentar el problema con soluciones prácticas y dejar de lado aunque fuera nuestra doble moral.

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