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No hagas cosas buenas...

Enrique Irazoqui

La lucha de Raúl

Infructuosa terminó siendo la batalla legal que Raúl Sifuentes emprendió contra los estatutos de su propio partido, en pos de conseguir la candidatura a la gubernatura del estado. En todas las instancias, el abogado Sifuentes fue derrotado y al final se quedó sin la opción de competir entre sus propios correligionarios para ver quién se quedaba con el premio mayor; un pase casi automático a la silla principal del Palacio Rosa, sede del Poder Ejecutivo estatal.

Sin embargo, todo aquel que piense que el ex secretario de Gobierno fue derrotado por la Ley está totalmente equivocado: Raúl Sifuentes fue derrotado por la voluntad de su ex jefe Enrique Martínez y Martínez. Hay dos ejemplos para ilustrar esta hipótesis de que no siempre la Ley se aplica por igual en términos electorales, se le aplica a quien conviene hacerlo.

En primer lugar, tenemos el caso del ámbito federal del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador. El popular ?Peje?, cometió un desacato al Poder Judicial, lo cual y mediante los juicios pertinentes, (primero el de procedencia para quitarle el fuero constitucional del que gozaba y en segunda instancia el de la vía penal), podrían deshabilitarlo para poder competir por la Presidencia de la República.

El entonces procurador de Justicia federal, el general Rafael Macedo de la Concha aseguraba que contaba con los suficientes elementos para llevarlo ante los tribunales y demostrar la responsabilidad de López Obrador. Inclusive, el PRI, quien se ha pasado el sexenio engatusando y obstaculizando -con mucha pericia para sus intereses- los esfuerzos del presidente Fox, cayó en el lance de ?hacer cumplir la Ley? y proporcionó los votos necesarios en la Cámara de Diputados para poder desaforar al ?Peje?.

Una vez desaforado el inculpado y presunto infractor de la Ley, el presidente Fox reculó al ver que el incendiario López Obrador podría desestabilizar al país y hacerse una vez más la víctima, papel que ha sabido jugar con excelentes resultados para sus propósitos.

Así las cosas, el presidente entonces al pedir la renuncia de Macedo encontró la manera de evitar que el castigo penal hacia López Obrador lo sacara de la mesa de la contienda, mas no por las urnas, como en esencia debería ser en un país democrático.

En este caso entonces y por así convenir a los intereses el primer panista de México ?el esposo de Marta- la Ley sucumbió ante el espíritu democrático.

Segundo caso. En plena batalla por la candidatura para la Presidencia del país, entre Roberto Madrazo Pintado y el grupo Unidad Democrática ?el Tucom pues- resulta que muchas ?vacas sagradas? del priismo nacional están en contra que la profesora Elba Esther Gordillo, secretaria general del PRI, asuma el cargo de presidenta una vez que Madrazo renuncie a su cargo en búsqueda de salir ungido como candidato presidencial.

Miles de argumentos esgrimen los priistas para tratar de evitar el ascenso de Gordillo. El problema es que los estatutos del PRI ?los mismos que Sifuentes combatió y por los que fue derrotado- señalan sin lugar a dudas que en caso de ausencia del presidente nacional, será el secretario general el que asuma el cargo, en este caso Elba Esther deberá sustituir a Roberto.

Aquí entonces surge la gran pregunta: si los priistas son tan respetuosos de sus propios lineamientos, ¿por qué quieren evitar que en el relevo en la presidencia de su partido se observen sus regulaciones jurídicas internas y en el caso de Sifuentes las voces fueron en sentido contrario, pidiendo la observación precisa de las mismas? La respuesta es muy sencilla: por los designios de los poderosos.

En el caso nacional, no hay poder dentro del PRI que hoy pueda desafiar a Madrazo. Ni el Tucom con la ayuda de los Cuatro Fantásticos (hoy de moda), podrán interferir en los planes del tabasqueño por ser el candidato del tricolor.

En el caso de Coahuila, aquí hay una sola voz, la que sale del pecho del gobernador Martínez. Se tiene que ser muy iluso para no darse cuenta que Martínez y Martínez no quiere que Raúl Sifuentes Guerrero sea el próximo gobernador de Coahuila y naturalmente ya lo consiguió.

Ayer Raúl Sifuentes anunció que se unirá a Alejandro Gutiérrez ?quien tampoco será el ganador, porque así lo quiere Martínez- en la contienda del próximo domingo para la selección de candidato a gobernador e informa que se inscribirá en el proceso para seleccionar al candidato a la alcaldía de Torreón, lo que hace que las cosas en el caldero político se revuelvan aún más.

La exclusión de Sifuentes en sentido estricto fue la aplicación de la Ley, en realidad en nuestro México, a Raúl nunca le fue perdonado el desafío frontal al gobernador. Ésa es para muchos, la realidad.

eirazoqui@

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