¿Cómo nos irá con Moreira? Estoy seguro que esta es una de las preguntas más escuchadas en los cafés de la ciudad. Por desgracia, tendrán que pasar seis años para despejar esa duda.
Muchos esperan mucho de Humberto Moreira, y yo en realidad no espero nada. Es increíble, pero pese a mi juventud he aprendido que nada puede esperarse de los políticos. Son demasiadas las promesas que hacen, así como las desilusiones que despiertan sus acciones. Es difícil fiarse de un gobernante. Por un lado aseguran velar por nuestros intereses, y por el otro no hacen otra cosa más que satisfacer los propios.
Pero una nueva Administración comienza e inevitablemente renace la esperanza de ver superados los problemas y carencias existentes en la actualidad.
Si me pidieran hacer una lista de lo que quiero que suceda en Coahuila durante los próximos seis años, en realidad no terminaría. Sería más fácil, creo yo, enlistar lo que no quiero para nuestro estado.
No quiero un gobernador superficial, es decir, un gobernador que se dedique a emprender proyectos de relumbrón destinados a elevar su popularidad. La historia reciente nos ha enseñado que este tipo de obras nada bueno nos deja. Un ejemplo de ello fue la construcción del Distribuidor Vial Revolución, la cual significó una mancha imborrable en la Administración de Enrique Martínez. Un buen gobernante es el que renuncia a la popularidad y emprende las acciones que realmente se requieran para elevar la calidad de vida de los ciudadanos. Humberto Moreira conoce muy bien las carencias de Coahuila, por eso confío en que sabrá destinar los esfuerzos a las áreas prioritarias del estado.
No quiero un gobernador que siga siendo un eterno candidato. El tiempo de proselitismo es para prometer, y ahora ha llegado el tiempo de cumplir. Durante su campaña Moreira prometió impulsar el empleo y combatir la inseguridad, pero como alcalde de Saltillo ésas fueron sus dos principales fallas. ¿Podrá nuestro gobernador combatir la inseguridad en todo el estado si fue incapaz de hacerlo en una sola ciudad? Durante su gestión en Saltillo se presentó una ola interminable de robos, creció la presencia del “narcomenudeo” y fue evidente la ineficiencia de la Policía Municipal. En cuanto a su promesa de crear más plazas laborales, debemos recordar que Saltillo encabezó la lista de ciudades con mayor tasa de desempleo abierto en el país durante un largo periodo, periodo en el cual Moreira fue presidente municipal. Muchos advierten una distancia entre el ahora gobernador y la Iniciativa Privada. El primer paso para cumplir su promesa de desarrollo económico es entablar lazos con los empresarios y comerciantes de la entidad, y así lograr los objetivos planteados.
No quiero un gobernador obsesionado con la popularidad. Como alcalde de Saltillo, Humberto Moreira demostró ser muy aficionado a derrochar nuestros recursos para promover su imagen. La popularidad es una droga y quien la prueba, siempre buscará más y más. Espero que el nuevo monarca coahuilense se aleje de ese vicio, y se preocupe por conseguir el beneplácito del pueblo con un trabajo comprometido, y no con un anuncio en la televisión o en los medios escritos.
No quiero un gobernador que pague favores. Para llegar a su puesto recibió la ayuda de cientos de personas, pero esto no debe ser motivo para perjudicarnos. Es cierto que Enrique Martínez lo bendijo con su dedo. No puede negarse que muchos funcionarios aprovecharon sus cargos para promover su candidatura. Pero si con alguien está en deuda Moreira, es con los coahuilenses. Sin el voto de la mayoría, no hubiera alcanzado su propósito. Sé que Humberto Moreira es muy trabajador, y el hecho de haber llegado a este puesto lo demuestra. Espero que durante los próximos seis años, utilice todo su talento político y liderazgo para abatir los rezagos existentes en Coahuila y para saldar la eterna deuda que los gobernantes han tenido con nosotros.
javier_fuentes@hotmail.com