Crea Bush la dirección nacional por recomendación de la comisión del 11-S
EL PAÍS
WASHINGTON, EU.- John Dimitri Negroponte, actual embajador de Estados Unidos (EU) ante Irak, se convertirá en el primer director nacional de Inteligencia, el puesto creado con la esperanza de que pueda coordinar las diferentes agencias del Gobierno.
Negroponte, fiel trabajador en los gobiernos republicanos, estuvo salpicado por el escándalo del apoyo a la contra nicaragüense cuando era embajador en Honduras. Desde su nuevo cargo será el enlace del presidente con los servicios de Inteligencia y el responsable máximo de la organización, el reparto y la financiación de cada una de las agencias.
El cargo del director nacional de Inteligencia se creó en línea con las recomendaciones de la comisión que investigó los atentados del 11-S, que descubrieron una soberbia falta de coordinación entre las 15 agencias que componen los servicios de Inteligencia de EU.
Algunas son sobradamente conocidas, como la CIA, el Servicio Secreto, el FBI o la Agencia Nacional de Seguridad; otras trabajan en un segundo plano, como la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial.
La Ley que estableció la creación de este puesto creaba en realidad un nuevo organigrama entre los servicios de Inteligencia y establecía, por encima de todo, el reparto de poder. Las agencias más poderosas son las que tienen más dinero o las que disfrutan de un acceso más cercano al ?despacho oval? del presidente; el Pentágono lideraba la primera categoría y la CIA la segunda.
Ahora, Negroponte desplaza al director de la Agencia Central de Inteligencia y se sitúa por encima de él con dos capacidades tan reales como simbólicas.
Por un lado, será Negroponte el que a partir de ahora se reúna con el presidente cada mañana para valorar las amenazas a la seguridad del país o las informaciones más confidenciales; por otro, el nombramiento de Negroponte obliga al actual director de la CIA, Porter Goss, a abandonar su despacho para cedérselo al nuevo ?jefe? de la Inteligencia de EU en el edificio en Langley, en las afueras de Washington.
Cuando se tramitó la Ley de reforma de los servicios de Inteligencia, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, presionó para lograr que su propia agencia de investigación, la Oficina de Inteligencia del Pentágono, preservara una relativa independencia. La mayoría republicana logró introducir unas modificaciones que permitirán a ese Departamento retener el control sobre los datos que proporcionan los satélites-espía sobre las zonas de conflicto bélico.
Esa información no deberá pasar primero por la mesa del director nacional de Inteligencia sino que estará inmediatamente en manos de los mandos militares. Hubo ayer un gesto claro de pacificación ante posibles luchas de poder: Bush nombró como subdirector nacional de Inteligencia al responsable militar de una de las agencias del Pentágono.
Sin embargo, la mayor demostración de fuerza del nuevo cargo recae en su autoridad sobre el reparto de los 40 mil millones de dólares anuales de presupuesto que reciben los 200 mil empleados de las 15 agencias. El 80 por ciento de esa cantidad recae, por ahora, en las agencias de Inteligencia del Pentágono.