En ?El Alacrán? de nada sirve vivir en las rúas Hernández Deras, Gustavo Lugo o López Pescador
El Siglo de Durango
Por el camino de tierra se miran varias casas, cuyas condiciones precarias resaltan. Hay algunas viviendas de cartón, otras tantas están en obra negra y unas pocas tienen un mejor semblante. El cielo nublado da un aspecto triste al asentamiento humano. Es la colonia denominada El Alacrán y, de manera paradójica, la calle porta el nombre del actual gobernador del estado, Ismael Alfredo Hernández Deras.
La calle Jaime Fernández Saracho colinda con la de Hernández Deras, al igual que la dedicada a Gustavo Lugo, y a pocos metros la del ex presidente municipal José Rosas Aispuro Torres, así como la del actual presidente de la Gran Comisión del Estado, Ricardo López Pescador. Sin embargo, ninguna de las arterias viales cumple los requisitos para la óptima circulación de los transeúntes, y qué decir de los automóviles.
De una casa a medio construir sale Teresita de Jesús Garvalena Madrid. Mientras su mascota, a la cual puso ?Loba?, se rasca la pata, la madre de familia dice que tienen cuatro años de vivir en ese lugar y hasta el momento no recuerda que alguna vez los haya visitado el ahora titular del Poder Ejecutivo.
Hace memoria de que antes vivía en otro lugar, pero después de un incendio fue reubicada a esta zona que se encuentra al oriente de la mancha urbana.
La mujer supone que Hernández Deras debe saber que tiene una calle bautizada en su honor. Al cuestionarle qué le pediría si lo tuviera enfrente, la respuesta es inmediata: ya no quiere enlodarse los pies cuando llueva, así que su único deseo es la pavimentación de su cuadra.
En la calle Jaime Fernández Saracho, las condiciones de vida son muy similares. Moradas que cuentan con los servicios indispensables tales como la luz, el agua, el drenaje, pero que no ocultan la difícil situación económica por la que atraviesan sus habitantes.
Sentada en un desgastada silla de plástico, la lideresa de la colonia, María Miranda Bonilla, a quien la mayoría conoce como doña Mary, observa el movimiento que se registra con los vecinos. Los años ya han hecho estragos en su cuerpo, así que utiliza un bastón para desplazarse, aunque por el momento el aparato funcional reposa a su lado.
Asevera que ?El Alacrán? es una de las colonias más marginadas, la gente tiene múltiples necesidades que suplir. Durante siete años, vivieron cerca del Cerro de Mercado. ?El Gobierno nos dijo que no era factible estar allí, estuvimos muchos años y nunca nos dijeron nada, algún interés habría por esos terrenos?.
Así que las autoridades competentes los cambiaron de residencia con todas las facilidades posibles. Doña Mary platica que ya tenían la infraestructura necesaria para habitar el lugar; por lo tanto, el traslado no representó gasto alguno para los colonos.
La mujer no puede ocultar su corporativismo con el partido que ostenta el poder desde hace más de 70 años en el Gobierno Estatal y en su jacal tiene un póster de Gustavo Lugo cuando pretendía alcanzar la candidatura para presidente municipal.
?A mi compadre Lugo no le favoreció la competencia; bueno, sí le favoreció pero hubo tranzas y no quedó de presidente?. Afirma que dentro de poco podrán acceder a un crédito con el Instituto de Vivienda del Estado de Durango (IVED) con el afán de mejorar la infraestructura de sus domicilios.
Su vecina Natividad Frías, envuelta en un reboso, no tiene una visión tan optimista. Cuenta que, aunque sabe quién es Fernández Saracho, no lo ha visto empolvar sus zapatos por la calle que porta su nombre; es más, ninguno de los políticos que supuestamente les han ayudado, y por eso les dieron un homenaje al recordarlos con esta acción, ha ido por ese lugar durante los últimos meses.
La anciana piensa que ni han de saber que existe esa colonia, porque ni siquiera cuando andaban en campaña para obtener un cargo público los vieron pasar.
Sobre la seguridad pública poco hablan; doña Mary dice que antes pasaban dos patrullas muy frecuentemente y los agentes policiacos se reportaban con ella para que pusiera su firma como testigo de que cumplían con su deber, pero ahora las cosas han cambiado. Hace algún tiempo los robos eran frecuentes, los culpables fueron remitidos al Cereso, pero hay rumores de que otros jóvenes ya iniciaron una vez más los atracos.
De pronto, llega una camioneta comandada por dos policías que le dicen que van a la calle Gustavo Lugo para detener a una mujer drogadicta, pero ella asegura que no es así, que responde por la habitante, así que se marcha con su bordón para conocer a profundidad la problemática.
En el entorno de la colonia hay dos expendios de cerveza y aunque la gente tiene miedo de denunciar, dicen que enfrente del campo deportivo hay una ventana clandestina, la cual, aunque vienen los inspectores municipales y supuestamente la desmantelan, sobrevive sin problema alguno.
Algunas señoras platican en las polvorientas calles mientras vigilan a lo lejos a sus vástagos que se divierten en la tierra, sin pensar en la posibilidad de que algún día la noticia de que los servidores públicos que han apoyado tantas veces arriben a visitarlos aunque no estén en busca de su voto para obtener el triunfo en alguna contienda electoral.
SITUACIÓN
La colonia El Alacrán hace alusión a un símbolo de Durango.
4 años de su fundación
106 casas les fueron regaladas
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.