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Normatividad Agropecuaria | AGROPECUARIA

Por Agustín Cabral Martell

LA ESCASEZ DE AGUA

El planeta Tierra es el único conocido que está cubierto de una capa acuosa líquida. Océanos, ríos, lagos, humedales, nubes, la mayor parte de sus rasgos superficiales están constituidos por agua.

Sin embargo, a pesar de la abundancia global estamos teniendo problemas de escasez de agua, cada vez más frecuentes, intensos y devastadores.

Las sociedades contemporáneas están sufriendo una nueva sequía global, y ella no se debe ni a la falta de lluvias, ni al menor caudal anual de los ríos, ni a la ausencia de acuíferos. Por el contrario, los estudios climáticos muestran una tendencia promedial al incremento de las lluvias. Los flujos fluviales se han vuelto más irregulares pero no han disminuido. Y el balance total de agua subterránea tampoco ha cambiado significativamente. Los peritos sobre la materia opinan que el mundo se está haciendo más húmedo, y que debido al efecto invernadero están aumentando la evaporación, la cobertura nubosa, y por ende, las precipitaciones. Al calentarse los mares se acelera el motor climático generando sistemas más numerosos e intensos, que intensifican los procesos erosivos y las inundaciones catastróficas. Al mismo tiempo se desecan los suelos y desaparece la húmeda, película de vida que sirve de apoyo a las plantas y animales. Mientras los antiguos paisajes húmedos se secan en las zonas rurales, las grandes ciudades se dedican a vaciar o degradar los ríos, lagos y acuíferos. Las aguas son desviadas, acumuladas, disparejamente distribuidas y pesadamente contaminadas por los monstruos urbanos que no cesan de crecer. Se ha generado una concentración patológica de la demanda y por ende no hay suficientes recursos para satisfacerla. Precisamente, son esas mismas zonas urbanas las que más degradan el recurso. No sólo consumen mucha agua, sino que además la devuelven a los sistemas naturales en malas condiciones.

El agua debería ser un factor más importante que el petróleo, que un mineral como el oro o que cualquier actividad económica, industrial o comercial. Se trata de un líquido vital, pero al parecer no se le considera así, no se le valora.

Se ha asegurado que para el actual gobierno que encabeza el presidente Vicente Fox y para siguientes administraciones, el recurso agua surge como asunto de seguridad nacional y que para lograr una mayor eficiencia en nuestro país sería indispensable que cada usuario pagara por lo que realmente consume, así se evitaría el desperdicio y se generaría una sólida cultura de ahorro y conservación del agua.

La contaminación y desabasto de agua se convierte día con día en un problema que alcanza grandes dimensiones, el debate sobre un recurso estratégico tan esencial para el desarrollo como es el agua se ha generalizado y cubre ahora campos como la economía, el medio ambiente, el combate a la pobreza, la seguridad alimentaria y la seguridad nacional.

Agregado a este problema se suma la situación de México. En nuestro país cerca de 12 millones de habitantes carecen del servicio de agua y 25 millones no cuentan con alcantarillado y saneamiento adecuados. Además, requiere tratamiento el 80 % de las aguas negras que se vierten a los drenajes, ríos, acuíferos y cuerpos receptores, ya que solamente recibe tratamiento el 20%. En términos de inversión, el esfuerzo que se debe desplegar es de aproximadamente 20 mil millones de dólares.

Por otro lado, el esfuerzo que se ha generado bajo el punto de vista normativo, va en el sentido de las reformas a la Ley de Aguas Nacionales que sólo especifican mayores pagos por servicio y multas altísimas por las irregularidades en su subministro, así como la administración del agua para uso agrícola que no compensa la producción agroalimentaria, desviando de esta manera una sana intención hacia la autonomía alimentaria, lo que seguirá haciendo incosteable la producción agrícola.

Los planes y programas productivos agrícolas y pecuarios nuevamente se desfasan por no haber armonía y equilibrio en los distintos insumos que se necesitan y uno de ellos es el agua.

La ruta normativa se debe basar en un marco específico y jerárquicamente establecido con miras a lograr cumplir con el compromiso del abasto agroalimentario nacional y la respuesta a todos los tratados internacionales que tiene México, suena utópico, pero mientras se desgasten las instituciones oficiales en ver videos y culparse unos a otros, se debe acrecentar el espíritu nacionalista, este valor que tanto se ha pisoteado, y los que todavía creemos en un México cada vez mejor, velar por una verdadera cultura del agua, en todos los niveles, desde la cuna de la sociedad que es la familia. Cuando tengamos que sufrir una guerra a causa del agua, quizás entenderemos su valor y sería demasiado tarde, pues te matan o mueres de sed.

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