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Normatividad Agropecuaria / El trabajo de campo en el mundo

Agustín Cabral Martell

En 1996 se cifraba la mano de obra agrícola mundial en 1.140 millones de personas, es decir, en alrededor del 45 por ciento de la población activa mundial. Asia reúne a casi el 80 por ciento de la mano de obra agrícola total mundial, seguida de África, con un 14 por ciento. China y la India reúnen a más del 60 por ciento de esta población.

La agricultura es uno de los principales motores del desarrollo. La experiencia histórica de la revolución industrial pone de manifiesto la importancia de que progrese constantemente la productividad de la mano de obra agrícola. Hoy en día, los países en rápido crecimiento están viviendo una experiencia similar, basada en un ritmo de crecimiento agrícola constante. La pobreza y los ingresos modestos se dan fundamentalmente en aquellos países donde la agricultura progresa lentamente y absorbe gran parte de la población económicamente activa, si bien en ellos coexisten todavía bolsas de pobreza en sectores agrícolas de alto valor añadido en los que los niveles de calificación, de remuneración y de sindicación son bajos.

Tendencias del empleo y de la producción

La población económicamente activa en la agricultura seguirá aumentando hasta el año 2006, si bien más despacio, después de lo cual menguará en cifras absolutas. En términos relativos, la proporción que la mano de obra agrícola representa en la población económicamente activa habrá descendido hasta el 38 por ciento en el año 2010, disminución ésta que refleja la aceleración de la industrialización y de la urbanización en todas las regiones. Actualmente, la mano de obra agrícola aumenta más despacio que el crecimiento de la población económicamente activa total y la población en general.

La mano de obra agrícola aumenta hoy más deprisa en el África subsahariana (1.9 por ciento al año), seguida de Asia meridional (1.5 por ciento) y el Oriente Medio y África del Norte (0.8 por ciento). En las demás regiones, el crecimiento es insignificante (0.1 por ciento en América Latina) o negativo (-3 por ciento en América del Norte y Europa occidental). En los 15 ó 20 próximos años, la proporción de la población económicamente activa en la agricultura se mantendrá por encima de un 47 por ciento en el África subsahariana y en el Asia meridional y oriental. Disminuirá hasta un 23 por ciento en el Oriente Medio y África del Norte, un 17 por ciento en América Latina y el Caribe, y a menos del diez por ciento en Europa. En América del Norte apenas superará el uno por ciento.

De 1980 a 1992 aumentó la producción agrícola mundial por habitante. La tasa de crecimiento más alta por habitante se registró en Asia, donde alcanzó un 0.9 por ciento. En África, el crecimiento de la agricultura (un 2.8 por ciento al año) fue inferior al de la población, con una disminución anual de un 0.2 por ciento del ingreso por habitante. En América Latina y el Caribe (un 2.2 por ciento al año) rebasó apenas el de la población. En Europa central y oriental y en los países de la CEI la producción agrícola disminuyó considerablemente entre 1990 y 1994, pese a los síntomas de recuperación registrados en 1994 y 1995, mientras que en América del Norte y la Unión Europea progresó en un 0.9 y un 0.2 por ciento, respectivamente.

La agricultura padece una reducción del intercambio del mercado mundial (11.9 por ciento en 1994 contra 14.7 por ciento en 1980), pero las exportaciones agrarias mundiales han aumentado en un 4.5 por ciento entre 1990-94, justo por debajo del aumento total de la exportación, que es del cinco por ciento. Las inversiones extranjeras directas en agricultura están aumentando también rápidamente.

Asuntos laborales

Las cuestiones laborales que afectan a los trabajadores rurales se refieren esencialmente a los derechos laborales fundamentales, las condiciones de trabajo, el empleo y la pobreza.

Derechos laborales básicos

La acción de la OIT en pro de la justicia social se basa esencialmente en la defensa del derecho de los trabajadores a constituir las organizaciones independientes y democráticas de su elección, y a afiliarse a ellas. En 1921, la OIT adoptó un convenio por el que se conferían a los trabajadores agrícolas los mismos derechos sindicales que a los de la industria. En algunos países subsisten trabas legales a la libertad de sindicación de los trabajadores agrícolas, pero la auténtica asignatura pendiente es el libre ejercicio de este derecho en la práctica. Todavía quedan muchos obstáculos por superar. Las organizaciones sindicales suelen ser débiles (sus afiliados agrícolas representan apenas entre el dos y el siete por ciento de la mano de obra total) con algunas excepciones en América Latina y en Europa central y oriental. La negociación colectiva se limita con frecuencia a las grandes plantaciones. La naturaleza del trabajo estacional, migratorio y ocasional, el analfabetismo, el desconocimiento de los derechos de los trabajadores y el aislamiento son factores que dificultan considerablemente la tarea de organizar a los trabajadores rurales. Los órganos tripartitos de la OIT han reiterado la necesidad de hacer efectiva la tutela de los derechos laborales básicos en las zonas rurales y de fortalecer las organizaciones de trabajadores rurales.

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