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Norte y Sur / LOS LIBERTADORES

Salvador Barros

Héroes de la América libre

Los Libertadores, del periodista y parlamentario británico Robert Harver, es a la vez un relato atractivo, una narración vivaz y una crónica detallada de las luchas políticas y militares que entre 1808 y 1826 hicieron posible que las colonias iberoamericanas rompieran sus vínculos de dependencia con España para empezar a constituirse como nuevos estados soberanos, un proceso tan vasto y complejo que todavía hoy resulta difícil concebirlo y relatarlo. No se trata, sin embargo, ni de una descripción de las causas económicas y políticas del proceso, ni de una ajustada evaluación sobre el papel desempeñado por los diversos actores sociales en las guerras de independencia, ni de un esbozo político e institucional de los nuevos regímenes débilmente republicanos surgidos en las antiguas colonias en contraposición con una Europa monárquica y absolutista. Es, ante todo y sobre todo, una obra centrada en las carreras de ese pequeño grupo de dirigentes criollos y europeos liberales -Miranda, Bolívar, O?Higgins, San Martín, Cochrane, Iturbide y Pedro de Braganza- cuyas acciones políticas y militares, en buena medida individuales según el autor, destruyeron el imperio colonial más extenso y más estable organizado en ultramar por una potencia europea.

Esta especie de "culto a los héroes" revivido, que tal vez provoque irritación en algunos especialistas, lejos de constituir un demérito para la obra, se convierte en uno de los principales puntales interpretativos y narrativos de un texto que reconcilia al lector con una lectura del pasado tal vez un poco simplificada, pero no por eso menos penetrante e instructiva, de los caracteres históricos y socioculturales del mundo iberoamericano que describe con agudeza.

Ha sido precisamente ese culto a los héroes -todavía hoy tan vital en las sociedades de Iberoamérica- que atribuye a los jefes militares y padres de la patria unas cualidades casi rayanas en lo sobrehumano, lo que, según confiesa Robert Harver, lo ha movido a interesarse por el tema. El autor ha logrado redactar su obra con perspicacia, elegancia y una buena dosis de dramatismo que le permite adentrarse confiadamente en complejos episodios militares, políticos y personales -desde amoríos e intrigas hasta batallas y congresos- sin temor a abrumar a su público con exceso de detalles, manteniendo un aire de distancia a la vez admirativo y extrañado.

Como periodista, más que como académico, Harver interpreta esta veneración por el héroe militar como parte de una idiosincrasia heredera de la tradición española y, por lo tanto, no enteramente instalada en los hábitos políticos y en las prácticas sociales que caracterizan a la cultura europea, o mejor aún, a las nociones corrientes en el mundo anglosajón. La "barbarie" de algunos de sus personajes -en especial de Bolívar, que prefigura para el autor algo así como el modelo admirable del dirigente criollo, con sus grandezas y miserias políticas y personales- asoma muy cerca de su deslumbrante heroicidad. Sin embargo, obediente de ciertos tópicos o estereotipos fuertemente dominantes en las tradiciones liberales, particularmente inglesas, Harver encuentra que buena parte de la barbarie y el furor de las guerras de la independencia hispanoamericanas y de sus caudillos y dirigentes procede de un ejercicio del poder por parte de España, a la cual considera, tal vez exageradamente, "uno de los imperios más efectivos, duraderos y militarmente represivos que el mundo haya conocido".

En esta visión a la vez reflexiva y pintoresca sobre la revolución y sus líderes -en los que se combinan "hombría y simpatía, características de los españoles", dice el autor- la figura del argentino San Martín adquiere dimensiones diferentes. El general rioplatense es, también aquí, la imagen del líder taciturno y entregado a su causa que contrasta con la ígnea y devoradora pasión por el poder de los otros libertadores. Sorprende un poco, sin embargo, que Lord Cochrane, ese eficaz mercenario naval de origen británico, cuya genialidad hizo posible la invasión argentino-chilena a Perú en 1820 -y tenaz enemigo de San Martín por el resto de su vida-, aparezca a la altura del Protector del Perú en la asignación de méritos militares y políticos para la causa de la liberación.

Bien acogido en el mundo de habla inglesa y más allá de algunas afirmaciones imprecisas o ambiguas, Los Libertadores es un texto complejo pero muy accesible, extenso pero fácil de recorrer, crítico pero respetuoso y comprensivo, producto característico de una mirada anglosajona pero no enteramente ajeno a la tradición histórica americana. Una obra, en síntesis, que completará el panorama general de la independencia continental sin grandes complejidades, pero con la eficacia suficiente para atrapar al lector en un laberinto de proezas y miserias que, aunque conocido en muchos casos no deja por eso de ser fascinante y evocador.

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