"Me ruborizo cuando me dicen que soy una intelectual"
El amor en la vejez es uno de los temas constantes en la literatura de Doris Lessing (Kermanshah, antigua Persia, hoy Irán, 1919) desde hace por lo menos una década. La edad se ha transformado en su literatura en un mirador imprescindible para entender las relaciones entre madres e hijos, entre generaciones y poner bajo la lupa un amplio diapasón sentimental donde la dinámica hormonal ha transformado el punto de vista femenino sobre el amor, la espera y la soledad.
Sus libros más recientes son, uno de ensayos: Time Bites, Views and Reviews (El Tiempo Muerde: Opiniones y Revisiones) (2004), y otro de cuentos: Las Abuelas (The Grandmothers, 2004) . El primero es una carta de creencia en la literatura y pone en claro las claves de lectura de los escritores de su devoción. El segundo, que empezó a circular en librerías, lo podríamos considerar como una reunión de cuatro novelas cortas. Las Abuelas, el título de la primera, explora la sexualidad de la mujer madura en un complejo cruce de elecciones amorosas.
En este diálogo con Doris Lessing, a propósito de su nuevo libro de cuentos, se explora sobre todo el ámbito de la creación y el terreno de lo literario femenino.
P:- Me gustaría que me contara sobre sus hábitos de escritura, ¿ha encontrado modos definitivos de enfrentarse a la ficción?
R:- "Usted me propone que hagamos una entrevista sobre uno de los procedimientos artísticos más dinámicos en la historia de nuestra cultura: la elaboración de la novela. Seguramente a mucha gente que le ha preguntado sobre este quehacer le ha respondido con reglas, pero me imagino que los artistas auténticos le han dicho que no hay una receta por más que muchos críticos y medios de información se empeñen en adjudicárselas. Mire, yo tengo encima una tradición novelística. La inglesa, que viene del ?Tom Jones? de Fielding y del ?Tristam Shandy? de Sterne: "Después de vivir esas novelas es muy difícil que un novelista serio le diga cómo se hacen las cosas. Hoy, más que nunca, el territorio de la novela es el más diverso espacio de la lengua, de la cultura y de la historia. Cuando llegué aquí, como suelo hacer en todas partes, pido a la universidad que me sugiera una lista de las novelas más importantes del país a donde llego. Se trata de un ritual que me convence cada vez más de la fertilidad del género.
Cuando fui estudiante, las listas de novelas por recomendar no rebasaban la extensión de una cuartilla. Hoy, el mapa de la literatura es muy amplio tanto en número como en la calidad de las búsquedas, aunque esas exploraciones tengan la impronta de la tradición novelística clásica. Ustedes tienen la tradición de Cervantes, como nosotros la de Shakespeare, Sterne y Fielding. Con obras como las Novelas Ejemplares y El Quijote, la única certeza de que puede gozar un escritor es que la novela es el terreno más incierto y por lo tanto más creativo, abierto a todas las posibilidades".
P:- Hay muchas personas que no se cansan de subrayar su autodidactismo. Unos para sorprenderse, otros para aplaudir que haya sabido escuchar la voz impulsiva de su deseo, casarse, tener dos hijos, dejarlos con el marido, volverse a casar e irse a Londres con una novela bajo el brazo, The Grass is Singing (1950), que le traería el respeto y el reconocimiento
R:- Me agrada mucho que me pregunte eso porque estoy segura de que no me cansaré de repetir que no se necesita título para saber cómo es la gente. Cuando los críticos se empeñan en encontrar rasgos autobiográficos en mi obra no me parece que estén en el camino equivocado. Lo que sí me parece peligroso es que no se den cuenta de que esos rasgos son comunes a millones de personas en el mundo, que muchas mujeres buscan lo que yo busqué, que muchas mujeres huyen de lo que yo me aparté, que el padecimiento del hartazgo y el aburrimiento no son privativos de Doris Lessing. La única diferencia que encuentro es que yo he tenido la oportunidad de escribirlo y los otros de identificarse con esas ideas. Me ruborizo cuando en algún seminario, en visitas que realizo a universidades, me presentan como una intelectual. Ser intelectual es una imagen que no tengo de mí misma.
P:- Así como la biografía de una mujer le importa muy poco a muchos hombres, su literatura les importa menos...
R:- Tomaré su provocador comentario para informarle que eso sucede cada vez menos. Los hombres están cambiando. Esa percepción de la que me habla pertenece a otra época, aunque se viva ahora mismo en la actualidad. Hay aspectos del presente que, a pesar de su insistencia, cada vez a más personas les parecen caducos y fuera de lugar. A los hombres y las mujeres les pasan cosas distintas y eso se muestra en la escritura, es algo inevitable: yo me atrevo a afirmar que es una cuestión hasta de orden biológico. El hecho de que a muchos hombres no les importe ni la vida ni la literatura de las mujeres no quiere decir que no sean modificados por ambos aspectos.
P:- El público lector que conquistaron muchas escritoras que se iniciaron en los años ochenta es fundamentalmente de mujeres.
R:- Sí, es cierto, pero las mujeres no viven solas ni son entes separados del mundo, también cumplen con su tarea modificándolo. Tal vez cuando empecé a publicar varias de las ideas que se expresaban en mis libros provocaban mucha molestia entre los hombres, cuya capacidad de animar la vida femenina estaba puesta en entredicho, pero también en un gran sector de mujeres que no saben qué hacer para derrotar la monotonía.
P:- Una de las cosas que se pueden hacer para acabar con la monotonía es divorciarse, como lo hizo usted y algunos de sus personajes fundamentales.
R:- La propuesta causó un gran choque entre muchas personas "bien pensantes". Y déjeme decirle que eso no es feminismo sino sentido común y una voluntad de defender sin temor lo que uno quiere ser. Pero en términos literarios se abría una posibilidad, en términos del realismo, de explorar un conjunto de temas que proponían otra calidad para el personaje, una libertad a la que no se atrevieron otros personajes en otras literaturas de ese momento, vamos a decirlo así.
P:- Cuando llegó a Londres con su novela bajo el brazo también cargaba con dos estigmas: madre soltera y comunista...
R:- El verdadero estigma en Rodesia consistía en haberme casado dos veces: alrededor mío se creó un ostracismo y una gran hostilidad. Era mil veces peor que ser una roja. Cuando llegué a Londres el estigma consistía en ser comunista, no madre soltera, que ahora usted lo dice con mucha naturalidad; pero entonces, aunque había muchas mujeres en una situación semejante a la mía, la palabra ni siquiera se empleaba. Al término de la guerra la diversidad de compromisos políticos era enorme, todo mundo pertenecía a un frente distinto, sobre todo cuando se inició la Guerra Fría. La situación era muy rica para quien tuviera disposición o posibilidad de observarla. Había un enorme miedo, una gran paranoia. Muchos habían crecido con el temor de las bombas, del espionaje, veían a cualquiera como el enemigo en casa. Para mí significó un gran aprendizaje.
P:- Cuando usted se decide a especular en la ciencia ficción y construir aspectos inexistentes, pero posibles, del mundo, ¿qué clase de futuro vislumbra?
R:- Hace muy poco tiempo Arthur C. Clarke comentaba que en el siglo XXI tendrían lugar cambios que muchos no teníamos siquiera la posibilidad de imaginar. Tal vez yo no la tenga, vivo instalada en parte en el pasado, aunque es una visión del pasado que está cambiando constantemente a la luz de mi presente. Sin embargo, los niños y muchos jóvenes de hoy seguramente sí saben a qué se refiere Clark. Estamos en un momento en que la lectura se considera una actividad inútil. Si usted piensa en todas las esferas de la vida cotidiana se dará cuenta de que poco a poco se ha prescindido del ejercicio de la memoria, tenemos guías telefónicas, agendas, en fin, todo eso que propició la revolución editorial con la invención de la imprenta. Hoy estamos sometidos a nuevas tecnologías que impiden un contacto con la memoria, con la pluma, los jóvenes tienen que estar sobreestimulados para poder acercarse a la lectura. Conozco y he visto muchos jóvenes que apenas pueden terminar de leer una frase más o menos larga, ¿usted cree que pueden leer un libro? Si usted observa, en los pueblos muy poco desarrollados, en América Latina, en África o en la India, la gente tiene que llevar todo en su cabeza: direcciones, teléfonos, fechas. Por eso también sobrevive una tradición oral que ha alimentado la literatura hasta hoy.
P:- A mediados de los años ochenta el mercado editorial encontró un nuevo objeto: la literatura de mujeres. ¿Usted cree en esa consideración, existe una literatura femenina?
R:- De ninguna manera. Es una falsa división que se debe en parte a una forma de feminismo muy irracional, y por otra parte a un mercado que ha percibido una diversificación de un tipo de lectores que busca lecturas para identificarse, que le confirme lo que piensa de la vida, o para encontrar algún consejo. Pero también hay nuevas generaciones de mujeres que escriben y que aprovechan esta falsa idea para promover su trabajo entre las lectoras que esperan que la literatura escrita por mujeres ilumine zonas de su vida. Muchas feministas se empeñan en insistir en la separación y muchas escritoras se empeñan en escribir como mujeres sin lograrlo. Pero hombres y mujeres tienen más cosas en común de lo que nos imaginamos y la literatura es el mejor testimonio de esa falsa dicotomía. Ambos tienen el mismo paisaje y el desafío frente a él consiste en saberlo observar y tan hábil o tan torpe puede ser uno u otro. Virginia Woolf decía que cuando una mujer se sienta a escribir no debe pensar que es una mujer sentada escribiendo sino un ser humano expresándose sin ataduras.
P:- Se le llega a comparar con Simone de Beauvoir, ¿qué piensa?
R:- Somos hijas del mismo momento histórico. Nos preocupaban los mismos temas al mismo tiempo. Pero la diferencia fundamental que encuentro entre ella y yo es que a ella no le gustaba ser mujer; ser mujer era parte de una injusticia que le parecía insalvable y a mí no: yo siempre he estado muy contenta de serlo, no me parece una calamidad.