El dramático video divulgado esta semana por la patrulla fronteriza en el que se advierten cuatro ilegales arrastrados por las aguas del Río Bravo, cuando estaban a medio metro de los rescatistas, produce tanta rabia como impotencia. Una sensación muy similar a la que deja ver la golpiza despiadada a una persona indefensa, sin que nadie haga algo para evitarlo.
Algo similar está sucediendo en Oaxaca, en donde el Gobierno del Estado se ha ensañado con el principal diario de la entidad, Noticias de Oaxaca, utilizando sin pudor toda suerte de agresiones ilegales, como en la mejor época de los caciques de horca y cuchillo.
El más reciente capítulo podría ser el último para este diario, caracterizado por su línea editorial independiente. Ése fue su pecado. El Gobierno de Murat le organizó invasiones, le sembró un muertito en sus instalaciones (metodología patentada por Salinas para deshacerse de La Quina) y minó su circulación, entre otros muchos ataques. Pero se le acabó el sexenio antes de poder someterlo o aniquilarlo. Por desgracia, su sucesor, el actual gobernador Ulises Ruiz, ha encontrado nuevas y más efectivas formas para atacarlo. O mejor dicho, ha recurrido a las antiguas tradiciones de la clase política y rescatado un método de aniquilación del que ni siquiera Excélsior pudo salvarse: el boicot sindical.
El diario Noticias de Oaxaca está emplazado a una huelga mediante argucias de tal índole que ni siquiera los propios trabajadores puedan evitarla. Toda vez que los sindicatos deben estar afiliados a una central, el Gobierno del Estado aprovechó a la CROC y a un par de sindicalistas para orquestar un emplazamiento que conduzca a una huelga, con el propósito de hacerla indefinida. Los trabajadores del diario han hecho asambleas para documentar el acuerdo al que se ha llegado en la revisión del contrato anual, como ha sido cada año, con lo cual se desisten de toda intención de huelga. Pero la Junta local de Conciliación y Arbitraje, controlada por el Gobierno, no reconoce el desistimiento y ha hecho todo lo necesario para que la cuenta regresiva sea inexorable. Un mecanismo tan sencillo como implacable para destruir un diario incómodo para el soberano local.
A lo largo de lo que ya han sido dos años de persecución, el diario ha tenido que defenderse de las averiguaciones artificiosas que se le han fincado, en tribunales que invariablemente han operado como extensión de la voluntad del Gobierno Estatal. Algunas de estas acusaciones rayan en lo absurdo: el domingo 28 de noviembre del año pasado, 80 personas invadieron las bodegas donde se almacenan papel, tinta y otros materiales para la impresión del diario. Al día siguiente los invasores abandonaron las instalaciones dejando en el interior un cadáver, al parecer resultado de una rencilla entre los propios asaltantes. Tres días más tarde volvieron a tomar control de las instalaciones por obra y gracia de un paquete de 300 mil pesos pagados por personeros de la secretaría de Gobierno, como ha sido documentado en expedientes. Pese a las denuncias por parte del diario para buscar el desalojo de los asaltantes, éstos han sido protegidos por la autoridad. Peor aún, ha trascendido que los abogados del Gobierno buscan elementos para acusar de asesinato a la directiva del diario.
El intento de ejecución a sangre fría de Noticias de Oaxaca transcurre a la vista de toda la opinión pública, sin que nadie haga algo para evitarlo. Ocupados con las incidencias de la vida política nacional, hemos terminado por creer que ya vivimos en una sociedad democrática. Simplemente porque vemos caricaturas que critican a Fox o porque constatamos que los partidos hacen esfuerzos inauditos para seducir nuestro voto, hemos asumido que la democracia llegó para quedarse.
No es así. La tragedia que vive Noticias de Oaxaca muestra que el país avanza de manera desigual y con retrocesos. Un gobernador está aniquilando el principal periódico de su estado, simple y literalmente “por sus pistolas”. Porque sí, porque puede hacerlo, porque después de todo resulta que no somos una democracia. Habría que preguntarnos, ¿Contemplaremos pasivamente la ejecución a sangre fría, la muerte anunciada, de un diario cuyo único pecado fue creer que México había cambiado?
Los suspirantes
Hace un año un grupo de periodistas y académicos decidimos hacer un libro para desentrañar identidades y trayectorias de los que aspiran a la Presidencia. Consideramos que si bien hoy en día podemos elegir a nuestros gobernantes, en la práctica estamos votando por perfectos desconocidos y descubriendo a posteriori de lo que son capaces y de lo que son incapaces. Las campañas electorales convierten a los candidatos en productos de marketing, los transforman en héroes y villanos a la vez, según el interés de cada partido. Sus currículos quedan esterilizados de toda mácula y se nos presentan como esposos leales, padres devotos, trabajadores incansables, ciudadanos honorables. Atrapada entre la calumnia o la glorificación de estos personajes, la opinión pública se ve obligada a elegir entre uno u otro producto político.
Con el propósito de aportar un elemento de mesura y responsabilidad, los autores ofrecemos un libro titulado Los Suspirantes. Los precandidatos de carne y hueso, editado por editorial Planeta. Es un esfuerzo documentado y no partidario, para comprender quiénes son y cómo han llegado hasta acá, sin encomiar ni censurar. En total se eligieron 19 suspirantes: siete de ellos merecieron un largo capítulo biográfico cada uno de ellos (López Obrador, Creel, Madrazo, Cárdenas, Calderón, Montiel y Castañeda), además de otros 12 perfiles de los que podrían entrar en la recta final (Enrique Jackson, por ejemplo).
El resultado es inquietante. Despojados de sus maquillajes, detrás de estos personajes aparecen hombres y mujeres plagados de claroscuros, de virtudes y defectos. Uno de ellos será el próximo presidente. Conózcalo.
(jzepeda52@aol.com)