(Cuarta parte)
En el caso específico del trastorno bipolar en sus diversas manifestaciones, se ha encontrado que es necesario utilizar otro tipo de medicamentos más específicos y diferentes de los antidepresivos. Se trata de los llamados estabilizadores del estado de ánimo, que como su nombre lo indica, buscan ayudar al paciente a lograr un equilibrio entre esos dos extremos de emotividad que alcanza en diferentes periodos, sea durante los estados depresivos, o en las crisis de manía o euforia exagerada. El fármaco que se ha utilizado en forma exitosa en estos pacientes desde hace mucho tiempo, es el litio, que ha sido estudiado profusamente. Pero además en las últimas décadas se han revisado los efectos de otros medicamentos, aquéllos de acción anticonvulsiva, los que también han resultado benéficos para los pacientes con trastorno bipolar, tales como la carbamazepina, el valproato, la lamotrigina y la gabapentina.
Al llegar entonces al diagnóstico de cualquiera de los trastornos depresivos mencionados en las columnas anteriores, los medicamentos depresivos son indispensables y se utilizan como una de las primeras medidas de tratamiento para abordar al paciente y facilitar su recuperación. De acuerdo a los síntomas que presente, así como a sus características personales y a las circunstancias específicas de su situación, el psiquiatra elegirá cualquiera de los psicofármacos mencionados a las dosis convenientes según su criterio. Se trata de medicamentos que no actúan de forma inmediata, sino que sus efectos pueden iniciarse entre una o dos semanas después de la primera ingestión, por lo que se requieren de otras medidas paralelas para apoyar al paciente. Debido a que los trastornos depresivos se pueden acompañar de cualquier otro trastorno psiquiátrico, sobre todo del tipo de los trastornos de ansiedad, es necesario enfatizar la necesidad de usar además otros psicofármacos del tipo de los ansiolíticos, como son los de la familia de las benzodiazepinas.
Generalmente, la eficacia de estos psicofármacos ha sido comprobada en multitud de estudios realizados en las últimas décadas. Su acción viene a mejorar la mayoría de síntomas presentes en el paciente, tales como su estado de ánimo, sus dificultades de sueño y de apetito, su tristeza, su desesperanza, su apatía y falta de energía y de interés. Se trata de acciones biológicas a nivel cerebral que cambian radicalmente la visión y la experiencia del paciente en un periodo relativamente corto. Sin embargo, a pesar de esta sensación de mejoría que se experimenta, se recomienda mantener la ingestión del medicamento cuando menos por seis meses y aún por periodos mayores dependiendo de las condiciones en cada caso. Con cierta frecuencia, el paciente al sentir la mejoría deja de tomar su medicamento, lo que trae consigo un alto riesgo de recaídas en muchos de los casos, por lo que es fundamental que antes de tomar esa decisión, el paciente lo consulte con su psiquiatra, para que sea una decisión conjunta y más efectiva.
A pesar de que los antidepresivos tienen esos efectos tan favorables desde el punto de vista biológico, ésa no es la única medida terapéutica que se recomienda, sino que deben tomarse en cuenta otras varias no menos importantes. Hay que recordar que por muy bueno que sea cualquier medicamento, difícilmente podrá ayudar al paciente deprimido a resolver los diversos tipos de conflictos y problemas psicológicos y socioculturales que le acosan, y que han jugado un papel muy importante en el presente en el desencadenamiento de su trastorno depresivo. Es ahí precisamente, donde la psicoterapia en sus varias modalidades ofrecerá un rol fundamental en la educación, la orientación y la ayuda que se le ofrezca al paciente al respecto. A través de ella, éste tiene que aprender a conocerse mejor a sí mismo, a comprender las raíces y circunstancias de su padecimiento, lo que a su vez le llevará a efectuar una serie de cambios fundamentales tanto en su forma de pensar, como en la de actuar y de reaccionar ante diversos estímulos en su familia y en su ambiente. De este modo tendrá que enfrentarse a las múltiples experiencias y circunstancias de su vida que le han sido abrumadoras y difíciles o imposibles de manejar en el pasado, al grado que llegó a sucumbir ante ellas. Aunque existen un gran número de psicoterapias y de escuelas de orientación muy variada al respecto, las que también han sido revisadas y estudiadas con mayor frecuencia, al igual que los antidepresivos desde la mitad del siglo pasado, han sido principalmente: la psicoterapia cognitivo-conductual, la interpersonal y la dinámica o psicoanalítica, con resultados satisfactorios. (Continuará).