Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

(Septuagésima segunda parte)

Al igual que se mencionó en el caso de las familias, sobre esa línea continua imaginaria, de la que en un extremo se encuentran aquellas familias estrictas y ortodoxas, en las que idealmente su estilo de vida no les permite sentir tan abruptamente pasiones tales como la corrupción, hasta el otro extremo, en el que las familias no sólo se lo permiten y autorizan a sí mismas, sino que están tan involucrados en ella, que se alimentan, se bañan, la digieren, la respiran y la exhalan, o retozan con ella como parte de su estilo de vida, casi como una segunda piel bien acondicionada que disfruta tal pasión, algo semejante sucede con las instituciones educativas de cualquier nivel. Seguramente que existen aquéllas que son más vírgenes, más puras, estrictas u ortodoxas, en las que se ha luchado por expulsar tales demonios, tentaciones y pasiones al grado máximo, aunque para algunos los resultados no siempre hayan sido halagadores. Sin embargo, del otro extremo de dicha línea imaginaria, descansarán definitivamente las otras, las de ?manga ancha?, las que pecan de ser mucho más laxas, permisivas y holgadas, las que se dan el lujo de aceptarlo todo, las que inclusive llegan a ser calificadas por sus dueños, directores, amigos o tantos otros personajes, como instituciones mejor adaptadas culturalmente a la realidad de este país. ¿Será? Se trata de instituciones en las que la corrupción como pasión es un elemento natural y cotidiano de sus enseñanzas, implícita o explícitamente, consciente o inconscientemente, porque muy probablemente ésas son las bases en las que descansa su organización como empresa, y ése es el estilo de formación de su personal docente, administrativo y directivo.

A lo largo de esa línea imaginaria, entre uno y otro extremo se encuentran alineadas todas las demás instituciones educativas de México, desde el nivel de las estancias infantiles y los jardines de niños, sean públicos o privados, las primarias municipales, estatales o federales, o las de los colegios privados en sus versiones laicas, religiosas, personalizadas, bilingües sea de tal o cual idioma, etc., etc. En todas ellas, en diferentes estilos, a mayor o menor grado según la orientación, la moral, la filosofía, las costumbres o la educación y las bases humanas de los diferentes miembros del personal administrativo y docente, la pasión por la corrupción puede tomar muy diferentes, variados, ingeniosos, burdos, directos o torcidos recorridos, mediante los cuales se conectan con los niños y las niñas, así como con sus madres, sus padres y sus familias. Desde ese momento clásico, de los ahora tan populares exámenes de admisión, que no se sabe hasta qué grado son realmente utilizados para valorar al o a la estudiante, o si simplemente se trata de manipulaciones y formas de justificar una selección elitista o discriminatoria, en la que lo que menos se toma en cuenta son los niveles académicos, los rasgos de personalidad o de madurez de los futuros alumnos. El nombre de la familia, su estatus, el dinero o el poder que tenga, las conexiones, palancas e influencias dentro del sistema, el compadrazgo y la amistad, son en muchísimos casos los factores que tienen más peso en tales selecciones, en las que la justicia permanece verdaderamente ciega y muda. Es posible que el ejemplo instituido tan eficazmente en las universidades públicas o aún en las privadas, ha sido tan exitoso y ha dado frutos tan extraordinarios, que se ha convertido en un modelo para ser imitado a todos los demás niveles de la educación hacia abajo, sea preparatoria, secundaria y últimamente primaria, jardín de niños o hasta en las estancias infantiles.

Cuando dichos exámenes son verdaderamente bien aplicados y formalmente utilizados, tienen el enorme potencial de obtener una información fundamental y práctica sobre el perfil de cada estudiante, lo que idealmente serviría para orientarlo y diseñar un programa individual educativo mucho más específico, de acuerdo a sus necesidades, habilidades, capacidades y limitaciones. La pregunta que nos inquieta a muchos, es si realmente es ése el objetivo, o se trata simplemente de un papelajo más de características burocráticas, con el consabido destino final de enmohecer junto a otros millones de papeles y expedientes, en bodegas interminables (si es que éstas existen) en las que finalmente se perderá en el olvido. Será acaso que el motivo real y el uso práctico de tales exámenes, es para servir como una coladera o una excusa, de la que se valdrán las instituciones para proteger a los favoritos, quienes son capaces de sobrevivir gracias a las buenas conexiones, las palancas decentes, los padrinos amorosos, los parientes o compañeros del señor secretario del otro secretario, a su vez conocido del secretario de más allá, a los compadres, amigachos y a toda esa parentela nepotista que suele pastorear en muchas de tales instituciones. Una fauna característica que responde a las lisonjas, al dinero, al intercambio y al crédito de favores, a los cheques en blanco, a las promesas y a cuantos mecanismos ingeniosos y creativos que forma parte de ese tan pasional y tradicional sistema de corrupción en nuestras aulas.

Conforme el nivel educativo de las instituciones va aumentando, desde el jardín de niños y las primarias hasta las secundarias, las preparatorias y finalmente en el momento de llegar a las universidades y a las escuelas superiores, parece ser que la creatividad florece y el ingenio se afila y se perfecciona a grados insospechados. En esos últimos niveles educativos, las tácticas y los mecanismos inventados se vuelven cada vez más sutiles y sofisticadas, no sólo en el personal administrativo y docente, sino también en los mismos estudiantes, quienes orientados de tal manera, y algunos educados así desde sus hogares, rápidamente son capaces de captar y descifrar los obvios e intrincados mensajes pasionales, de modo que logran acomodarse a este tipo de patrones y enseñanzas en un estilo sumamente exitoso, aunque otras veces lo hacen más o menos inhibido, en el que de todos modos llegan a conseguir el control y la represión de sus sentimientos de culpa y de vergüenza. Las mentiras, las excusas, los chantajes, las farsas, los sobornos que se dan entre ellos y el personal de la escuela estimulan y facilitan en los alumnos ese proceso de aprendizaje que puede llegar a tomar toda clase de estilos y vertientes. Es así entonces, como paralelamente al proceso del desarrollo académico que uno esperaría se dé en las instituciones de educación media y superior, este otro proceso de aprendizaje pasional y corrupto se infiltra igualmente entre las rendijas de la formación humana y personal de los estudiantes. (Continuará).

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 140344

elsiglo.mx