Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Nuestra Salud Mental / PUENTES A CRUZAR EN SAN FRANCISCO

Dr. Víctor Albores García

(Octogésima sexta parte)

Llevar a cabo cambios tan profundos como podría ser el erradicar la corrupción en nuestra cultura, me parece un proceso muy complejo y poco probable, aún a muy largo plazo, a pesar de los buenos deseos y el optimismo que surgen periódicamente en nuestra vida nacional, como los que se manifiestan en las campañas publicitarias con slogans que quisieran sonar firmes y de gran efectividad, pero que en la realidad suenan artificiales, tibios y poco sinceros, como se demuestra en los resultados poco convincentes e inclusive difíciles de medir. En los últimos meses se ha desatado una interesante campaña en las salas de cine y en las pantallas de televisión contra la piratería enfocada a la copia de películas y a la venta de las mismas que se da abiertamente en las calles. Podríamos decir que se trata de un fenómeno forzosamente emparentado con la corrupción, algo así como un primo muy cercano, al fin miembros ambos de las mismas raíces familiares. Lo interesante de esta campaña radica en el hecho que se tome al padre de familia como el malhechor, ?el que se ve peor como padre?, una imagen que ya de por sí está bastante deteriorada y nulificada en México, y que se convierte en esta campaña publicitaria en el chivo expiatorio del fenómeno de la piratería. Curiosamente, todo se centra alrededor de ese padre que da un mal ejemplo a sus hijos, pero para nada se mencionan o se arremete contra todos los demás elementos que obviamente estructuran el fenómeno de la piratería y que se encuentran detrás del mismo.

La campaña va dirigida en contra de los padres, como si ellos fueran los compradores exclusivos y por ende los maleantes, pero no se enfoca hacia las organizaciones que se encargan de producir dichas películas o de distribuirlas. Serían muy cándido el pensar que se trata igualmente de un solo individuo el que lleva a cabo esa fabricación, cuando en realidad debe tratarse de organizaciones formidables, bien estructuradas y planeadas, que deben ganar miles de millones de pesos con este fenómeno a lo largo de todo el país, e incluso en el extranjero. No importa a qué pueblo o ciudad de nuestro territorio nos dirijamos, en cualquier esquina, calle o tianguis, siempre encontraremos un gran número de puestos ambulantes que venden a su vez una enorme variedad de discos y videos piratas. Por otro lado, esa campaña publicitaria tampoco menciona ni cuestiona el papel de las autoridades que permiten que se lleve a cabo esa producción, distribución y venta pirata a tal escala. Es como si todos esos otros personajes y elementos no existieran, y simplemente se culpa al padre, que queda entonces como fachada y chivo expiatorio de un fenómeno de características monumentales mucho más profundas y complejas, que abarca las áreas de la producción, del comercio y naturalmente de la forma en la que se imparte la justicia en México.

Ante esas reflexiones, los anuncios que aparecen en las pantallas para supuestamente delatar a la piratería, se convierten entonces en pequeños relatos al estilo telenovela, de corte melodramático, risible y hasta ridículo. En el fondo, ello significa que no se le está dando la cara abiertamente al fenómeno global en sí de la piratería, y por lo mismo se le resta la debida importancia. Es así, que al igual que sucede tan frecuentemente en nuestro país, el intento es superficial y se queda por las ramas sin llegar a las raíces, tal vez porque de acuerdo a nuestros reglamentos burocráticos, el objetivo principal está dirigido más bien a generar buenas estadísticas nacionales, sin que realmente importen los resultados, los cuales de seguro tampoco llegaremos a saber la forma en que serán evaluados o ni siquiera si serán investigados.

?No más mordidas?, o se podría juntar como ?nomás mordidas?, que es otro ejemplo de ese estilo de slogans que de vez en cuando se ponen de moda por temporadas en México. Es verdaderamente difícil encontrar y conocer el significado de los mismos, saber a quién se le ocurren, cómo y de qué Secretaría se generan y si son el producto de algún estudio de mercado u otro tipo de investigación semejante, o simplemente el resultado de las reflexiones de burócratas desocupados. ¿Será posible erradicar las ?mordidas? a base de tales slogans, con letreros repartidos por todas partes y que nuevamente están enfocados a un chivo expiatorio individual, que es la persona que las da? ¿Pero qué sucede con los salarios de los policías, de los agentes de tránsito y de los demás millones de servidores públicos que integran nuestro numeroso ejército burocrático y que están conglomerados en las oficinas de todos tipos, colores y tamaños a lo largo de México? Se trata de salarios, quizás como la mayoría de salarios en el país, que son bajos e injustos, que ellos como empleados los sienten inadecuados e injustos, de modo que ?la mordida? entonces se justifica como uno más de las tantas prestaciones sindicales sistematizadas; algo así como el equivalente a los diversos ?bonos? especiales que empleados de alta categoría burocrática se reparten periódicamente, sin que los demás mexicanos sepamos o comprendamos las razones y mucho menos las aprobemos.

¿Y qué sucede además con ese excelente sistema de recolección comunitaria de ?mordidas? que va a parar a los cajones del escritorio de los jefes de policía, de tránsito o de los diferentes departamentos burocráticos, un sistema que definitivamente no se menciona, ni forma parte de esas nutridas campañas publicitarias del ?no morderás?? Una vez más, al igual que sucede con el padre acusado de comprar películas piratas, o con el tipo que vende los cien gramos de coca o el cartucho de mariguana, o con el ciudadano que da ?su moche? al policía, al agente de tránsito o al empleado o empleada de tal oficina para que le consiga un mejor lugar en las colas infinitas, para que le agilice los trámites interminables, o para que lo deje entrar a las oficinas ?prohibidas?, la publicidad y la acción están centradas sobre el individuo, ése que representa el último eslabón de una cadena. Por lo mismo, tales campañas aunque quizás sean lucidoras y representen una condecoración o un ?bono? para quienes las echan a andar, en realidad están desperdiciadas, mientras sólo se dirijan a un individuo como chivo expiatorio, y no quieran descubrir abiertamente y confrontar a toda esa maquinaria organizada, planeada y pensada que se encuentra detrás de cualquiera de estos ejemplos de corrupción y que tiene que ver con todo un sistema de vida nacional. Mientras lo sigamos haciendo en ese estilo, nos seguiremos engañando, seguiremos cerrando los ojos y acusando al vecino de al lado, para no incomodarnos y digerir a gusto nuestras palomitas y refresco, mientras vemos la película. (Continuará).

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 162087

elsiglo.mx