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Nuestra Salud Mental / PUENTES A CRUZAR EN SAN FRANCISCO

Dr. Víctor Albores García

(Octogésima octava parte)

Y antes de llegar al final de un tema tan apasionante, cotidiano y fundamental en nuestras vidas, de ese típico muestrario de las pasiones nacionales que es la corrupción; antes de cerrar por completo el grueso legajo de papeles que se guardan en aquellas carpetas que nos son incómodas e hirientes, y que más bien deseamos esconder y olvidar en la mayoría de las ocasiones, es importante retomar otros varios cuestionamientos. Se trata de aquéllos que conciernen a las diversas situaciones que experimentamos en la actualidad, esos sólitos vicios que han sido producto de muchísimos años de prácticas y de costumbres, hábitos difíciles de limpiar o de hacer desaparecer, ni siquiera con los mejores blanqueadores. El enfrentar tales cuestionamientos, nos podría ayudar a valorar y llegar a formar un criterio sobre qué tan posible es realmente erradicar la corrupción como parte de nuestras raíces y costumbres, en el supuesto caso de que realmente así lo deseáramos. Sigamos entonces con algunos otros como los que se plantearon la semana pasada.

¿Llegará algún día en que verdaderamente se cumpla esa tan platicada, publicitada y adornada descentralización, ésa que por tantísimos sexenios se ha mencionado y se ha discutido en los discursos oficiales, pero sin que se haya logrado una buena aplicación práctica, ya que aún permanece principalmente en los titulares de la prensa y demás medios de comunicación, o en la buena voluntad de quienes la ponderan, sin que hasta ahora haya sido puesta en acción del todo? Al igual que en otros muchos aspectos, en este rubro seguimos manteniendo un sistema político, legal y administrativo heredado de la Colonia, y ésta a su vez funcionando como un virreinato dependiente de la Corona peninsular (ahora la Corona se encuentra en otras penínsulas), con bases y criterios ancestrales que no cumplen necesariamente con los requisitos y las necesidades actuales de las situaciones específicas de los estados y los municipios. Pero además, es una situación que influye y se extiende a todo nuestro sistema de vida a lo largo del país, desde la intimidad de los núcleos familiares hasta la constelación general de ese sistema político, administrativo y judicial. Un sistema en el que se favorece el centralismo, asociado al paternalismo, el nepotismo (incluidos ahí los y las amantes), a la sobreprotección, a la dependencia, a la desvalorización, a la infantilización, a la nebulosidad, a la prepotencia, así como a tantos otros vicios y hábitos malsanos que se derivan como consecuencia, que obviamente promueven la corrupción y por lo tanto interfieren con el desarrollo y la maduración de nuestra sociedad.

¿Podremos asimismo llegar verdaderamente a poner en práctica otro de esos temas tan igualmente alabado, trillado, masticado y divulgado una y otra vez, como es el de la ?simplificación? de los miles de trámites eternos, prolongados, inútiles, tediosos, absurdos, ridículos y hasta ilógicos e irracionales en la mayoría de las ocasiones, que debemos enfrentar cotidianamente o cada cierto período de tiempo? Trámites y papeleo que aunados a la confusión de las filas desordenadas e interminables, sin información suficiente provocan irritación, enojo, frustración, decepción, desesperación y una enorme dosis de impotencia al consumir inútilmente y sin sentido el tiempo, el esfuerzo y el dinero de quienes queremos cumplir con nuestros deberes y obligaciones, pero que a la vez nos llegamos a encontrar frenados y bloqueados por el número, longitud y desorden de tales filas, así como de los requisitos, los papeles, las copias de las copias, las fotografías y las actas de todo tipo selladas y de colores específicos. Y sin embargo, lo que es todavía peor, es el encuentro en tantas ocasiones con esas caras amargas, cansadas, aburridas, frustradas, de voces y modales prepotentes, groseros y maleducados de burócratas empolvados, seguramente mal pagados, hartos e insatisfechos con el trabajo que deben efectuar. ¿En tales situaciones, no es entonces más fácil, ágil, accesible, práctico, y económico no sólo en dinero, sino en tiempo, esfuerzo y ahorro de las malas caras y los malos tratos, el encontrar a alguien adecuado, esa persona especial que siempre encontraremos en cualquiera de estas oficinas, puesto que se supone que también ahí trabaja? ¿Un hombre o una mujer, capacitados como especialistas en el arte de descubrir los atajos, de iluminar los rincones, de sacar a la luz los archivos cerrados y de localizar a los jefes y a las conexiones adecuadas, para que con una ?corta feria? o ?algo para las sodas? nos pueda conseguir ?un buen arreglo?, y una verdadera ?simplificación descentralizada??

Al comentar este tema con un muy buen amigo, él me aclaraba que en su concepto, la corrupción también tiene que ver con el hecho de que un determinado puesto en cualquier oficina o empresa, pública o privada, sea ocupado por alguien que no tenga los estudios, la experiencia o el entrenamiento adecuado para dicho puesto. ¿Llegará acaso ese día en que lo podamos lograr, el día en que un departamento de salud esté dirigido y organizado por un médico especializado en administración, con la experiencia y la práctica necesaria y no por algún ingeniero, contador u otro profesionista, o inclusive ni siquiera con un título que no tenga ninguna preparación al respecto? ¿O viceversa, el día en que un departamento de obras públicas o de construcción, esté dirigido por un ingeniero civil o por un arquitecto con la capacitación, la experiencia y los conocimientos adecuados, y no por un médico o por un abogado, o cualquier otro tipo de individuo? Sabemos y tenemos las tristes y decepcionantes experiencias de que desgraciadamente en nuestro país, en un gran porcentaje de los casos, no es necesariamente el mérito, los conocimientos, la experiencia, el currículo, o los títulos académicos de alguien que pudiera estar muy bien capacitado y preparado para obtener y ocupar algún puesto importante. Sabemos también que en la mayoría de los casos, tales puestos tampoco se obtienen por oposición. Lo más frecuente y común desafortunadamente, es que sea el dinero que se está dispuesto a pagar, los favores que se deben, las conexiones en forma de parentesco, se trate lo mismo de parientes cómodos que de los siempre incómodos, ya que en un momento dado, todos pueden ser aprovechados y lo importante es la familia. Igualmente las conexiones en forma de antiguos o recientes amigos y compañeros, los compadres y socios de aventuras de cualquier tipo, hombres o mujeres con quienes se ha tenido diferentes niveles de intimidad en el pasado, en el presente o como prospectos para el futuro a corto plazo. En tales casos, los puestos y los empleos serán entonces ocupados de acuerdo a un criterio regido en forma natural y abierta por el grado de intensidad de las pasiones. Si aceptamos que la corrupción está relacionada con las pasiones, mi amigo tiene razón, porque ?el dedazo? es sin duda alguna una de las más gloriosas representaciones de la corrupción de todos los tiempos. (Continuará).

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