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Nuestro concepto/Absurdos

Gracias a los frecuentes desatinos de nuestra clase política y al nivel de incertidumbre que genera una errática y por momentos ríspida carrera adelantada por la sucesión presidencial, pareciera que a estas alturas, poco o nada podría sorprender a una ciudadanía ya curtida por los golpes que generosamente se afanan en propinar tanto gobernantes como líderes partidistas, pero el caso de Yeidckol Polevnsky, irrumpe en el escenario nacional para demostrar que aún queda espacio para los absurdos.

Resulta que la ex dirigente nacional de Canacintra y actual candidata al Gobierno del Estado de México por el PRD, tiene cuatro actas de nacimiento, la primera bajo el nombre de Citlali del Carmen Ibáñez Camacho, nacida el 25 de enero de 1958; otra a nombre de Citlali Ibáñez Ávila, con la misma fecha de nacimiento; otra más con el mismo nombre pero con fecha de nacimiento el 19 de abril de 1963 y finalmente a nombre de Yeidckol Polevnsky, que presuntamente nació el 25 de enero de 1964.

Ahora resulta que es hija de un militar de nombre Cuitláhuac Ibáñez, que es poblana y que nada corre por sus venas, parecido a una ascendencia polaca o rusa. La misma Yeidckol –o Citlali- asegura hoy que su candidatura no está en riesgo por la polémica de su identidad, pues dice que toda su situación personal está debidamente acreditada, aunque se niega a dar detalles.

Notable, sin duda, que una mujer pueda cambiar tan radicalmente de personalidad, de nombre (en cuatro ocasiones) y que llegue hasta una dirigencia nacional de un organismo cúpula de la Iniciativa Privada, como lo es Canacintra y luego, de la mano de Andrés Manuel López Obrador, conquiste la candidatura del Sol Azteca en una Entidad tan complicada como lo es el Estado de México.

Al avanzar en esta historia del absurdo, una periodista le pregunta en forma directa si es como lo había sostenido en el pasado, una descendiente de inmigrantes polacos, a lo que la aludida responde con un juego de palabras que la retrata a la perfección: “No soy polaca, soy de por acá”. En fin, al complicado escenario nacional, hay que agregar asuntos, que si no se tratasen de cosa pública, resultarían banalidades y aproximaciones al ridículo, que desgraciadamente son emblemáticos del nivel de degradación al que ha llegado nuestra clase política.

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